Merry MacMasters
La Jornada Maya

Ciudad de México
Lunes 6 de enero, 2020

Quedan menos de 10 hablantes del ixcateco, lengua oaxaqueña. Con el fin de ayudar a su rescate se tradujo una edición de 10 fábulas de Esopo para una coedición del Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) / Francisco Toledo con la Secretaría de Cultura federal y el gobierno de Oaxaca / Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca.

La obra incluye un disco compacto en el que se hicieron las grabaciones de cada fábula.

La portada, los dibujos y la coordinación editorial estuvieron a cargo del artista Francisco Toledo (1940-2019). Actualmente, un grupo de maestros trabaja en la zona para enseñar de nuevo el ixcateco a los niños. De allí que la edición sirve de material didáctico.

El tomo bilingüe (español/ixcateco) forma parte de la colección Narrativa de Cálamus, fundada por Toledo, que comprende cuatro variantes del zapoteco, cuatro del mixteco y cuatro del mixe. Casi todos los libros tienen el mismo formato. Al final se incluye la sección Ilumina y escribe tu propia fábula. Del lado izquierdo hay un dibujo del artista plástico, mientras del otro la página rayada, en blanco, invita a los niños a escribir su propia fábula.

El equipo editorial del libro estuvo integrado por el lingüista Michael Swanton y los maestros comunitarios y traductores Cipriano Ramírez Guzmán y Pedro Salazar Gutiérrez, hablantes nativos del ixcateco.

Swanton escribe en el prólogo que la pérdida de vitalidad de la lengua ixcateca se dio durante el siglo XX. Cuando el antropólogo Roberto Weitlaner visitó el pueblo en 1939 observó que el estado que guarda el idioma ixcateco en la actualidad es muy satisfactoria desde el punto de vista de su conservación... casi todos los habitantes y hasta los niños lo entienden, y la mayoría lo usa en la conversación cotidiana. Queda pendiente indagar por qué el uso del ixcateco cambió de forma tan dramática durante la segunda mitad del siglo XX, apunta el lingüista.

Las fábulas del libro parten de un descubrimiento y la idea que le siguió: el impresor Juan Pascoe encontró hace algunos años, en una librería de viejo, un libro basado en Esopo hecho en Oaxaca. La publicación, en español y latín, fue realizada en 1849 por Ignacio Rincón para destinarse a la enseñanza de los estudiantes del colegio Seminario. El hallazgo de Pascoe entusiasmó de inmediato a dos promotores culturales: María Isabel Grañén Porrúa y Francisco Toledo, quienes buscaron que Esopo se tradujera a las lenguas oaxaqueñas, escribe Araceli Mancilla Zayas, a cargo del cuidado editorial.

Próximamente saldrá una edición en huave, también impulsada por Toledo; incluso, en 2019 el promotor cultural y activista donó el dinero de su beca de creador emérito –ya no lo podía devolver– para crear tres nuevos galardones de los Premios CaSa de creación literaria en esa lengua, mixe y triqui.


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