Elio Henríquez
Foto:
La Jornada Maya

San Cristóbal de las Casa, Chiapas
Jueves 7 de noviembre, 2019

La cineasta tzotzil María Sojob afirmó a [i]La Jornada[/i]: "no éramos conscientes de ser indígenas hasta que salimos de la comunidad; llegamos a la ciudad y nos lo dijeron".

Escrita a partir de la historia que le contó su abuelo materno, Manuel Martínez, su ópera prima [i]Tote-Abuelo[/i] tuvo buena acogida en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia. "Habla un poco de toda la etapa en que nuestros padres sufrieron discriminación por no hablar bien español, de la ruptura cultural, lingüística. Muchos jóvenes de mi generación, hijos de padres precursores en educación indígena no hablan la lengua, pues no se las transmitieron para que no fueran discriminados", señaló.

"Nuestros padres y abuelos eran castigados cuando hablaban la lengua originaria", agregó. Explicó que el documental es bastante autobiográfico y personal, ya que hace una reflexión sobre las formas afectivas que se viven en el contexto tzotzil o familiar.

[i]Tote-Abuelo[/i] ganó el premio Ambulante y será exhibido en la gira nacional de documentales 2020. También recibió el galardón que otorga la Asociación de Mujeres en el Cine y la Televisión al mejor documental mexicano hecho por mujeres, consistente en una escultura hecha por una artista mexicana.

A Sojob desde niña le gustaron la radio y la fotografía; ahora está enfocada al video; estudió comunicación en la Universidad Autónoma de Chiapas y una maestría en Chile, en 2010. Es originaria de Chenalhó e hija de maestros de educación indígena. A los 12 años de edad fue enviada a San Cristóbal para cursar la secundaria y la preparatoria, y se enfrentó a la barrera del idioma.

[b]Rupturas[/b]

En entrevista, Sojob explicó que la cinta cuenta "una historia dolorosa, porque habla de rupturas, separaciones, desvinculación con lo comunitario y de las infancias tan duras que tuvieron sus antecesores".

"Mi abuelo cuenta lo que vio de sus padres y abuelos. Relata que para entrar a San Cristóbal a vender los productos de la comunidad, la gente que estaba a cargo de permitir el acceso les pedía que trajeran una piedra, que debían cargar desde sus lugares de origen, además de frutas y verduras, que se los pagaban en lo que querían, no en lo que valían", expresó.

Abundó: "es una historia dolorosa porque mi madre salió de la comunidad para estudiar en San Cristóbal sin hablar español. Expongo en la película que es la primera mujer indígena en mi vida que rompe con una pauta para que yo progresara y estuviera en un mundo menos hostil".

Debido a que María Sojob creció en Chenalhó, de donde es originario su padre, Pedro Mariano Arias, tuvo poco contacto con su abuelo materno, que es de Huixtán. “Tuve una relación afectiva, hasta hace apenas cuatro o cinco años en que fui a rodar la película. Fue el momento de decir: ‘nuestros abuelos se están muriendo’; él es de una de las dos personas en la comunidad de Los Ranchos que hacen los sombreros tradicionales que usan las autoridades de la localidad”.

Recordó que cuando empezó a preguntar cómo se dice amor en tzotzil, "encontré que el concepto no existe como en español. La película es una reflexión de cómo se vive el amor desde una familia tzotzil. Sí conocía al abuelo, pero no me había sentado a platicar o saber de su vida ni de su infancia".

En el documental "pido que me enseñe a tejer un sombrero, metáfora de cómo ir tejiendo las relaciones que en algún momento se desvincularon o fracturaron o simplemente no se construyeron".

Entonces, agregó, "es tejer una relación con el abuelo y conocer su historia, así como la de mi mamá, que es un poco hablar de la mía".

[b]Monolingüismo y analfabetistmo[/b]

Sostuvo que si las mujeres no hablan español son relegadas. "Hay un gran índice de monolingüismo y analfabetismo en las comunidades. A la mujer no se le permite salir, profesionalizarse, porque es un derecho reservado para los hombres".

Sin querer, subrayó, "rompí eso y ha sido como perseguir los sueños, deslindar un poco los obstáculos que una misma se pone. A partir de ahí están los primeros límites. Somos mujeres y podemos estar en cualquier ámbito artístico que queramos".

Orgullosa de ser tzotzil, Sojob aseguró que el hecho de que su largometraje haya participado en el festival de Morelia es un triunfo. "Fue inesperado ganar, porque generalmente las producciones que hacemos tienen la etiqueta de cine indígena".

Indicó que había participado en otros festivales de cine como el de Berlín y el de Edimburgo, Escocia, pero siempre en una sección sobre cine y video indígenas.

La realizadora ha rodado una decena de cortometrajes y tres mediometrajes.


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