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Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: @Infolliteras
La Jornada Maya

Miércoles 03 de mayo, 2017


La secta de los ítalo apocalípticos de Xul volvió a los reflectores, luego de que la italiana Simona Novelli acudió a la Fiscalía General del Estado (FGE) a denunciar el secuestro y tortura de sus hijos, así como amenazas a su persona.

Simona Novelli no es una italiana cualquiera, o una más de la secta, fundada por la mexicana Carolina Zalce. Simona, quien llegó al menos desde 2012 a Yucatán, era portavoz del credo. De hecho, en diversas entrevistas con medios de comunicación locales (aún disponibles en la web), se identificó de tal forma mientras –sonriente– mostraba algunos aspectos de la comunidad que erigieron en Xul, y que llamó la atención de medios nacionales cuando se comenzó a hablar que propalaban el fin del mundo.

A contrapelo de lo señalado hace algunos años, presentando a la secta como una armoniosa comunidad en medio de la selva, Simona lanzó acusaciones que se han repetido en numerosos casos, de los que hemos documentado varios con nombres y apellidos entre México e Italia: abusos, violencia y acoso cometidos por los miembros de la secta y la misma Carolina Zalce.

Y en efecto, el otrora rostro sonriente de Simona era sollozante y desesperado cuando acudió a pedir ayuda a la FGE. Un grupo violento de unos 30 italianos la acosaba, inclusive en el aula del Poder Judicial, tras haber irrumpido en su casa y agredido a un periodista de Telesur. Tres de ellos fueron encarcelados por unos días, tras meterse ilegalmente en el domicilio de Simona.

Explicó pasó casi un año sin tener contacto con sus hijos, secuestrados por los Apocalípticos de Xul (como intitulé un cuadernillo publicado en 2014, con una amplia investigación realizada entre México e Italia) sin que le permitieran verlos.

Novelli denunció también “torturas” por parte de los miembros de la secta, pues la amarraron a una silla –según dijo– y señaló las maniobras para intentar hacerla pasar como loca por su marido, quien aún milita en la organización.

Tras estas denuncias, Simona obtuvo la custodia de sus hijos en el juzgado primero de oralidad familiar en Mérida apenas el pasado viernes, en un sorprendente giro del caso de sustracción de menores llevado a cabo por la secta de Xul.

Debido seguramente a la presión mediática del caso, y a que involucra extranjeros, la juez dio la custodia a la madre, quien por fin recuperó a sus hijos (de dos y tres años) ese mismo día.

La juez analizó el caso y se apegó a derecho estrictamente, explicó su abogada, Dariana Quintal Narváez, experta en la materia, y quien ha llevado varios casos similares. Una de las causales por las que se determinó el cambio de custodia fue que el marido incumplió en presentar a los niños al Secofay, señaló Quintal a las puertas del mismo tribunal.

De acuerdo al mismo Código Familiar, cuando hay un incumplimiento a un mandato judicial, automáticamente se debe revocar la custodia al padre que en ese momento tenga la custodia provisional, explicó Quintal Narváez.

Pero no todo termina aquí. Según nos dijo Simona, fue amenazada por su todavía marido, de quien ahora buscará la separación. Es decir, para ellos, el caso no estaba concluido.

Según la investigación realizada en Italia, Carolina Zalce obtuvo el 23 de junio de 1989 un acta pública para operar El Centro en el idílico lago italiano de Bracciano. El 12 de junio de 1992, las autoridades de ese país aprobaron su constitución como asociación y ente moral, con un decreto del Ministero dell’Interno (equivalente a la Secretaría de Gobernación). Sin embargo, en 1998, el mismo Ministero dio a conocer una lista de las sectas consideradas peligrosas que operaban en Italia; entre éstas se encontraba la organización fundada por Zalce, quien puso pies en polvorosa y regresó a México tras saber que había sido acusada de fraude y plagio.

Zalce se instaló primero en Veracruz, donde fundó un centro (llamado Hotel Casa Azul, ubicado en las inmediaciones del río Kilate) y siguió operando desde México para enrolar italianos y traerlos a nuestro país a través de un discurso sincrético y esotérico. Posteriormente puso los ojos en Yucatán y en 2008, tras “adquirir” el terreno en Xul (que significa, precisamente Fin del Mundo) en medio de un litigio en el que fue acusada de ocuparlo de forma ilegal, comenzó a erigir la nueva comunidad propalando el bulo del inminente fin de la humanidad para el 2012.

Hasta ahora, ni la dirección de Asuntos Religiosos del gobierno del estado, ni la delegación de la Secretaría de Gobernación han puesto atención a la secta de Xul. Pero como dice Simona: “Tengo miedo, fui torturada en el nombre de dios”.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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