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Joan Serra Montagut
La Jornada Maya

Lunes 22 de mayo, 2017

Desde el avión, Riyadh es, como siempre ocurre en las llegadas nocturnas, un entramado inclasificable y luminoso. En esta ocasión, en medio del desierto y en una región, el Próximo Oriente, que suscita muchas emociones a veces contrapuestas. El motivo por el cual visito Arabia Saudita es la asistencia al Foro Internacional de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que la Unesco organizará en pocos días junto a la MiSK Foundation, institución benéfica que preside Mohammed Bin Salman, hijo del rey árabe Salman bin Abdul-aziz Al Saud y futuro monarca de este país enorme. Es la primera vez que una experiencia internacional de este calibre se celebra en el país que abraza el corazón de la cultura musulmana: La Meca.

[b]Debatiendo sobre el impacto social de la juventud[/b]

La conferencia internacional, que este año se basa en la juventud y su impacto social, acogerá 400 organizaciones de 70 países y más de 2 mil delegados registrados, de los cuales el 70 por ciento tienen menos de 35 años. Los temas a tratar serán, entre otros, el potencial de la participación juvenil para el cambio social; la juventud y el entorno digital; la diversidad cultural como una dimensión esencial del diálogo intercultural; las competencias que deben tener los jóvenes en la actualidad, la juventud y la construcción de paz y la educación para un futuro sustentable.

Aún no lo sé, pero al finalizar el foro habré vivido una de las experiencias más interesantes e intensas de mi vida, conociendo a personas de todo el mundo, compartiendo con ellas la dicha de ser diferentes e iguales al mismo tiempo, celebrando la paz que surge de una sonrisa y de una mirada amigable, de una conversación trivial y de un silencio compartido. Junto a todos mis nuevos hermanos experimento la esencia de la humanidad, el diálogo intenso que surge de improviso cuando dos corazones se unen. Nigeria, Islas Mauricio, India, Egipto, China, Indonesia, Francia, España, México… y en este baile de color, dos lugares encontrados, dos visiones en el espejo: las culturas árabe y maya. América Latina y el Próximo Oriente. El contraste es fuerte y alentador.

Ya en tierra, me dispongo a mezclarme con la realidad de este país que tiene en sus raíces la sangre beduina, la lectura de las estrellas en el desierto y el nomadismo, a pesar de que durante las últimas décadas se haya modernizado súbitamente gracias a las cantidades ingentes de dinero proveniente de la venta del [i]oro negro[/i], que brota desde el vientre de este país como un géiser de fortuna. Arabia Saudita es ahora un mapa geográfico pero también emocional; un lugar recóndito que me abre sus puertas para que lo explore y también explorarme a mí mismo. Estos dos días tendré la suerte de compartir con la familia de mi amigo Rashed y sobre todo con su hermano Hamood (excelente anfitrión) la experiencia árabe en esencia. La hospitalidad es enorme y yo me enraízo en esta cultura que aún bebe de las costumbres de las tiendas beduinas, comiendo dulces y tomando té sentados encima de una alfombra, sin más compañía que el afecto y la palabra.

[b]Reconocimiento internacional de una asociación yucateca[/b]

A mi llegada a Riyadh me notifican, por sorpresa, que la asociación yucateca que coordino, SOM Editorial Colectiva, creadora del Proyecto Ja’ab, es una de las cinco ONG finalistas entre los 70 proyectos que se presentaron al [i]MiSK Global Award for NGO Innovation in Youth Empowerment[/i], una competición internacional convocada por la fundación anfitriona. SOM ya había sido reconocida anteriormente con otros premios a nivel nacional, regional e internacional. A la espera de conocer el resultado de la premiación, me dispongo a vivir la experiencia sin pensar mucho en ello.

Finalmente, y después de compartir ante todo el auditorio la esencia de nuestro proyecto institucional y antes de que Irina Bokova, directora general de la Unesco, haga el cierre oficial de la conferencia, el presentador del evento nos comunica que todos los finalistas somos ganadores y acreedores de un apoyo por parte de la fundación MiSK que nos permitirá desarrollar los proyectos que propusimos; en nuestro caso la internacionalización de nuestra metodología de escritura colectiva, que tan buenos resultados dio en la región maya permitiendo construir una colección de 12 libros hechos por más de 600 jóvenes de El Salvador, Honduras, Guatemala, Belice y México.

Después de tanto esfuerzo, por fin se abren las puertas. Una asociación yucateca está a punto de alzar el vuelo y demostrar, con un ejemplo regional, que es posible generar diálogo y paz con la creación colectiva. Hoy, Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, SOM Editorial Colectiva cumple tres años con la firme intención de seguir construyendo puentes de entendimiento a través de la escritura comunitaria.


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