Epílogo: statua futura

Antonio Martínez
Foto: Enrique Osorno
La Jornada Maya

Viernes 22 de noviembre, 2019

En un futuro no muy lejano, las cosas sucederán más o menos así:

- “A ver Ulises, necesitamos una idea para una estatua”, dirá el alcalde muy malhumorado, mientras el secretario le sirve el primer tequilita de la jornada. Acaba de regresar la noche anterior de Villa Cancum, donde asistió a la inauguración del Monumento al Ceviche.

“Habrase visto tamaño atrevimiento. El ceviche es algo muy nuestro, originario de Chelem. Necesitamos un monumento en la Villa Blanca que opaque este oprobio regional”.

- Ya están hechos casi todos los monumentos, su Excelencia.

- Hum... Tienes razón. Convoca a una sesión del Cabildo. Muchas cabezas piensan más que menos cabezas per cápita, y la culpa se reparte.

- Sabia decisión, su Señoría.

Es así que una soleada mañana del futuro, el Cabildo se reunirá en solemne sesión alrededor de la enorme mesa de la sala de juntas, bien surtida de café, galletas y bolitas de queso. La siguiente es la transcripción de las notas de tan significado evento de la taquígrafa doña Teresita Arrigunaga.

- “Comencemos la sesión”, dirá el alcalde; “hemos de encontrar una idea para un Monumento digno de nuestra Villa, que refleje de manera contundente nuestras idiosincrasias, manías, atrasos y patologías. Contamos con la presencia del joven Fulgencio Millet, que tiene una licenciatura de administración de empresas paternas y un masters en marketing internacional peninsular.

- Muy buenos días. Comenzaremos con una lluvia de ideas, o [i]brainstorm[/i], indicará pedantemente el joven Fulgencio. “Traten de conectarse con su Zona Cero, [i]Ze-ro Zo-ne[/i], y enfoquen su intención en la consecución de la trascendencia, [i]tras-cen-den-cy[/i].

- ¿Queeeeeé?

- Digan lo que primero se les ocurra, traducirá don Ulises.

- El Monumento al Monopolio, lanzará don Mamerto Aguilar, regidor de Obras Públicas.

- Ya existe, se llama Monumento a las Haciendas, descartará el secretario; “no puede ser una lámpara, ni una chimenea, ni una cebra, ni un payaso, ni un boxeador, ni un indígena arrodillado, ni una mestiza, ni un mosquito, ni Armando Manzanero, ni la X’tabay”.

- “Por supuesto, nada que huela remotamente a pecado”, se oirá de boca de doña Purísima Peraza, la regidora de Moral y Buenas Costumbres, mientras se santigua.

- “Nos la ponéis empinada, hoy día todo es pecado”, rezongará el arzobispo don Creso Monedas.

- “El Monumento al No Aborto”, gritará doña Furibunda, viuda de Legrado, del Frente Filofascista Familiar.

- “El Monumento al Chisme y la Maledicencia, que son nuestros deportes favoritos”, será contribución del regidor de Deportes.

- “El Monumento al Turista”, terció don Bienvenido Visitas, regidor de Turismo.

- “El Monumento a la Mediocridad”, musitará mientras don Arturo Gris, regidor de Inventarios.

- “El Monumento al Cráter de Chicxulub”, propondrá el meritorio Jorge Ledesma, dispuesto a hacerle un cráter enorme, pero al presupuesto.

- El Monumento a Francisco de Montejo [i]el Sobrino[/i], dirá doña Beatriz Montejo, con poco éxito.

Podrán continuar en esta sinergia por una hora más, sin lograr avances sustantivos ni sustanciales ni sustanciosos, por lo que el alcalde, viendo la hora en su reloj de bolsillo, autorizará una ronda de cervezas y botanas regionales, a fin de mejorar la empatía y el espíritu de cooperación intergerencial. El joven Fulgencio tomará de nuevo la palabra:

- Ahora haremos un Grupo Focal, un [i]Focus Group[/i]. Piensen en algo local, simbólico de nuestra otredad intrínseca peculiar, [i]pe-cu-lia-ri-ty[/i].

- “El chile habanero ([i]Capsicum chinense[/i]) es algo muy nuestro, pero tal monumento podría traer más equívocos que los deseables”, observará el escribano don Primitivo Pérez. “Lo cual también descarta el Monumento al Nabo de Tenabo ([i]Brassica rapa[/i]) y el Monumento al Pepino Kat ([i]Parmentiera aculeata[/i]). Ha de ser otra planta”.

- “Aguacate, trae más aguacate”, dirá el cronista don Orondo Batallas al mesero.

- “Papaya, el Monumento a la Papaya”, exclamará el regidor de Circo y Teatro, solamente para molestar a doña Purísima, al borde de un pequeño soponcio; “imagínense una Gran Papaya, cortada así a la mitad”, se escucharía en tono burlón.

- “Ni me lo imagino. Jamás de los jamases habrá tal abominación en la Villa Blanca, Santo Niño de Atocha”, contestará airadamente doña Purísima, aunque el daño estaría hecho: una vez imaginado, nunca olvidado.

- “El Monumento a la Transparencia”, diría lentamente el licenciado Vidrieras; “así no tendremos que poner nada y nos clavaremos todo el presupuesto”.

El alcalde empezaría a disfrutar y convocaría a un pequeño receso para provecho de las damas, para ir a empolvarse al tocador, mientras los caballeros se empolvarían directamente sobre la mesa con los polvos de la risa proporcionados por el jefe de la Policía. Reconvenida la sesión, y sustituidas las cervezas por jaiboles y mojitos, nuevas ideas surgirán espontáneamente.

- “El Monumento al Caimito. El Monumento a la Guaya. El Monumento al Sandwichón. El Monumento a la Hamaca. El Monumento al Pescado Frito. El Monumento al Enano de Uxmal. El Monumento a Globito y Bizcochito”, sería la ráfaga de ocurrencias del regidor de Cultura, empolvado siete veces, pero ya nadie escucharía.

- “El Monumento al Calor”, diría doña Menopausia Montes de Oca, regidora de Hospicios, abanicándose vigorosamente.

- “El Monumento al Turista”, aventaría el regidor de Turismo, obteniendo un “ya lo dijeron”, por respuesta, proveniente de don Abstemio Chan, el capitán de meseros, a quien ya no se le escapaba una.

- “El Monumento a la Kimbomba”, dijo don Sancho Panza, secundado por el Monumento al Extraterrestre, propuesta de Walter Mercado desde el otro mundo, a la que seguiría el Monumento a la Ambivalencia, por parte de don Ricardo Arjona, poeta del Cabildo.

A medianoche ocurriría lo inevitable:

- “El Monumento al Panucho”, diría ya harto don Reinaldo Marrufo, regidor de Restaurantes Regionales.

- “Aprobado”, exclamará el alcalde, ya todo fumigado, cayéndose para atrás con todo y sillón, dando por concluida la sesión, aprobándose la moción por unanimidad etílica.

Al día siguiente, el alcalde lucirá desmejorado.

- “No logro acordarme de nada, Ulises”.

- “El Monumento al Panucho, su Excelencia”, dirá el secretario sirviéndole el primer tequila de la mañana.

- “¿De veras? ¡Qué locura!, No, no, ¿te lo imaginas? Además, se podría interpretar como algo partidista”.

- “¿Desea que convoque a otro pleno?”

- “No, no, ni loco. Beben como cosacos estos ediles cuando es a costa del erario. No; se me ocurre una idea mejor. Hagamos un concurso entre todos los ciudadanos. Así la culpa será sólo suya, y nos veremos democráticos e inclusivos. Interculturales incluso”.

Y en ese momento, cósmico y cuántico, el futuro comenzó a correr inexorablemente hacia nosotros. Si ya llegó, es cuestión de perspectiva. O de su ausencia.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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