Túneles subterráneos en el centro de Mérida, ¿una leyenda urbana?

La existencia de una red de túneles subterráneos en el centro de la Ciudad Blanca es un tema que a través de los años ha generado polémica, pues se cuestiona si debajo de Mérida existe un complejo sistema de comunicación subterráneo conformado por cuevas y túneles que unen las principales iglesias del corazón de la ciudad.

Se dice que uno de los pasadizos iba de la Iglesia de Monjas a la Catedral, conectándose al mismo tiempo con el ex Convento de la Mejorada. Dentro de la ruta de pasadizos, algunos aseguran que se han encontrado fetos humanos, abandonados por monjas obligadas a abortar tras quedar embarazadas de los párrocos de la época colonial. Asimismo, se cuenta que las damas de la alta sociedad abandonaban ahí a los bebés que habían engendrado con hombres non gratos para sus familias.

¿Pero qué parte de la historia es verdad y qué datos se han convertido en leyenda? Sobre el tema, el arqueólogo e investigador del Centro INAH-Yucatán, Alfredo Barrera Rubio, asegura que se trata de una tradición popular que ha logrado sobrevivir desde hace varios siglos.
 

Catedral de San Ildefonso, Mérida, Yucatán

Lo cierto, refiere el investigador, es la existencia de algunos tramos de pasadizos como el hallado en la antigua Fotografía Guerra, ubicada en la calle 62 por 63, en el centro de la ciudad. En el sitio, que también funcionó como un bar llamado Yanal Luum, en la década de los 90, se encuentra una especie de túnel o caverna, sin embargo, no se ha comprobado que forme parte de una cámara de pasadizos y mucho menos que conecte con la Catedral, apunta.

En 2015, otro investigador que desmintió la existencia de una red de canales interconectados, fue el arqueólogo del Centro INAH en Yucatán, Rafael Burgos Villanueva, quien señaló que desde la Colonia “las personas hablaban de los subterráneos y con el paso del tiempo se fueron consolidando como leyenda, muchas veces distorsionada, pero así ocurre al pasar de una generación a otra”.

Acceso al público

Hasta antes de la contingencia por el Covid-19 y desde hace 10 años, el tramo subterráneo ubicado debajo del estacionamiento de la actual Plaza Diamante -también conocida como la Casa de los ladrillos o La Casa de Cárdenas, ubicada a espaldas de lo que fue el bar Yanal Luum-, se encontraba abierto al público, donde un grupo de creadores escénicos ofrecía cada viernes y sábado parte de un recorrido histórico-teatral para compartir con los habitantes y visitantes la historia de la ciudad, visitando varios puntos como la Casa de Montejo y la Catedral. 

 

Casa de los ladrillos o La Casa de Cárdenas

Para realizar dicha escenificación, la directora de teatro Maricruz Hernández realizó una árdua investigación en la que corroboró la existencia de otros subterráneos debajo del ex Convento de las Monjas “de la misma época (Virreinal) e igualitos a los que están debajo de Plaza Diamante, que iban por debajo de la calle 63, cruzaban La Plaza Grande y llegaban hasta la Catedral”, señala en entrevista con La Jornada Maya. Y aunque no asegura que se tenga acceso, refiere que hay conductos que van del ex Convento de Monjas a la iglesia de San Sebastián.

Un punto del recorrido teatral es el ex convento, llamado Casa de las Monjas, uno de los sitios más emblemáticos del centro histórico, al cual el grupo de teatro Noche de Leyendas excedió con el permiso del gobierno del estado a través de la Secretaría de Cultura. El recorrido finaliza en los pasadizos subterráneos debajo de Plaza Diamante, los cuales asegura “son originales de la época del Virreinato” con una arquitectura muy diferente a la superficie de Mérida, ciudad fundada en 1542.

Convento de las Monjas

Los mayas hacían pasadizos debajo de sus pirámides, explica, y detalla que sobre los subterráneos de Plaza Diamante existía una edificación de este tipo.

Con el paso del tiempo, el acceso a estos caminos se ha restringido, tal es el caso del conducto de la Casa de las Monjas, “hasta hace unos años, lo cerraron hasta la altura del Oxxo de la 63, pero llegaban hasta la Catedral”, afirma, ya que la misma gente, ahora adultos mayores, cuenta de su existencia. “Gente ahora ya muy mayor, me dicen que cuando eran niños se metían a jugar a los pasadizos”.

La extensión de dichos canales subterráneos eran “muy largos” por lo que descarta que su uso fuera para el almacenamiento durante el Virreinato, “los pasadizos se hacían en todas las ciudades de la época virreinal para fugarse, sobre todo en Mérida, por la llegada de piratas”. Sobre su uso como un refugio de los ataques piratas, afirma, poco está documentado.

Refiere que a través de los pasadizos se pueden observar pequeñas bóvedas donde se almacenaban armas. Para la época de la Revolución, estos sirvieron para el resguardo de objetos valiosos, añade.

Otras versiones

Sin embargo, existen otras versiones como la del arqueólogo Sergio Grosjean Abimerih en su libro El Convento de Monjas, donde indica que una de las hipótesis señala que estos espacios sirvieron de depósitos de alimentos, licores y otras pertenencias de sus antiguos habitantes.

Abimerih refiere que todo parece apuntar a que los túneles fueron hechos por los primeros pobladores de la ciudad maya de T´Ho -también llamada Ichcanzihó-, donde se fundó Mérida, para sustraer materiales que les permitieran construir sus casas y edificios. Posteriormente, a la llegada de los españoles, estos fueron utilizados como bodegas para guardar alimentos, licores y algunos objetos que consideraban de uso o valor personal.

Según el autor, la mayoría de los relatos del sistema de túneles conectados provienen de personas que entraron de muy pequeños, “hablamos de personas que hoy tienen más de 80 años”, señaló en una entrevista para Notimex en 2014.

Hallazgo de restos de infantes

Sobre el presunto hallazgo de fetos y esqueletos que supuestamente fueron dejados ahí por las religiosas que vivían en el Convento de Monjas, Grosjean señala que es producto de una circunstancia histórica más que un hecho sustentado en la realidad. En 1867, Juárez buscaba separar la Iglesia del Estado Mexicano y con el afán de desprestigiar a las monjas se empezó a hablar de este tema, señaló para el mismo medio.

Para Barrera Rubio y para Grosjean Abimerhi, hasta que no exista algún programa de excavaciones en el centro de la ciudad encaminada a buscar esa red de túneles secretos, la historia carecerá de veracidad y seguirá siendo solo una leyenda urbana.

Sin embargo en un documental con registro del 2008, Los Túneles de la Ciudad de Mérida, el arquitecto Ricardo Contreras, ex profesor de la Facultad de Arquitectura de la UADY, expone que en la restauración del antiguo convento de la Mejorada, donde se encuentra la facultad, se encontró un boquete. “El hallazgo fue en el lado poniente de la escalera (de la facultad). En su recorrido se dirige hacia el lado sur-oeste de la iglesia de la Mejorada (por la calle 59) y llega aproximadamente hasta el chaflán”. El tramo, refiere, llega a la Casa de las Monjas. 

Detalla que los centros de las manzanas se usaban para los pozos de ventilación e iluminación de los túneles. “Por lógica no podemos comprobar que toca la Catedral, son conjeturas”. Lo que es claro, refiere, es la interconexión de dichos pasadizos entre las iglesias.

Asimismo, habla sobre otra ruta que se dirige hacia el sur, “directo a lo que hoy es el Mercado Lucas de Gálvez y el San Benito”. Mientras que en la parte sur del ex Convento de la Mejorada, que comunica a la nave principal de la iglesia, se encontraron "osamentas, sobre todo infantiles".

En una segunda parte del documental, el antropólogo Carlos Augusto Evia asegura que el túnel entre la Catedral con el Convento de Monjas “no apareció”. Las cavidades que se han encontrado -pasillos de cinco hasta 20 metros de longitud-, apunta, no conforman túneles.

La leyenda de los subterráneos en Yucatán se extiende hasta Maní, cuyos habitantes aseguran la existencia de un conducto que partía desde la puerta del convento de San Miguel Arcángel de Maní y llegaba hasta la iglesia de Monjas en Mérida, es decir, un tramo de casi 100 kilómetros.

Edición: Emilio Gómez