Joan Serra

Texto y fotos: Joan Serra Montagut
La Jornada Maya

Viernes 24 de junio, 2016

La cordillera de los Pirineos se extiende por el norte de la Península Ibérica y delimita este territorio con los dos países vecinos, Andorra y Francia. Es en el sur de este último país donde se encuentra un monte llamado Canigó, que para la cultura catalana es una especie de templo natural, un lugar sagrado que conserva las raíces de esta cultura milenaria que se extiende también por el sur de Francia, un territorio arraigado y reivindicado llamado Catalunya Nord. El Canigó ha sido escenario de mucha literatura, sobre todo cuando el poeta catalán por antonomasia, Jacint Verdaguer, presente en todos los programas didácticos de literatura en las escuelas catalanas, escribió un largo poema épico cuya trama sucedía en este pico de más de casi 2 mil 800 metros de altura. En sus faldas se encuentra el Monasterio de Sant Martí del Canigó y Sant Miquel de Cuixà, construidos mucho antes de que estas tierras ahora francesas dejaran de ser oficialmente catalanas. Es precisamente en estas comarcas donde surgió la nación catalana. El Canigó es, consecuentemente, un símbolo de Catalunya y de su lengua desde hace más de mil años.

Hace 50 años, se inició en la cima del Canigó, donde se levanta vetusta y valiente una cruz, una costumbre que, a su vez, se mezcla con una tradición catalana muy enraizada que coincide con las tradiciones paganas mediterráneas del solsticio de verano. El 22 de junio, se prende una gran hoguera que es vigilada durante toda la noche por decenas de curiosos. Al día siguiente, bajan hasta Perpiñán con antorchas encendidas y de ahí el fuego se reparte por muchos municipios de Catalunya (más de 350) para que se puedan quemar las hogueras de la Noche de San Juan (Nit de Sant Joan), que se celebra cada 23 de junio y que es un acto de purificación colectiva a través del fuego, los petardos y la remembranza de los rituales ancestrales. Es, sin duda, una noche mágica, de fuego, en la que todas las personas convierten en ceniza todas sus preocupaciones y sus miedos a través del fuego sanador. Al fuego que baja de la cima del Canigó se lo conoce como Flama del Canigó y es un símbolo de la persistencia y la vitalidad de la cultura catalana. El fuego es el gran protagonista, también, de otra tradición pirenaica relacionada con el solsticio de verano y con Sant Joan (San Juan): las fallas de los Pirineos. En varias localidades como Taüll, donde se conservan manifestaciones archiconocidas del románico, varias personas se deslizan, como si fueran una serpiente de fuego, por toda la montaña con antorchas enormes encima del hombro que luego arderán en el centro del pueblo. Hace un año las Fallas de los Pirineos fueron incluidas por la UNESCO en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Lejos de las montañas, en todas las poblaciones de Catalunya se festeja con algarabía esta noche esperada durante todo el año que da el toque de salida a la temporada de verano y de calor y que es sinónimo de diversión, amor y transformación. En la Noche de Sant Joan pueden pasar muchas cosas, todas ellas buenas. Mérida podrá disfrutar de esta fiesta tan especial en la sede social del Casal Català de la Península de Yucatán, donde cada año se mezcla en estas fechas la hoguera catalana con el ritual del fuego sagrado a cargo de un grupo de sacerdotes mayas comandados por Valerio Canché. El evento es gratuito y se realizará hoy a partir de las 8pm. La sede del Casal Català se encuentra en la calle 14 (número 187) entre las calles 23 y 25 de la colonia García Ginerés (informes al 925 11 55).

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[b]Mérida, Yucatán[/b]