Texto y foto: Europa Press
La Jornada Maya

Madrid, España
Lunes 28 de octubre, 2019

Igual que la muerte de Osama Bin Laden en una operación militar de Estados Unidos en mayo de 2011 en Pakistán no supuso el fin de Al Qaeda, la muerte de Abú Bakr al Baghdadi en una acción similar del Ejército estadounidense en el noroeste de Siria el 26 de octubre no supondrá el fin de Estado Islámico.

El yihadista iraquí ha conseguido crear una [i]marca[/i] terrorista que ha exportado desde Irak, donde tuvo su origen el Estado Islámico, y Siria a todo el mundo, con filiales que abarcan más de una veintena de países y que ha servido de inspiración en numerosos ataques obra de individuos cuya relación con los de Al Baghdadi era cuanto menos difusa sino inexistente.

Pero ahora el Estado Islámico necesita un nuevo líder que mantenga ese importante legado, igual que Ayman al Zawahiri tomó el testigo de Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden. La muerte de Al Baghdadi no ha sorprendido ni a propios ni a extraños, ya que como el propio Donald Trump reconoció, era el hombre más buscado del mundo, de ahí el que quepa pensar que en Estado Islámico debería haber algún tipo de plan de sucesión.

"El Estado Islámico es una organización excesivamente burocrática y tiene un plan para todo", destaca Charles Lister, director del Programa contra el Terrorismo y el Extremismo del Middle East Institute (MEI), en declaraciones a [i]Financial Times[/i]. "Seguramente que haya una lista de potenciales sucesores", añade, subrayando que el grupo terrorista "se recuperará de esto".

De hecho, esta no es la primera vez que el Estado Islámico pierde a su líder a manos de Estados Unidos. En 2006, Abú Musab al Zarqaui, el fundador de lo que hoy es el Estado Islámico, moría en un bombardeo aéreo estadounidense en Irak, y le sucedía Abú Omar al Baghdadi (nada que ver con el último líder), quien murió en una operación conjunta de Estados Unidos e Irak en 2010 en este último país.

"Sin duda, Estado Islámico estaba preparando potenciales sustitutos y para lo que ocurriría a continuación", señala Aaron Zelin, experto en movimientos yihadistas del Washington Institute for Near East Policy. "Me sorprendería si hubiera muchos cambios en el día a día en el corto a medio plazo", añade en declaraciones al [i]New Yorke[/i]r.

[b]¿Califa o Emir? [/b]

No obstante, quien suceda a Al Baghdadi debería cumplir con ciertos requisitos, habida cuenta de que este no solo era el líder del grupo sino que se autoproclamó califa, y era visto como tal por millones de musulmanes en todo el mundo. Para reivindicar este cargo de carácter religioso, no solo esgrimió sus estudios islámicos sino que también se presentó como miembro de la tribu Quraish, a la que pertenecía el profeta Mahoma.

De ahí el que experto en extremismo J. M. Berger haya planteado si el sucesor será "califa o solo emir", puesto que las condiciones que permitieron elevar a Al Baghdadi al rango de califa "son muy diferentes ahora", destaca en su Twitter. Los requisitos para ser califa, subraya, "no pueden ser falsificados ni confundidos, pero un emir es un puesto más fácil de rellenar".

En la misma línea se pronuncia Amarnath Amarasingam, experto en terrorismo. En su opinión, el consejo de la shura de Estado Islámico "elegirá algún tipo de sucesor" capaz de poder dirigir al grupo en la situación actual, en la que el califato físico pasó a la historia, pero "es improbable que sea un califa con credenciales religiosas". "Lo más probable es que sea un comandante militar cualificado que ejerza como emir", vaticina en su Twitter.

Quien reciba el encargo de liderar a Estado Islámico tendrá ante sí además el reto de mantener bajo su paraguas a las numerosas filiales surgidas a raíz de la proclamación del califato en 2014. En la actualidad, cuenta con catorce filiales, tres de ellas de nuevo cuño este mismo año, como resalta el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés).

Además de su presencia en el Levante -Irak y Siria-, también cuenta con una filial en Turquía, en Egipto y en Yemen. En Asia, está presente con virulencia en Afganistán, donde ha perpetrado ataques de alto nivel, pero también en Filipinas y en menor medida en India y Pakistán, 'provincia' esta última creada en 2019.

[b]África, el otro escenario favorito del Estado Islámico[/b]

Pero si hay un continente en el que Estado Islámico está especialmente activo es en África. Además de su presencia en Libia o Somalia, países donde también están operativos otros grupos terroristas y donde la inestabilidad facilita su actividad, ha creado este año una nueva provincia en África Central que ya ha reivindicado acciones en el este de República Democrática del Congo (RDC) y en el norte de Mozambique.

Sin embargo, son Estado Islámico en África Occidental (ISWA) y Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS) las dos provincias más activas del grupo yihadista. La primera, surgida como escisión de Boko Haram, opera esencialmente en el noreste de Nigeria y en la cuenca del lago Chad, mientras que la segunda está operativa en la zona fronteriza entre Malí, Burkina Faso y Níger. Ambas han ido cobrando notoriedad y elevando el nivel de sus objetivos, convirtiéndose en una seria amenaza para la región.

Así pues, como resume The Soufan Center, fundado por Alí Soufan, un antiguo agente del FBI que investigó a Bin Laden antes del 11-S, aunque la muerte de Al Baghdadi sea un "éxito táctico", el grupo seguirá existiendo tanto "como 'marca' global como insurgencia duradera en Irak y Siria, sin mencionar como franquicia de terror transnacional con una red que va desde Afganistán, pasando por Libia, Egipto, Yemen, África Occidental, el sureste asiático y más allá".

[b]¿Volverá el Estado Islámico al seno de Al Qaeda?[/b]

La muerte de Al Baghdadi también puede traer consigo un giro en la escena yihadista mundial, con un potencial acercamiento entre Estado Islámico y Al Qaeda, advierten los expertos, tras el cisma protagonizado por ambas organizaciones a raíz de la reiterada desobediencia del iraquí a las directrices de Al Zawahiri.

"Estado Islámico podría ser ahora vulnerable a un renovado empuje por parte de Al Qaeda para recuperar el liderazgo del movimiento yihadista mundial", señala al respecto el ISW en su artículo sobre el líder yihadista, incidiendo en que con toda probabilidad los de Al Zawahiri intentarán "quitar apoyo local y reclutas a las filiales de Estado Islámico". "Su sucesor podría estar más dispuesto a considerar una unificación, incluso una limitada y pragmática", añade.

Bruce Hoffman, experto del Council on Foreign Relations (CFR), también apunta a esta posibilidad. "Al Qaeda ha estado consolidando su posición en Siria" mediante su filial Hurras al Din, resalta en su Twitter, incidiendo en que "sin un heredero de Estado Islámico claro, una fusión voluntaria con Al Qaeda o la absorción de lo que queda de Estado Islámico es plausible".

Por su parte, la firma de análisis geopolítico Stratfor pone el acento en que la muerte de Al Baghdadi es una "victoria simbólica" porque era a él a quien los nuevos reclutas y las filiales juraban lealtad al unirse al grupo terrorista.

"Al Baghdadi llevaba años escondido y el mando y control de los combatientes de Estado Islámico en Siria e Irak y las filiales no dependía de la comunicación o coordinación directa con él", subraya este centro de análisis, que al igual que otros expertos, incide en que carecía del "carisma" del que sí gozaba Bin Laden.

Según Stratfor, lo que atraía a los nuevos reclutas era "la idea de un Estado Islámico en expansión, no el propio Al Baghdadi" por lo que ahora las filiales podrían sentirse "libres de renegar del grupo".


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