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Javier Becerril
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Jueves 25 de junio, 2020

El Dr. López – Gatell ha puesto de manifiesto la alta incidencia de mortalidad y las complicaciones en salud de enfermos por COVID-19, ha declarado sobre los malos hábitos alimenticios de los mexicanos y el poco nivel nutricional de nuestra alimentación, destacando las enfermedades crónico-degenerativas que aquejan a una gran mayoría de la población. Un cambio estructural de la economía mexicana fue pasar de un modelo de desarrollo “basado en la substitución de importaciones” a uno de “apertura comercial”; con la entrada de México GATT en 1986, y en 1994 entró vigor el TLCAN, un cambio estructural inminente. La mayoría de los ciudadanos que rondamos los cincuenta años, recordamos con nostalgia los hábitos alimenticios de las familias mexicanas en los 70’s y 80’s, en donde la mayoría de los hogares –principalmente—urbanos existía el hábito de guisar diariamente nuestro alimento. Habrá más de uno a quién le tocó “irse a formar a la fila de las tortillas” y recordar que día con día se recurría al mercado, a la carnicería y pescadería para comprar el alimento del día, no faltaba los frijoles y arroz, acompañado del agua de fruta de temporada. Más de uno recordará los productos de importación en "Chetumalito” o “Tepito”, todo cambió con la globalización.

El TLCAN promovió la Inversión Extranjera Directa (IED), y con ello la entrada de un sinnúmero de franquicias de [i]Fast-Food[/i]. Se recordará la primera sucursal de hamburguesas en México, las primeras cafeterías con venta de [i]hot-cakes[/i] o la puesta en marcha de pizzas, y la invasión de tiendas de autoservicio gigantescas, con gran similitud a los tamaños y volúmenes de venta que en el mercado norte americano. Los hábitos de consumo en México cambiaron en pocos años, las salas de cine, las tiendas de auto servicio, la forma de vestir, los tamaños y disponibilidad de bebidas gaseosas y energéticas. Expendios de autoservicio abiertos las 24 horas. Así la venta de tabaco, bebidas gaseosas, golosinas, y comida rápida al alcance de todos, con muchas promociones de al “2 por 1”.

La vida laboral también cambió con la IED, aunado a la pérdida paulatina del poder adquisitivo del salario real en la economía mexicana desde 1976 –pico máximo--, obligó a que más miembros de la familia y a una edad mas temprana se incorporarán al mercado laboral. Estas crisis, caída del poder adquisitivo e inflación, obligó a la migración rural – urbano en México. Nuevas fuentes de empleo trajeron la IED, con altas jornadas de trabajo y una considerable perdida de tiempo en el transporte para que la clase trabajadora llegue a su centro de trabajo. También obligó a que muchas mujeres se incorporaran al mercado laboral por convicción y desarrollo profesional o de forma obligada. Dejando un vacío considerable en los “buenos hábitos alimenticios”, ante este escenario el sustituto perfecto son los alimentos industrializados, con bajo contenido nutricional, y larga vida de almacén o refrigeración.

Los avances tecnológicos y nuevos dispositivos a nivel global, también ha modificado la vida cotidiana, se sustituyó “el trompo, el balero, el yoyo, jugar avioncito, etc.” por un teléfono inteligente o una tableta, se dejó de salir a jugar a los parques y con los vecinos “de la cuadra” para irnos a meter “al aire acondicionado” o “por seguridad” a un centro comercial (hoy [i]pet-friendly[/i]), lugares en donde se vende cualquier cantidad de alimentos y bebidas industrializadas. Por seguridad o confort migramos de los parques y jardines a estos centros comerciales. Hoy en casa existe más de un dispositivo para recrearse o enajenarse, y caer en la adicción de la internet, inhabilitando el movimiento físico.

Un principio de la economía es que los individuos y las empresas son “racionales” y buscan reducir costos y aumentar utilidades. Este mismo principio –aplica por pobreza— en las familias mexicanas, buscando que “el dinero alcance” y comprar lo más barato para su alimentación, no siempre lo más nutritivo, influyendo la disponibilidad de tiempo.

El principio de la economía es administrar los recursos que son escasos. Considero que los recursos federales que son escasos deberían invertirse en un megaproyecto de salud integral: ¿a usted, estimado lector, que le hace más falta: salud integral o un tren?

¿Por qué la contradicción: un México con riqueza biológica pero pobre nutricionalmente?

[i]*Profesor – Investigador F. Economía UADY[/i]

[b][email protected][/b]

Edición: Ana Ordaz


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