Volver a la "normalidad", el experimento

La Jornada Maya
Foto: Reuters

Lunes 04 de mayo, 2020

El regreso a la “normalidad”, deshecha para millones de personas en el mundo, será un camino de equivocaciones y aciertos basados en experimentos con ideas presionadas por la inmediatez, sin el conocimiento pleno del terreno, de las variables, ensayo y error que cobrarán vidas y modificarán realidades o las destruirán.

El deseo de caminar por el parque y jugar con la familia, la salida al cine, al teatro, al club, al trabajo, al contacto, los abrazos y apretones de mano, los deportes, los viajes, la aventura, no será posible con un simple anuncio.

Perder el trabajo por una sana distancia es una consecuencia para evitar contagios, pero no controla la variable del estado sicológico del desempleado, quien se siente o sabe inútil, al grado de que recibe alimentos, un apoyo, para mantenerlo aislado en un espacio, su hogar, que no puede mantener, en el que su impotencia reduce su dignidad, le quita su valor de independencia, de libertad.

¿Cómo reparar esos ruidos mentales del encierro? Seres humanos que en días perdieron todo, los sueños por los que luchaban, los negocios, los empleos, las familias; el mensaje por lo pronto es mantener distancia, no salir de casa, pero los cimientos para mantener esos hogares están, en gran parte, afuera.

Ir de nueva cuenta a un salón de clases o a una oficina sin el miedo al contacto será más difícil cuando en semanas de encierro nuevas dinámicas de aprendizaje y trabajo desde casa fueron implementadas, más seguras; Además, ¿vendrá una segunda ola de contagios, o no?

¿Será acertado iniciar las clases presenciales? ¿Los padres de familia, muchos desinformados, aceptarán llevarlos con normalidad a las aulas donde entre las bancas no hay sana distancia, y cuando la naturaleza de los niños, hasta hace unos meses, es la del juego, el contacto, la curiosidad?

Será un regreso escalonado, las personas con más edad son más vulnerables, es algo bien sabido, ahora la medida es que no se expongan, y cuando inicie el regreso, ellos serán los últimos, imposibilitados de trabajar, sentirse útiles, con miedo.

Hasta el crimen organizado lleva sus ensayos, reparte despensas, impone autoridad y amenaza a quienes no respeten la cuarentena, y cuando esto termine, ¿qué espera al volver a la “normalidad”? ¿Compromiso de quienes fueron contactados por la delincuencia?

Somos la variable principal sobre la que no hay control, sobre la que impera la desinformación, más en aquellas clases sociales que no tienen la posibilidad de encerrarse en casa, seguir con un ingreso económico, con alimentos, sacrificando el teatro, los viajes, apegados al video entretenimiento, a las redes, las benditas redes sociales.

[b]Los que puedan, quédense en casa[/b]

La pobreza es una de las variables que rompió con la solución del distanciamiento… Hemos descubierto que hay que evitar el contacto, quedarse en casa, pero cuando más de la mitad de la población no tiene la posibilidad, ¿fue un experimento? El mensaje era quédate en casa, después tuvo una modificación: Los que puedan, quédense en casa.

En un espacio para analizar el comportamiento de los ratones hay un control, la hipótesis a ser comprobada tiene bien definidas sus variables, el animal avanzará al espacio esperado y reaccionará como lo planeado, o no, y será descartada la hipótesis.

El espacio del COVID-19 no está controlado, es el mundo, los países, la diversidad de ciudades, de personas, de culturas, de perspectivas, de solidaridades y de odios, de violencias y comportamientos invisibilizados o ignorados.

El regreso a las calles, a la vida “normal” ya no será, no es posible romper rutinas, disciplinas, sueños que, de un momento a otro, simplemente deben esperar o desaparecer porque no lo controlas tú, sino que es una medida de contención, de prevención, para mantenerte vivo, mantenerte sano. Al final, estamos dentro de un experimento con el intento de recuperar la “normalidad”.

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Edición: Elsa Torres