Si no oscilas, no tintineas

Lo extraño, lo inesperado, lo oscuro, los fantasmas y su huella en el entorno son la materia con la que suele trabajar Bernardo Esquinca en su literatura, y no podía ser de otra manera en el último relato que nos entrega: El señor Ligotti (Almadía, 2019).

Se trata de una novela corta que gira en torno a ese extraño personaje que le da nombre y su relación con un escritor en situación de indefensión ante lo que él nunca consideró peligroso hasta que la sombra del señor Ligotti llena su espacio. Con esa misma sombra van creciendo la incredulidad y los temores que, por aparentar que son fantasías de su mente cansada, se vuelven cada vez más concretos, tanto como ese lema que aparece en latín desde la presentación misma del extraño: “si no oscilas, no tintineas”. Su sentido más profundo nunca habrá de aclararse, ni para el personaje ni para el lector que se lo lleva consigo aún después de cerrar el libro. Aún a la hora de escribir estas notas.  

La novela trata de un joven escritor con problemas económicos y que, como tantos otros, no encuentra editor cuando es generosamente contratado para escribir un texto, el que desee, sin plazos ni mayores exigencias: sólo escribir. Inclusive el extraño señor Ligotti le ofrece un departamento para vivir con su esposa embarazada en un hermoso y antiguo edificio de la colonia Roma de su propiedad con la sola condición de que le permita visitarlo cuando él quiera.  

Y se reproduce en torno al señor Ligotti ese lema en latín que dice en nuestra lengua “si no oscilas, no tintineas”. La primera señal de algún enigma o toda una declaración de principios que envuelve al personaje y se convierte en una duda constante para descubrir lo que desea significar el extraño personaje que, como era de esperar, acaba por descomponer el matrimonio del escritor y se va apoderando de su vida.

Bernardo Esquinca es ya un maestro del género, capaz de jugar con las respiraciones de sus personajes y afectar las de sus lectores. Tal es, en realidad, el secreto del género: el concierto de las respiraciones. Sin conseguir ese concierto, los relatos, inertes, carecerían de resonancias.

Nacido en Guadalajara, Jalisco, en 1972, Bernardo Esquinca es uno de los narradores mexicanos más sobresalientes de su generación y un indiscutible maestro de un género al cual se ha acercado no sólo como creador sino como lector voraz. Tal vez, inclusive el título de su última novela sea un guiño o algún tipo de homenaje a Thomas Ligotti, uno de los creadores menos conocidos de esa literatura que, en inglés, acostumbran llamar weird para diferenciarla con buen cuidado de la novela negra.

No es la primera novela en que deja sus guiños y homenajes a sus modelos literarios. Lo hizo de manera rotunda en la anterior que no sólo lleva desde el título el nombre del maestro indiscutible sino que lo vuelve su personaje central, Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe, también publicada por Almadía, en 2018.

Y ese Poe detectivesco convive con personajes reales de la historia norteamericana como el Espartaco de la época del sur más profundo que encabezó una de las más famosas revueltas de esclavos, Nat Turner, como el famoso empresario circense P. T. Barnum o el iniciador del periodismo amarillista y de nota roja James Gordon Benett.

Al fin de Las increíbles aventuras del asombroso Edgar Allan Poe, Esquinca instruye sobre ellos a sus lectores, así como sobre el crimen que acaba con la vida de Mary Rogers y sobre la Universidad de Charlottesville a la cual asistió el verdadero Poe. Para oscilar hacia ese preciso norte apunta la brújula de Bernardo Esquinca.

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Edición: Ana Ordaz