Margarita Díaz Rubio
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya
Viernes 18 de octubre, 2019
La semana pasada los mexicanos presenciamos, a través de diversos medios, un melodrama respecto al cuerpo del cantante José José cuya voz nos acompañó y nos acompañará por mucho tiempo.
José José que, en una entrevista en sus últimos días, comentó que lo que deseaba en la vida era una cama para dormir y un refrigerador con comida nunca pensó ser parte de un problema familiar desatinado, como nunca se imaginó que la mitad de sus cenizas viajarían en un avión militar 727 antiguo sin tener que pasar sala de espera ni trámites aduanales y llegar a su país al hangar presidencial bajo medidas de seguridad.
Como yo me imagino que el cantante -en retiro desde hace más de 20 años -nunca sospechó llegar al máximo recinto cultural de la Ciudad de México rodeado de alto operativo de seguridad montado para contener a más de 2000 fanáticos y curiosos que querían cantar sus canciones. Fanáticos que llevaban flores y tristeza en sus rostros en vez de pasamontañas, palos y piedras como había sucedido dos veces antes en violentas manifestaciones de las que no hubo control.
Incongruencias y actitudes incomprensibles.
[i]Mérida, Yucatán[/i]
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