Juan Manuel Contreras
Foto: Especial
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 8 de junio, 2018

El abandono de la figura y la elección de lo abstracto como forma de recuperar el pasado, es un factor que caracteriza la obra del maestro Gabriel Ramírez Aznar, quien será homenajeado como parte del ciclo Legado y Permanencia de Tres Pintores Yucatecos, organizado por la Fundación Cultural Macay.

El conversatorio se llevará a cabo en el marco de la celebración de los 80 años de vida de Ramírez Aznar, quien ha destacado por sus aportaciones durante más de cinco décadas en sus tres grandes pasiones: la pintura, el cine y la literatura.

“Es un artista en constante evolución, ahí radica la importancia de éste homenaje”, explicó Gibrán Román Canto, organizador del encuentro, y destacó que el pintor continúa activo; y recientemente inauguró la exposición Gabriel Ramírez, hoy.

Dicha muestra, está integrada por 23 acrílicos de manufactura reciente en los que es posible apreciar cambios en la composición, formato y ejecución del también integrante de la generación de La Ruptura; y está abierta al público en las salas 1 y 2 del Macay.

En la conversación, la escritora Ana García Bergua realizará una introducción interpretativa de la obra del pintor yucateco. Por su parte, el periodista y gestor cultural Christian Núñez, discutirá a partir de la noción de rebeldía, los elementos esenciales de su obra visual y literaria.

El evento finalizará con la intervención del sociólogo Luis Ramírez Carrillo -sobrino del artista-, quien compartirá con los asistentes una visión personal del homenajeado, más allá de su labor plástica y literaria.

“Yo no soy crítico de arte, pero conozco al personaje y su obra desde que era niño. Mi participación consistirá en esbozar la dimensión humana de Gutierrez Aznar”, presentó el académico en entrevista con La Jornada Maya.

Uno de los elementos que resaltará durante la charla, es el origen de la obra del virtuoso; y cómo éste literalmente “sacó agua de las piedras de Yucatán”, pues hace hincapié en que toda su formación ha sido de manera autodidacta.

“Él pasó en Yucatán los años más felices de su vida, esos años que te hacen creer -porque no siempre es cierto- que Mérida es el paraíso, el pasado es el paraíso; la infancia es el paraíso, cuando añoramos un lugar, añoramos nuestro propio ‘yo’ en el pasado”.

Gabriel nace en el Yucatán de 1938: un estado de crisis total, ya que se había acumulado una década de depresión económica; el auge henequenero desapareció con la crisis de 1929 y Mérida lo resintió. Nació en un momento muy adecuado para participar en la ruptura estética que tuvo la pintura mexicana a partir de los años 50.

Fue en el año 57 que abandona Yucatán y se va a México, -al igual que muchos otros de su época- para dedicarse de lleno a las artes; y por supuesto a la pintura. “Tenía una vocación natural y una facilidad con la muñeca, además de un punto central de representación estética”, recordó Ramírez Carrillo.

La “curiosidad pictórica” del maestro comenzó en la capital del país, en donde por muchos años realizó todo tipo de trabajos, hasta que se interesó por las exposiciones de artes plásticas; esto dio pie a que optara por auto educarse en la materia.

“Sus primeras obras tienen un intento figurativo. Su trabajo se caracteriza por su fuerza expresiva y el uso del color. Había un talento natural muy fuerte y una voluntad estética muy definida”, mencionó el entrevistado. Gabriel pinta y luego de cierto tiempo, Vicente Rojo, diseñador de la revista Nuevo Cine, se interesa por su obra. Un día se presenta con Juan Martín al improvisado estudio (un cuarto de azotea) de Ramírez Aznar y éste lo invita a su primera exposición en su galería, “entró por la puerta grande”.

Durante esa época, Ramírez Aznar se fue enganchando con los pintores que ahora conocemos como el movimiento de La Ruptura. En los años 50, tres grandes muralistas habían creado la escuela mexicana de pintura: Siqueiros, Orozco y Rivera.

“Se había vuelto el discurso oficial, era ‘la pintura de portada del libro de texto gratuito y de pared de escuela pública’, era ya la estética del régimen priísta de los años 60, situación que generó el impulso de La Ruptura, que se atrevió a romper el control hegemónico que había sobre los espacios públicos”, abundó el sociólogo.

Para Ramírez Carrillo, mucha de la pintura abstracta consiste en el pintor apropiándose de elementos externos, planteándolos y diciendo algo; otra clase de pintura es en la que el ejecutante necesita reflejar sus emociones y pensamientos más íntimos a través del color, “la pintura de Gabriel corresponde a éste segundo tipo de planteamiento estético”. “El abandono de la figura y la elección por lo abstracto es una manera muy emotiva de recuperar el pasado; el pasado aquí son los colores, el sol y la luz de Yucatán, frente a la agresión eterna del Distrito Federal. A él siempre le molestaron las mañanas grises y depresivas de la capital”.

El conversatorio tendrá lugar en el CEVIDI, al interior del Museo Fernando García Ponce, el 15 de junio a las 11 horas. La entrada será libre.


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