Graciela Ortiz
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 16 de junio, 2020

"Aquí en Yucatán la gente es adicta a los refrescos embotellados y, además, gasificados. Se calcula que se toman dos botellas de 500 mililitros diarios por persona, pero yo creo que es mucho más”, asegura la nutrióloga Alina Marín Cárdenas, coordinadora de la licenciatura en Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

La especialista añade que esto ha tenido una gran repercusión en todos los problemas de enfermedades crónicas no degenerativas, “también sabemos que ocupamos uno de los primeros lugares en sobrepeso y obesidad”.

La Secretaría de Salud estima que, en la entidad, anualmente se consumen 163 litros por persona de dichas bebidas, aunque algunos yucatecos pueden ingerir hasta un litro y medio por día.

Se calcula que 445 mililitros de refresco tienen 187 kilocalorías, casi el 10 por ciento del aporte de energía en una dieta estándar de 2 mil calorías.

“El exceso en el consumo de bebidas azucaradas, esos carbohidratos se van a convertir en grasa y empiezan a obstruir las arterias, comienzan a afectar a nuestro páncreas, elevan el azúcar en sangre, por eso tenemos los primeros lugares en diabetes, hipertensión, obesidad y sobrepeso”, abunda la, también, doctora en Ecología y Desarrollo Sustentable.

Marín Cárdenas manifiesta que cuando termine la contingencia habría que realizar un estudio para ver cómo está la salud de la gente, en cuanto a sobrepeso y obesidad, “porque aquí se involucra la cuestión sicológica de la ansiedad por estar encerrados y eso lleva a comer más”.

[b]Azúcar y muerte[/b]

El consumo de bebidas azucaradas provoca la muerte de alrededor de 40 mil personas al año en México, conforme a un estudio de 2019 de la revista internacional [i]Journal of Obesity[/i]. De un total de 40 mil 842 muertes relacionadas por el consumo de bebidas azucaradas, 23 mil 433 (57 por ciento) son a causa de la diabetes, equivalente al 35.6 por ciento de todas las muertes por este mal en México; 13 mil 517 (33 por ciento) son provocadas por enfermedades cardiovasculares, que corresponden al 12.7 por ciento de todas las muertes por esta causa y 144 (menos del uno por ciento) fueron ocasionadas por diferentes tipos de cáncer asociados a la obesidad.

En Yucatán, el 10.7 por ciento de la población de 20 años y más sufre de diabetes; es decir de poco más de 1.5 millones de personas, alrededor de 160 mil padecen dicho mal, conforme a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 (Ensanut), siendo Campeche, Tamaulipas, Hidalgo, Ciudad de México y Nuevo León las entidades con mayor porcentaje de incidencia.

En México, la incidencia de diabetes pasó del 9.2 al 10.3 por ciento entre 2012 y 2018, en el rango de edad mencionado. También se reportó que la mayor complicación es la disminución visual.

[b]Consumo… de más azúcar[/b]

En el mundo, el promedio per cápita anual de consumo de bebidas azucaradas es de 25 litros, de acuerdo con una investigación de Jaime Tomás Page Pliego, doctor en antropología, del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur-Universidad Nacional Autónoma de México (CIMSUR-UNAM), publicada en agosto pasado.

“Cuando se puso el impuesto a los refrescos en 2014, la reducción del consumo de las bebidas fue del 5.5 por ciento, también se redujo el consumo de las bebidas azucaradas. Sin embargo, pese a ello la gente las sigue consumiendo. La reducción del consumo no ha sido significativa”, afirma.

Sin embargo, reconoce que el yucateco ha ido, poco a poco, sustituyendo el consumo de las bebidas embotelladas por las bebidas con frutas naturales, pero comete el error de ponerles azúcar, “lo cual no es necesario porque frutas como el mamey, el mango, la guanábana, la anona y el caimito son suficientemente dulces como para no agregarles azúcar extra”.

De enero a mayo de 2019, el volumen de ventas de las bebidas endulzadas creció 1.3 por ciento a nueve mil 220 millones de litros, en comparación con el mismo periodo de un año antes, según el organismo con base en la Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera (EMIM) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

“Lo que hay que trabajar es la parte de la educación y la promoción. De nada va a servir una norma, una ley, un impuesto a este tipo de productos industrializados si no educamos a la gente de cómo consumirlo y en qué cantidades. Se hacen campañas, pero no se les da seguimiento, se continúa vendiendo en las escuelas, hay que crear conciencia”, indica la especialista.

Marín Cárdenas considera que el etiquetado frontal va, de alguna manera, a ayudar a hacer visible esos elementos, si el producto tiene mucho sodio, calorías, etcétera, indicando que deben consumirse con moderación.

[b]El peligro de lo light[/b]

La industria de bebidas asegura que el 55 por ciento de sus productos son bajos o sin calorías y afirma tener un compromiso para el 2024 de una reducción adicional del 20 por ciento. Sin embargo una de las estrategias que ha seguido para sustituir los azúcares en sus productos es el uso de edulcorantes no calóricos.

Diversos estudios han relacionado el consumo de estos edulcorantes con enfermedades del corazón y la ganancia de peso, así como con posibles efectos en la respuesta de la glucosa en sangre y la disminución en la sensibilidad de la insulina.

“La gente piensa que los edulcorantes son mágicos, pero la realidad es que tienen sustancias que a la larga dañan el organismo; algunos tienen una disminución en cuanto a la cantidad de calorías, otros tienen calorías; son productos industrializados que pueden producir daños a nivel renal, al corazón, páncreas e hígado, así como cuestiones metabólicas”, precisa la nutrióloga.

Asimismo, diversos organismos y asociaciones, nacionales e internacionales recomiendan que los niños no consuman edulcorantes no calóricos debido a que la exposición temprana y repetida al sabor dulce que proporcionan puede impactar sobre el desarrollo de preferencias por los alimentos dulces a edades tempranas y condicionar los hábitos de alimentación a lo largo de la vida.

Por otra parte, los niños son particularmente vulnerables al consumo de este tipo de edulcorantes por su menor peso y tamaño corporal, así como por la alta exposición que tienen al consumo de bebidas con edulcorantes no calóricos, ya que el 60 por ciento de las bebidas dirigidas a ellos los contienen.

La Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) recomiendan asegurar una alimentación saludable desde el nacimiento, pues esto ayuda a prevenir el sobrepeso y la obesidad, así como enfermedades vinculadas a ellos, como la diabetes y las cardiopatías.

Las corporaciones de comida chatarra y bebidas endulzadas aumentan la vulnerabilidad de la población mexicana ante la pandemia de SARS-CoV-2 aprovechándose del confinamiento para publicitar sus productos, como demuestra un registro realizado recientemente por la organización El Poder del Consumidor.

Edición: Elsa Torres


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