Juan Manuel Contreras
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 3 de enero, 2020

Elegancia y humildad son dos adjetivos que pocas veces confluyen cuando se habla de la misma persona, sin embargo, describen perfectamente a la maestra yucateca Socorro Cerón Herrera, cuya labor en favor del deporte ha sido reconocida en diversas ocasiones durante el último año, y ella, con toda modestia, se cuestiona “¿me lo merezco?”.


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Ejecutante de danza clásica y precursora de la gimnasia rítmica, la docente se tomó unos minutos para ofrecer un recorrido por sus proezas. Interrumpió su lección diaria en el Gimnasio Polifuncional -del cual es directora- y regaló tiempo a [i]La Jornada Maya[/i] mientras sus pupilas retoman el ejercicio, “se quedan en buenas manos”, asegura.

Socorro Cerón ha vivido de todo y su talento como docente la ha llevado, a ella y a sus niñas a lugares como Rusia, Brasil, Portugal, Japón, Corea, Canadá y Colombia. Además de ser la creadora de la gimnasia rítmica en la república, fue la primera que se “aventuró” a presentar [i]El Lago de los Cisnes[/i] con sus cuatro actos en México. Una labor titánica.

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[b]Primeros pasos de baile[/b]

Sentados a las afueras de su santuario, Cerón Herrera recordó que sus primeros pasos en el baile los dio en la escuela Leona Vicario, frente al parque de La Mejorada. “Conocí maestras muy jóvenes y entusiastas, como Lichi Rivas y Yolanda Peña. En esa época había pianos en las escuelas y se montaban bailes. Siempre me escogían porque según ellas, lo hacía muy bien”, relató.

Así comenzó su historia. Un día de esos, sus profesoras la animaron a integrarse a la clase de Nelly Cetina Albertos, de la escuela de Bellas Artes, que en ese entonces se erigía sobre la calle 60 del centro de Mérida, “mandaron a llamar a mi papá y él no tuvo ningún problema. Con mi mamá fue otra cosa”, manifestó.

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Sus calificaciones eran excelentes, tanto que su instructora -quien era hija del director de orquesta de Bellas Artes- la dejaba frente a la clase para finalizarla. Así fue como Socorro Cerón, a su corta edad, también dio sus primeros pasos en la docencia.


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Posteriormente llegaron los viajes a México, en donde junto con su hermana se integró a las clases en la academia de danza de Nina Shestakova. Tiempo después, cuando ambas eran profesoras, juntaban a sus alumnas para intercambiar conocimiento, “era una vida hermosa, pese a que a mi mamá nunca le agradó la idea de la danza”, reiteró.


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[b]La gimnasia rítmica[/b]

La implementación de la gimnasia rítmica en México se gestó en la Escuela de Educación Física (ENEF), el único liceo de su clase en el país. El hermano de Socorro cursó sus estudios ahí y fue así como uno de los directivos del instituto se enteró que ella es maestra de baile, por lo que de inmediato le abrieron las puertas.

“Fue así como creé la gimnasia rítmica, al percatarme que en la danza clásica, a la edad de 16 años (de sus alumnas) ya no era lo mismo, pues sus huesitos ya no responden igual, ya estaban grandes. Entonces creé un estilo combinando ejercicios procedentes de la natación, atletismo y lanzamiento de bala”, explicó.

Durante sus vacaciones, al llegar a Cuba -en donde tomó clases también- sus colegas le informan que las niñas están incursionando en un nuevo deporte. Al observarlo detenidamente, se percató de que las maestras de ahí -rusas en su mayoría- impartían una disciplina muy similar a la que ella había creado, “se quedaron asombradas”. Era el año de 1968.

La primera generación de gimnastas rítmicas en México estuvo integrada por las hijas y sobrinas de la maestra Socorro: Nicte Ha, Evelyn y Aurelia Alicia, que cursaban el sexto año de danza clásica. “Tenían técnica, así que nada más les puse los implementos”, detalló, y fue así como creó un deporte que nunca se imaginó que le brindara tanto como la danza clásica: la gimnasia rítmica.

[b]La Revolución Cubana[/b]

Socorro Cerón transitaba entre México y Cuba. Incluso se encontraba en la isla cuando el entonces presidente, Fulgencio Batista, salió huyendo en helicóptero tras la llegada al poder de Fidel Castro. Su calidad de docente internacional le permitía entrar y salir a placer, “tuve esa suerte”, esboza con un dejo de nostalgia.

A manera de anécdota, relata que durante aquellos días, Mario Renato Menéndez -director del periódico [i]Por Esto![/i]- estaba exiliado en La Habana y ella, además de ser la maestra de ballet de sus hijas, se convirtió en su emisaria, pues era la encargada de llevar las cartas de las niñas a su padre, de contrabando, lo que le valió la simpatía del periodista.

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Fue ese país donde, en 1954, asistió a la escuela de la aclamada bailarina Alicia Alonzo, quien fue su amiga y protagonista de una de sus más grandes proezas. Mientras Cerón Herrera fungía como directora del teatro Peón Contreras -durante la gestión de Graciliano Alpuche-, se propuso traer por primera vez al país [i]El Lago de los Cisnes[/i], con sus cuatro actos. Lo logró.

“Le llamé a Alicia para informarle de la reinauguración del teatro Peón Contreras y le dije que me gustaría que viniera. Ella tenía sus dudas, pues no sólo era muy difícil salir de Cuba por la situación política, sino traer [i]El Lago de los Cisnes[/i]. Ella quería conocer el teatro, le dije que se parecía mucho al Federico García Lorca”, prosiguió.

[b]Su mayor satisfacción[/b]

A Socorro Cerón se le iluminan los ojos cuando recuerda la puesta en escena de El Lago de los Cisnes, en 1959. Su mirada se difumina al vislumbrar nuevamente la emoción que sintió tras levantarse el telón y los aplausos del público haciendo vibrar el extinto teatro Colonial, situado en la calle 62 entre 57 y 59 de la capital yucateca.

“Sentí que me ahogaba al ver a mis alumnas felices por haber alcanzado ese éxito, que hasta ahora se sigue reconociendo”. El periodista y poeta yucateco, Juan Duch Colell, estuvo a cargo de la dirección, y ante las inquietudes de Socorro por la complejidad del acto, la alentó en todo momento a seguir montándolo.

Esa vez el gobierno también hizo su parte, pues por única ocasión, costeó los trajes que trajeron de Estados Unidos y la orquesta, “gracias a eso fue posible presentarla”, admite Socorrito, como la llaman cariñosamente sus allegados. “La aventura de Bellas Artes”, rezaban irónicamente los titulares de la prensa local.

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Para la laureada docente, lo más complicado de traer esa obra fue la orquesta, ya que fue completa. Efraín Pérez Cámara, director yucateco de la Orquesta Sinfónica de la capital acudió expresamente para esa empresa. “Nunca pensé en el tamaño de lo que estábamos haciendo, si ahora me propusieran traerla, me negaría rotundamente”, comenta entre risas.

“En esa época no existía la televisión y no había acceso a películas, y yo lo hice, con sus cuatro actos, como me lo imaginaba. Cómo comenzaban las partituras de la música; el cumpleaños del príncipe; el lago donde se casaría y de ahí salen los cisnes para convertirse en seres humanos. No cabe duda que había alguien arriba que me decía cómo hacer las cosas”.

[b]“Me siguen queriendo”[/b]

Bajo la batuta de Socorro Cerón han desfilado incontables aprendices de la danza y la gimnasia. “Me siguen queriendo”, celebra con una sonrisa que no puede evitar. “Siento el amor de las personas hacia mi y le doy gracias a Dios por eso, porque he hecho las cosas con mucho corazón y amor a Yucatán. En la gimnasia he luchado, y seguiré luchando”, advirtió.

Para Cerón Herrera no hay medicina mejor que el deporte. “Forjé a unas niñas sanas, de mentes claras. ¿Cuántas no se han librado de problemas? Antes, mi primera generación me ‘amenazaba’ con que iban a la disco, ‘que les vaya bien’ les decía, y el lunes, al preguntarles cómo les fue, comentaban que terminaron tan cansadas que no habían acudido”.

En Colombia, Karenina Gutiérrez -su sobrina- ganó el primer lugar, “el corazón se me salía de la emoción al escuchar nuestro himno nacional”. Alumnas suyas también fueron grandes gimnastas como Effy Lugo, Elda Castillo, Mónica y Heidi Ortega, todas ellas de la primera generación y mujeres que han estado pendientes en todo momento de su mentora.

[b]Se buscan espacios para el deporte[/b]

“Pienso que si el gobierno se diera cuenta de la importancia que tienen el deporte y el arte, nos prestaría más atención”, aseveró la instructora aprovechando la entrevista para emitir un llamado hacia las autoridades.

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“Necesitamos espacios para darle a tanta gente. Hoy en día hay cien niñas que toman clases de cuatro a siete de la noche. Sí nos reconocen, pero no le dan el valor justo que hay que darle al deporte y a la danza, que tampoco cuentan con suficientes foros”, lamentó.

Sentados a las puertas del Gimnasio Polifuncional, rodeados de niñas pequeñas que giran por los aires cual rehiletes, mientras sus madres las observan orgullosas, la entrevista debe culminar. Ha sido demasiado el tiempo el que se ha robado a las pequeñas, que seguramente dentro de unos años recordarán con orgullo el haber sido alumnas de una auténtica leyenda del deporte yucateco, como lo es Socorro Cerón Herrera.


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