Fabrizio León Diez
Foto: Saúl Reyes
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Domingo 14 de abril, 2019

En lengua náhuatl el vocablo hueyi significa grande, alto, y era usado para designar al máximo líder de la tribu, el Huey Tlatoani. Más humildemente, el Huey Coyote era el corre ve y dile del vecindario, el narrador de historias, el trovador de aquellos tiempos prehispánicos. Por eso llama la atención que un joven compositor, cantante y multiinstrumentista de nuestros días use tal nombre para su actividad artística como, one man band poeta.

En entrevista con [i]La Jornada Maya[/i], revela su asignatura pendiente para mostrar su paisaje sonoro en Yucatán y Quintana Roo. “Si los dioses antiguos lo propician, mi deseo es regresar como el HueyCoyote, como la banda musical de un solo hombre. Como un poeta de la canción de hoy con raíces en el pasado”, afirmó.

[b]A ver Coyote, ¿cómo se puede mezclar la cultura de nuestros ancestros indígenas con la cultura pop del siglo XXI; cómo se puede utilizar un concepto sagrado para una actividad tan profana como el show business?[/b]
Con harto respeto por nuestra cultura madre y sin perder de vista el presente tecnológico en el que vivimos. Mira, yo tuve la fortuna de participar en Cumbre Tajín el mes de marzo y fui testigo de la convivencia pacífica que pueden tener las manifestaciones culturales apegadas a la tradición, como la de los concheros, los voladores de Papantla, los artesanos, los jaraneros, con los grupos y solistas de la música popular que parten de las raíces poéticas de los pueblos originales para hacerlas actuales.

[b]¿Y de dónde te salió esa mexicanidad porque eres muy joven y no la enseñan en la escuela?[/b]
Primero de los libros. Comencé a leer poesía indígena y quedé deslumbrado. Todo mexicano bien nacido debería leer [i]La visión de los vencidos[/i], el canto trágico de los rapsodas aztecas después de la derrota, traducidos por Miguel León Portilla, o los poemas de Netzahualcóyotl sobre la belleza y la brevedad de la vida, son magníficos. Luego comencé a viajar a regiones indígenas como Papantla y la Huasteca hidalguense, para ver que la sabiduría y la cosmovisión de nuestros antepasados no se han perdido del todo. Y está la música. Soy fan del son jarocho, del huapango, del corrido…

Lo de la canción ranchera viene a cuento porque la entrevista tiene lugar en el municipio de Tlaquepaque, cerca de la plaza en donde los mariachis tocan mañana, tarde y noche, porque resulta que el Huey Coyote nació en Guadalajara pero se fue a los cuatro años, mas está de regreso a su ciudad natal, con ganas de quedarse aunque como buen coyote, lo jalan los caminos.

[b]Veo en tu carpeta que te iniciaste en la música desde niño, aprendiendo a tocar el violín en la ciudad de Cholula, luego te fuiste a estudiar guitarra clásica a Pachuca y de ahí a la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Baja California, campus Ensenada. ¡Pero enseguida abandonaste la guitarra clásica para comenzar a cantar en la calle![/b]
Sí, fue un cambio radical en mi vida y en mí música, aunque debo confesar que comencé a cantar en la calle, porque mi madre no podía comprender que abandonara mis estudios de música clásica y me puso una cuota económica para no correrme de la casa. Pero trovar en el asfalto fue una experiencia terrible y maravillosa, tanto que hice un espectáculo con las canciones que había compuesto sin saber bien lo que hacía, que se llamó Callejero, y con él hice mi primera gira por el país. Como estaba chavo pensé que ya la había hecho, pero qué va, esto de la trovada es un camino largo y tortuoso.

[b]Sobre todo si eres un músico tan heterodoxo como una de las canciones de tu primer EP, HueyCoyote volumen uno.[/b]
En efecto. Comencé como cantautor, con cierto éxito local, pero en un festival internacional de trova al que fui invitado en Costa Rica, me di cuenta que la canción de autor que tuvo su gloria en los años 70-80 ya era un género anquilosado que no daba para más. Así que me fui a estudiar jazz a Xalapa y descubrí el paraíso de las sonoridades, los ritmos, las fusiones musicales, hasta que me volví un músico heterodoxo que mama música latina, africana, asiática, balcánica, gitana, y desde luego, jarocha.

Veo que también estuviste en Berkeley, la famosa escuela de jazz de Boston, en [i]Gringolandia[/i].
Por fortuna. Primero en el Berkeley latino que desde hace unos años se hace en la ciudad de México. Ahí me gané una beca para ir a Boston y fue muy importante para mí recibir el estímulo de maestros de primerísimo nivel y conocer algunos de los puntos clave de la composición. De ahí me nació el impulso de acercarme a la tecnología para grabar mis rolas y hacer mis propios arreglos. De ahí nació la idea de ser un hombre banda, un One man band poeta.

[b]…que se presentó por primera vez en el Festival Internacional Cervantino el año pasado.[/b]
Fue un sueño, porque desde niño fui espectador de ese acontecimiento cultural; mi padre es el decano de los periodistas que han cubierto el Cervantino. Nunca imaginé que un día estaría yo en uno de aquellos escenarios en donde volé sin alas hacia otra realidad, la del arte.

[b]Y ahora estás festejando la aparición de tu segundo video con una canción a la José Alfredo Jiménez: [i]El Mirlo[/i]. ¿Eso también lo has hecho solo?[/b]
De ningún modo. Para grabar mi primer EP me cayeron del cielo dos flamantes ingenieros recién graduados: César García y Karen Valdivieso que hicieron la mezcla de sonido con fervor y maestría, y sobre todo, sin cobrarme un peso, confiados en que mi música se abrirá camino y todos saldremos ganando. Ahora soy su esclavo en Tequila producciones, su joven empresa. Por otro lado, sin el talento de Andrew Obenreder en la cámara, sin su visión de cineasta y sin su compañerismo habría sido imposible grabar [i][i]Stand[/i] Up[/i], mi primer video, en un día, y [i]El Mirlo[/i] en tres jornadas y en los Llanos de Apan, un territorio muy significativo para mí.

[b]¿Qué sigue?[/b]
El sureste. La cultura maya. Para un indigenista como yo es una asignatura pendiente. Tengo una canción titulada [i]La vida chula[/i], que es un recorrido por las culturas originales de nuestro vasto territorio, desde Tijuana hasta Tapachula. Yo he vivido en Tijuana y para llegar a Tapachula quiero pasar por Yucatán y Quintana Roo a donde sólo he ido de turista. Si los dioses antiguos lo propician, mi deseo es regresar como el HueyCoyote, como la banda musical de un solo hombre. Como un poeta de la canción de hoy con raíces en el pasado.

Nota: La música y los videos del HueyCoyote se pueden ver y escuchar en todas las plataformas digitales.


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