Eliseo, candidato a vencer

Fabrizio León Diez
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Lunes 17 de junio, 2019

Se engañan quienes le restan fuerza al presidente municipal de Campeche y se niegan a admitir que, en esta carrera pre sucesoria, es el adversario más fuerte y, pésele a quien le pese, es el candidato a vencer.

También se equivoca el propio Eliseo si se cree invencible y se enterca en su actitud maniquea del “estás conmigo o contra mí”, y de que todos los que no piensen como él son sus enemigos.

Es, ciertamente, el opositor con mayor presencia en Campeche, el precandidato más fuerte, el que tiene más seguidores en las redes sociales (tiene 120 mil 211 fans en Facebook), el que ha sabido capitalizar a su favor la creciente inconformidad contra el sistema político que impera en la entidad y el que, en estos tiempos de polarizaciones, se ha erigido como el antipriísta por antonomasia.

Recuérdese que, en Campeche, el PRI nunca ha perdido la gubernatura ni ha cedido jamás el control del Poder Legislativo y eso ha generado en la opinión pública —por lo menos en la capital del estado— una creencia que poco a poco se arraiga más: de que con Eliseo “se puede dar el cambio”.

Él lo sabe, él ha fomentado esa idea, y sobre esa base está construyendo una candidatura que no necesariamente tiene que ser respaldada por el PAN, partido en el que no cree, ni confía, y con el que no se descarta romper, en un momento determinado.

Ese es uno de los lastres más pesados de Fernández Montufar. El excesivo culto a su personalidad lo está haciendo perder el piso, lo está subiendo a las nubes y lo aleja de la realidad. Le acrecienta la soberbia y le genera un sentimiento de autosuficiencia que es muy peligroso, sobre todo en estas lides de la política, en donde lo que cuenta son las alianzas, los consensos, las negociaciones, los acuerdos.

Uno de los puntos oscuros del presidente municipal panista de Campeche es su origen político, que no necesariamente ha sido del PAN. Llegó de chiripa al Cabildo, como regidor, producto de una impugnación que le tumbó al PRD una posición en ese colegiado, que entonces encabezó Ana Martha Escalante Castillo. Y el asunto se resolvió el mismo día que debía conformarse y tomar posesión el Ayuntamiento.

Como regidor, Eliseo empezó a construir su candidatura por el segundo distrito de Campeche. Presumía de sus contadas gestiones en sus redes sociales y fue construyendo en esa zona una red de operadores —le acercaron algunos líderes priístas para que lo apoyaran— y defensores del voto para cuando buscara la diputación local.

El día de su elección como diputado —mismo día que se votó por la gubernatura que ganó Alejandro Moreno Cárdenas— Eliseo puso en marcha un operativo antimapaches ajeno a la estructura del PAN, con porros y golpeadores que se mantuvieron resguardando las casillas para evitar desmanes. Hubo enfrentamientos y golpes en varios puntos de ese distrito y, al final del cómputo, Eliseo se alzó con la victoria.

Ese mismo operativo lo repitió cuando busco la alcaldía. Una estructura de defensa del voto sin el reconocimiento del PAN, integrada sólo por su gente de confianza. El propio manejo de su campaña, los recursos, los convenios, las erogaciones, lo hizo gente suya, no de la dirigencia panista, porque no confiaba —no confía— en ellos.

Ahora mismo, Eliseo afronta una turbulencia derivada de su incontinencia verbal —cuando habla no conecta la lengua con el cerebro— al calificar de “traidores” a cinco de los seis diputados de la fracción parlamentaria panista que votaron a favor de que se otorgara licencia a Moreno Cárdenas para dejar la gubernatura, y para que se designara a Carlos Miguel Aysa González como su sucesor.

La coincidencia generalizada fue que había roto relaciones con la bancada del PAN y que estaba a punto de hacerlo con todo el partido. Algunos de sus cercanos aseguraron que Eliseo comentó que si no lo postula Acción Nacional, buscará el respaldo de Movimiento Ciudadano, o de lo contrario, se lanzará como candidato independiente.

Y —se insiste— ese es su punto débil. Su acendrada soberbia, su miopía política al pretender que podrá competir contra todos y ganarle a todos sólo por ser Eliseo Fernández Montufar, sin entender que tanto el PRI, como el PAN —y ahora Morena— tienen un voto duro que los mantendrá en los primeros lugares de la preferencia electoral, mientras que los abanderados independientes fueron reprobados en la pasada elección.

Si a eso se suma el hecho de que no está haciendo un buen papel al frente de la alcaldía, entonces los factores adversos se multiplican, pues los campechanos saben a la perfección que la presidencia municipal puede ser lo mismo catapulta que tumba política, y de eso puede hablar con conocimiento de causa el primer alcalde panista de la capital, Carlos Ernesto Rosado Ruelas, quien llegó al cargo con gran arraigo y se perfilaba para ser el candidato que arrasara en los comicios por la gubernatura, pero tropezó con su lengua, con su soberbia, con su impertinencia y con sus ambiciones pecuniarias.

No sobra decir que Fernández Montúfar está peleado con Rosado Ruelas (los polos idénticos se repelen) y que no le toma importancia a lo que con frecuencia sube en sus redes el llamado Príncipe del Lechón para hacer reflexionar al actual edil panista de Campeche, sin que éste se dé por aludido.

A todo eso habrá que añadirle la leyenda urbana de que Eliseo y Alito son amigos de hace años. Que compartieron mil andanzas juveniles y que incluso Fernández y Claudio Cetina —su ahora enemigo acérrimo— compartieron departamento cuando estudiaban en Mérida, Yucatán. Hay una fotografía donde Claudio acompaña a su amigo Eliseo a la inauguración de una farmacia que el segundo puso en servicio cuando se desempeñaba como diputado local, y que, según las lenguas viperinas, se habría abastecido con recursos del Cuarto Piso, en donde despachaba, por cierto, Cetina.

Esta misma versión asegura que Eliseo en realidad es el “Plan B” de Alito para dejar en la gubernatura a alguien de todas sus confianzas, para que no le mueva las aguas. Para cambiar a fin de que todo quede igual.

Tal vez por eso tampoco la estructura oficial del PAN confíe del todo en Eliseo. Saben que está fuera de control, que sigue sus propios esquemas y se mueve a base de intuiciones que no siempre han sido las correctas.

Lo otro es que Eliseo no ha terminado de amarrar sus alianzas en los municipios. Fuera de la capital, no representa gran cosa. No tiene presencia en Escárcega, Palizada, Calakmul, Hopelchén o Calkiní, y en Ciudad del Carmen, un domingo que fue de visita, los panistas carmelitas colocaron una lona diciendo que no lo querían ahí. Y cómo no, si ellos apoyan a Pablo Gutiérrez Lazarus.

En este contexto hay por lo menos dos conclusiones contundentes: la primera, que Eliseo es el candidato mejor posicionado de entre los no-priístas, y dos, que aún no tiene nada seguro, con el agregado de que sus constantes explosiones y berrinches, así como sus nulos resultados en la alcaldía, le están alejando simpatizantes todos los días, aunque en sus redes sociales, sus bots digan todo lo contrario.

La próxima semana: la caballada en el PRI. ¿Aún vive Pozos?

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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