Afp, Ap y Europa Press
La Jornada Maya

París, Francia
Miércoles 18 de diciembre, 2019

Maestros, médicos, abogados y trabajadores franceses al grito de: ¡No hay marcha atrás! se opusieron ayer, en el décimo tercer día consecutivo de huelga, al aumento de la edad de jubilación para conservar un sistema de pensiones que el presidente Emmanuel Macron busca desmantelar.

Más de 600 mil personas, según el ministerio del Interior, y 1.8 millones, de acuerdo con los sindicatos, participaron en las protestas efectuadas en varios puntos de Francia. Es la tercera gran jornada de manifestaciones desde principios de diciembre y por primera vez ayer todos los sindicatos estaban en las calles.

No hay marcha atrás. Macron ya ha hecho demasiado daño al país; No a la reforma, corearon.

Las fuerzas de seguridad lanzaron gas lacrimógeno para reprimir a los participantes concentrados en París, en una nueva jornada de movilizaciones que también se saldó con incidentes en otras localidades. Hubo 30 detenidos, según fuentes oficiales.

Francia lleva casi dos semanas inmersa en una huelga de transportes a la que se suman movimientos de otros gremios, pero el primer ministro Édouard Philippe reiteró su total determinación a seguir adelante con el proyecto.

Ante los diputados, Philippe invitó a los sindicatos y a las organizaciones patronales a mantener reuniones de trabajo.

Los sindicatos lanzaron un ultimátum al gobierno tras una reunión intersindical anoche; hablaron de nuevas acciones este jueves y hasta finales de diciembre, sin tregua de Navidad, y prometieron consecuencias si el gobierno no responde en las próximas horas.

Todos aquellos que deseen una reforma justa deben estar en las calles, pidió el secretario general del sindicato CFDT, Laurent Berger, presente en la manifestación de París.

Entre los más movilizados contra la reforma, los empleados ferroviarios con silbatos, megáfonos y hasta tambores, se hacen escuchar. No vamos a ceder, si lo hacemos todo se viene abajo, aseguró combativo Selim, maquinista del Metro que prefiere no dar su apellido.

En la movilización ondearon banderas y pancartas que evidencian la indignación de los franceses. Algunos enarbolan fotos de Macron vestido como Luis XIV, el rey Sol, o dibujos que lo representan junto a banqueros y grandes capitalistas.

La reforma que propone Macron es una regresión social, afirmó Samira Ouira, funcionaria pública de 54 años, vestida con un chaleco amarillo, el símbolo del colectivo que se alzó contra la política social y económica del gobierno francés hace un año.

Médicos, enfermeros e internos estuvieron también presentes para expresar no sólo su rechazo al aumento de edad de jubilación, sino también su malestar por sus condiciones laborales.

Trabajar en los hospitales públicos es muy difícil físicamente, en el día no tenemos tiempo de sentarnos ni una sola vez, de ir al baño o incluso de comer. Pasamos de un paciente a otro como robots, lamentó Florence Heshmati, enfermera en siquiatría, de 35 años.

Los sindicatos estiman que el plan del gobierno, que busca fusionar los 42 regímenes de pensiones existentes en un sistema único y atrasar de dos años la edad de jubilación (de 62 a 64 años) para recibir pensión completa, es un retroceso social.

Para el Ejecutivo esta reforma no es sólo justa, ya que dará a los jubilados los mismos derechos por cada euro ganado durante sus carreras, sino también necesaria para garantizar un equilibrio financiero del sistema de pensiones.

La huelga de transportes comenzó a hacer mella en los ciudadanos, quienes para seguir con su vida normal recurren a trabajar desde casa, a las bicicletas, los automóviles compartidos o caminar.

¡No aguantamos más! Normalmente me toma dos horas, ida y vuelta, ir a trabajar. Desde que comenzó la huelga es el doble, se quejó una profesora de educación física, con un monopatín en la mano.

La mitad de las 16 líneas del Metro están cerradas en la capital, las otras ocho tienen servicios mínimos, y sólo 30 por ciento de autobuses circuló con dificultad.

Las aerolíneas redujeron en 20 por ciento sus vuelos programados desde el aeropuerto parisino de Orly, el segundo más grande de Francia, debido a una huelga de controladores aéreos.

Además, muchas escuelas no abrieron sus puertas, ya que alrededor de 25 por ciento de los profesores, que también reclaman mejores condiciones salariales, se declararon en huelga. Varias universidades, incluida la Sorbona de París, cancelaron o aplazaron sus exámenes de diciembre, debido a las dificultades de los estudiantes para desplazarse.

El alto comisionado encargado de la reforma, Jean-Paul Delevoye, conocido como monsieur retraites (señor jubilaciones), dimitió el lunes, envuelto en un escándalo por presunto conflicto de intereses.

Aunque su dimisión no está directamente vinculada con la reforma que él ideó, la huelga que ha provocado sí fue vista como una derrota para el gobierno.


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