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El susurro de los cuidados

Rebeca Lane es una rapera feminista guatemalteca que lleva más de una década recorriendo escenarios
Foto: Juan Manuel Valdivia

“Donde otras sembraron semillas, hoy me han nacido flores”

Rebeca Lane

Quienes me conocen se ríen cuando hago una nueva amistad en algún sitio inusual. Así me doy cuenta del inesperado inicio de algunas de mis relaciones más entrañables. A dos de ellas las volví a encontrar el fin de semana pasado y, como voy a hablar de dos encuentros, esta narración es en dos partes.

Rebeca Lane es una rapera feminista guatemalteca que lleva más de una década recorriendo escenarios pequeños y grandes a lo largo de este continente y también del europeo. En algunas de esas vueltas de trabajo suele pasar por el país y la he visto en Ciudad de México, Bacalar, Mérida y ahora en Playa del Carmen. En ese andar también he podido conocer su trabajo y dejarme transformar por su lírica, traer su reflexión y su voz a espacios personales y profesionales, y sobre todo, seguir construyendo complicidad con el pasar de los años. 

A pesar de que trato de verla cada que viene a México, ahora llevábamos una pandemia y un poco más sin encontrarnos y en esta ocasión no venía sola, venía con la Vale. No sabía qué esperar, pues en mi contexto no suele haber bebés y siento que no sé cómo convivir con ellxs. Lo primero que me sorprendió al encontrarlas fue la imbricada red que tejían entre todas: se bajaron de la camioneta Audry, Rebeca, Panchita, Cami y la Vale, todas moviéndose de manera organizada para bajar maletas, carriola, mochilas y bolsas de manera sigilosa, eran ya casi las 11 de la noche y la Vale estaba dormida.

Como en esa noche, le pido a quien pasa sus ojitos sobre estas letras que baje la voz interna, que el texto se vuelva un susurro que apenas llega a su oído interior. Mientras la Vale duerme una red subterránea teje hilos bajo la piel. Para poder seguir trabajando detrás de un micrófono hay que entender que las condiciones con bebé modifican la labor, y que no es posible hacerlo sin otras muchas personas que abrazan con afecto el profundo esfuerzo que Rebeca y la Vale hacen para presentar su trabajo, y acompañar luchas feministas fuera de su territorio mientras ellas mismas construyen la propia día a día.

 

Lee: Rebeca Lane apuesta a la maternidad desde una perspectiva feminista

 

Junto con ellas puedo observar cómo de manera cotidiana se descubren formas de ayudar, acompañar y estar. Los ritmos cambian y con eso es más difícil que la Vale duerma, por lo que en este momento la voz interna con la que se lee este texto puede subir de intensidad y regresar a su tono habitual. Se preparan para salir luego de una comida vegana cerca del punto neurálgico de Playa del Carmen y nos subimos a la camioneta con un chofer que merece su propia crónica, para otra ocasión.

Al llegar al evento nos recibe una vulva inmensa hecha con telas rojas y rosadas, carteles con consignas, pañuelos verdes y un puñado de feministas, aún es temprano. Es el Segundo Festival de la Revolución Feminista, convocado por Siempre Unidas Playa del Carmen, y después de la llegada hay que realizar el soundcheck. Cami carga a Vale mientras Rebeca en su turno de probar se apodera del micrófono. La Vale observa desde el otro extremo de la sala cómo mamá le canta, y se miran todo el tiempo, un hilo ata sus miradas mientras la voz sale por las bocinas.

Durante la prueba recuerdo una conversación previa, donde Rebeca describe que la conexión que observamos en ese momento continuará durante el concierto. Cuando ella está en el escenario, a lo lejos la bebé baila con las cumbias, rompiendo un poco la calma del reposo porque con mamá música la estimula todo el tiempo con sonidos, cantos y arrullos. Después de ensayar las canciones que llevan años en su repertorio, y sus búsquedas más profundas de su último disco Florecer, Rebeca se bajará del escenario corriendo luego de derrochar sonrisas, fuerza y voz.

La red de cuidados y de afectos se refina con el paso del tiempo y la experiencia. Después de la prueba de sonido observo a Panchita como un rayo resolviendo detalles y a Audry conversando y organizando la logística para lo que resta del día. Para cuando se suben a la tarima la primera parte de esta narración va cerrando sus ojitos, poco a poco. La Vale se inquieta y le cantan su canción favorita que requiere ser acompañada por chasquidos de dedos: 

“Pobre ratón, 

¿dónde te has metido?

en esta casa no eres bienvenido” 

Mientras ella se va quedando dormida, nosotrxs seguiremos el andar del texto y sabremos un poco más de Audry, la autogestión y los acuerdos, pero mientras, hablemos cada vez más bajito porque alguien está durmiendo en la habitación.

“Pobre ratón, 

¿dónde te has metido?

en esta casa no eres bienv…” 

Shhhh 

Silencio. 

@RuloZetaka

 

No dejes pasar: Lo importante es reivindicar qué significa ser mujer en este territorio: Rebeca Lane

 

Edición: Ana Ordaz


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