de

del

Kálmán Verebélyi
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Domingo 26 de marzo, 2017

Son pasadas las doce del día. El sol abrasa con su furia tropical. Llego al paradero de los [i]Castamay[/i] a un costado del mercado. No me fijo en los garabatos pintados en el parabrisas, cualquiera me lleva hasta cerca de la [i]Novia del Mar[/i]. Cuatro rutas parten del mismo lugar, van transitando por las mismas calles, avenidas hasta bifurcarse como las puntas del pelo para llegar a su destino final en alguna colonia popular al norte de la ciudad de Campeche.

El chofer está asomado por la ventanilla. Intercambia palabras con el checador. Su mano derecha está [i]pizcando[/i] las monedas de la caja registradora de madera. La palma de su mano se llena de monedas. La saca por la ventana. El checador extiende su brazo. Encuentro de dos manos. La del checador aterriza en el bolsillo, con la otra entrega el cartoncito mágico del que depende el desempeño del conductor para la empresa. Si los números, el tiempo de arribo obligado coincide con el de la llegada de la unidad, no hay castigo. Cada minuto equivale a alguna sanción económica. El checador es el dueño de la cartera de los choferes.

Las monedas equivalentes al pasaje de siete pesos se están humedeciendo en mi mano para cuando logro entregarlo. Mi ojos buscan un asiento libre. La fila derecha está bañada de los rayos del sol. Hago un rápido ejercicio mental dibujando el mapa de la ruta en la mente para saber dónde cambiará de posición el "sol y sombra". Es a la altura del Baluarte de Santa Rita.

Elijo los asientos que están a mi lado derecho. Las filas de los asientos dobles ofrece múltiples posibilidades. A esta hora hay pocos pasajeros en el mercado, más adelante irá recogiendo a los niños de la primaria, luego del kínder, la prepa. Hasta llenarse.

Me siento en una asiento del pasillo y observo que mis rodillas chocan con el respaldo. Es desagradable. Intento acomodarme, la presión no cesa. Me paso a la fila de la izquierda donde cómodamente quepo. Los camiones recién adquiridos tienen una fila de asiento de más en un lado, en unos a la derecha, en otros a la izquierda. Supuestamente para ofrecer un servicio más cómodo. Imagino qué haría [i]Mike[/i] Jordan en un camión urbano tipo Boxer. Se jorobaría en forma de una "L" invertida para introducirse en el interior del camión. Sólo en formato [i]zip[/i] lograría sentarse.

Salimos, por fin, a paso de tortuga. El paso peatonal junto a [i]La Verbena[/i] a esta velocidad parece ser como si intentáramos conquistar las Himalayas. El motor pierde fuerza, el chofer pisa el acelerador para vencer el obstáculo. Seguimos hacia el siguiente semáforo al mismo ritmo. Con un frenazo leve, la unidad se detiene. Treinta y cinco segundos de ganancia para el chofer.

Frente al Seguro Social, el conductor empieza a colocar meticulosamente las monedas en las ranuras de la caja registradora. Se tarda un minuto. Acomoda el cartoncito en otro lugar. Bebe unos tragos de refresco. Nota que una señora le hizo una señal para que la esperara. Está a un par de metros, sus piernas tienen poca fuerza para trasladar el peso de su cuerpo. "Gracias, [i]orita[/i] le pago", dice y ocupa el asiento de mero adelante. El chofer, como cobrador paciente, espera. Acomoda las monedas. Desliza su mano a la palanca de velocidades.

Estoy empapado de sudor por el calor, por el asiento de plástico. Envidio al chofer. El ventilador justo frente a él lo mantiene fresco. Finalmente la unidad de servicio urbano de transporte de pasajeros se mueve y como caballo de carrera empieza a correr. Frena, suena el claxon de aire si algún vehículo intenta meterse en su carril. El aire, como viento huracanado fluye en el camión. Las temperaturas han bajado. La sudoración cesa.

Avanzamos a buen ritmo. Recogemos a los niños de primaria acompañados por sus mamás, a los chiquillos del kínder. A la altura de Guadalupe, de lejos, se ve que el tráfico está atorado, debido a los estudiantes de las dos prepas que para atravesar la avenida optan por ir como los gansos silvestres, en fila. Uno detrás del otro.
Gracias a los letreros del paso preferencial para peatones. El camión se llena de estudiantes, de mochilas llevadas en la espalda. El pasillo está bloqueado. Me siento afortunado para estar sentado.

La carrera del caballo se acelera, se está acercando al próximo checador. Yo también estoy llegando a mi destino, intento abrir paso en la valla humana, lo logro y aprieto el botón rojo en señal de mi intención. El chofer acciona los frenos, abre la puerta de atrás, estamos en movimiento. El Camión está brincando en las imperfecciones del crucero. Se detiene. Me bajo y respiro aliviado.

[b]El fin de una época[/b]

No me quejo. Recuerdo la época de la [i]Cooperativa Esperanza[/i], unas tres décadas atrás, cuando era un privilegio viajar en autobús urbano. No por el precio, sino porque uno no sabía cuándo llegaba alguno de estos camiones pintados en color naranja tornado a rojo. Había dos rutas. Diez camiones prestaban el servicio, en caso de no estar en el taller en reparación. Los choferes eran dueños de la suerte de los que estaban a bordo. Si tocaba la hora del desayuno, el conductor estacionaba su unidad, bajaba, pedía su plato favorito, mientras los pasajeros amontonados en el interior del camión masticaban cada bocado con el chofer.

Era una época anárquica. El crecimiento de la ciudad impuso la entrada de más concesionarios, de más unidades. Hoy día en la ciudad de Campeche prestan servicio 327 camiones urbanos, en Carmen 153, en Escárcea 15 y en Champotón 17. Salvo unos cuantos, todos son de la misma estructura física: una cajuela, llamada carrocería, con asientos instalados sobre un chasís de camión de carga. Esto explica su longitud de 8 metros con 70, la rigidez de sus amortiguadores. Sin que haya letrero, la gente de experiencia sabe que con hemorroides activos no debe sentarse en la fila de mero atrás.

Hasta el 2008 la ley de la selva imperaba. Sus residuos, para nuestros días, se sienten a pesar de los esfuerzos del Instituto Estatal de Transporte (IET). Apenas el 23 por ciento de los pasajeros está satisfecho con el servicio. Las carreras entre los conductores son constantes, cada semana se producen accidentes por la imprudencia de los conductores. Hay que reconocer que en los últimos tiempos, desde la entrada de la presente administración se ha avanzado, los camiones ya circulan con las puertas cerradas, por ejemplo, pero los vicios, y los privilegios heredados siguen presentes.

Las rutas están trazadas conforme a una supuesta demanda de pasajeros, pero no existe un mapa de rutas de camiones urbanos que proporcione información para los que no conocen todos los sitios, que en teoría son “comunes”.

El transporte urbano no llega a muchas colonias, y las condiciones de seguridad en algunas zonas, como la Zaragoza, la Miguel Hidalgo, para no mencionar otras, obligan a recortar el itinerario establecido. Después de las nueve de la noche sólo la entrada es segura.

[b]Campeche utópico[/b]

La necesidad del cambio creó la posibilidad de pensar que en un futuro Campeche sería una ciudad sustentable que entre tantas medidas habría de transformar el transporte urbano.

Bajo esa perspectiva no parece ser utópico que en las calles y avenidas de la ciudad circulan autobuses con las características que podemos experimentar en algunas rutas en Reforma de la capital de la República y en todas las ciudades del llamado “Primer mundo”: aire acondicionado, asientos forrados con tela, espacios amplios para los pasajeros con equipaje voluminoso, junto a las puertas dobles para el ascenso y descenso, señalización interna con la leyenda de la “próxima parada”.

El hombre es un animal raro: siempre quiere más en cantidad, mejor en calidad, más comodidad. Habrá de llegar ese tiempo. En unos años, 10-20 tendremos la respuesta. Mientras, sufrimos como ganado arrimado en los camiones tercermundistas.

[i]Campeche, Campeche[/i]


Lo más reciente

Exigen a candidaturas de Yucatán atender agenda en materia de agua y territorio

Son 14 consensos dirigidos a todas las personas que ocupen un cargo de elección popular

Astrid Sánchez

Exigen a candidaturas de Yucatán atender agenda en materia de agua y territorio

Valdez y Negrín dominan en la LMB, como lo hicieron hace cinco años

Elián Leyva, con tres triunfos consecutivos, al igual que el diablo Trevor Bauer

Antonio Bargas Cicero

Valdez y Negrín dominan en la LMB, como lo hicieron hace cinco años

Trabajadores hoteleros de la Riviera Maya aprovechan la temporada baja para tomar vacaciones

El 30 por ciento de los empleados está en su periodo de descanso: CROC

Miguel Améndola

Trabajadores hoteleros de la Riviera Maya aprovechan la temporada baja para tomar vacaciones

Policías desalojan campamento pro palestino en Universidad George Washington

Los agentes usaron gas pimienta y arrestaron a unos 30 manifestantes

Afp

Policías desalojan campamento pro palestino en Universidad George Washington