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Óscar Muñoz
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Martes 3 de septiembre, 2019

Al parecer, el concepto de calidad educativa aún está en proceso de definición. Todavía es una noción imprecisa que aún no permite diseñar estrategias que la impulsen en la operación. A lo largo de los primeros años de este decenio, algunos organismos internacionales, como el Banco Internacional de Desarrollo (BID), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han hecho circular una amplia cantidad de documentos y publicaciones sobre el tema de calidad educativa. Y estos materiales han aportado más información sobre este concepto que ningún otro.

Sin embargo, cada organismo ha manejado diferentes enfoques sobre dicho concepto. En este contexto, vale destacar aquellos aportes que cada uno de los organismos señalados han vertido en favor de una conceptualización sólida acerca de calidad educativa. El BID, por ejemplo, ha aportado elementos para configurar tres ejes centrales que buscarían elevar, a través del sistema educativo, la calidad de los aprendizajes de los niños. Estos ejes están orientados hacia la infraestructura y el equipamiento escolar, la formación inicial y continua de los docentes y el uso de las tecnologías para la educación.

Sin embargo, este organismo internacional ha detectado que en Latinoamérica los servicios básicos de agua, alcantarillado, electricidad, teléfono e Internet son deficientes, lo que dificulta asegurar que las escuelas cuenten con la infraestructura y los servicios educativos adecuados.

En relación con el segundo eje propuesto, la formación inicial de los docentes aún es de baja calidad y la formación continua aún no ha logrado el perfeccionamiento necesario para mejorar el sistema educativo; y en cuanto a las tecnologías educativas, éstas, al carecer de objetivos precisos y acordes con las necesidades de cada región, no han fructificado, como fue el caso de la Enciclomedia.

[b]Formación inicial y continua de docentes[/b]

La OCDE señala que, para mejorar la calidad educativa sería necesario considerar dos aspectos básicos en el sistema escolar: la formación inicial y continua de los docentes (como señala el BID) y la creación de un sistema de evaluación docente que permita destacar los procesos formativos y profesionales del magisterio. Acerca de este último aspecto, la OCDE ha insistido en que, si los cambios que sean realizados en el sistema educativo no van acompañados de un sistema de evaluación docente, diseñado y operado con precisión, será muy difícil que los cambios a aplicar beneficien el desempeño de los alumnos.

Al respecto, habrá que destacar la simulación del anterior gobierno federal por instaurar un sistema de evaluación docente a través de la mal llamada reforma educativa, que en realidad fue orientada para depurar laboral e ideológicamente a los docentes en ejercicio.

Finalmente, la Unesco ha planteado dos prioridades y cinco objetivos globales encaminados hacia el mejoramiento de los sistemas de educación. A diferencia del BID y la OCDE, la Unesco ha definido la calidad educativa desde tres enfoques: el primero está centrado en el alumno; el segundo, en las aportaciones-proceso-productos, y el tercero, en la interacción social multidimensional. A pesar de que existen diferencias entre estos enfoques, los tres concuerdan en que la calidad educativa debe entenderse como el producto de un trabajo consensuado que atiende los diferentes intereses de los involucrados en la educación.

De acuerdo con lo asegurado por la Unesco, la calidad de la educación debe ir más allá de asegurar el ingreso y la permanencia de los niños en la escuela, y debe ser considerada como la combinación de condiciones para la enseñanza-aprendizaje y los logros académicos de los alumnos. Para ello, al igual que los otros organismos internacionales, la Unesco considera que es básica la formación inicial y continua del profesorado, así como la evaluación de los docentes en torno de la calidad de los aprendizajes.

De entre todos los enfoques vertidos por estos organismos internacionales respecto de la calidad educativa, habrá que destacar la línea de acción sobre la que se marca un punto de encuentro entre éstos: la formación inicial y continua de los docentes. La mala preparación de los estudiantes normalistas, que buscan ocupar plazas docentes, es una de las principales causas por las que la calidad educativa no avanza.

Al parecer, la profesión magisterial sigue siendo una de las últimas opciones para aquellos que cuentan con estudios preuniversitarios altos. La escuela normal representa la puerta fácil para aquellos estudiantes de mediano y bajo rendimiento académico. Además, es probable que esto se deba a las bajas remuneraciones económicas a que aspiran los futuros profesores. De lo anterior deriva la necesidad de reformar la educación normalista para elevarla en el nivel universitario, y la educación continua tendría que realizar sus acciones desde el enfoque de la actualización.

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