Una pandemia para regresar el orden al universo deportivo

Miguel Ángel Cocom Mayén
Foto: Getty Imges
La Jornada Maya

Jueves 9 de abril, 2020

El fantasma de la inverosimilitud recorría las ligas deportivas de Europa y del Mundo.

En Inglaterra, por ejemplo, el Liverpool se encaminaba a obtener su primer título de liga después de más de tres décadas sin levantar un trofeo que, en los últimos años, se había acostumbrado a lucir únicamente en las vitrinas de los conjuntos de la ciudad de Manchester. Así, el equipo cuyo himno es "You'll never walk alone", se dirigía en solitario a la conquista y con una cómoda ventaja de 25 puntos respecto a su competidor más cercano.

También, en nuestro país la narrativa del balompié local iba un tanto desencaminada. El Cruz Azul figuraba en el primer lugar de la tabla, le ganó el último partido al Club América y su portero se dio el lujo de atajar un penal en los minutos finales del encuentro. Tan extraño resulta que la Máquina Celeste escriba páginas victoriosas, que este encuentro se tuvo que jugar a puerta cerrada. Poco o nada que rescatar en la historia reciente y ahora resulta que sus escasas proezas se gestan en un estadio vacío.

En la NBA, el equipo de Golden State se ubicaba en la última posición de la Conferencia del Oeste, a 35 partidos del primer lugar. De tal forma que al conjunto que ha disputado las últimas cinco finales de la liga, ya sólo le quedaba pensar en la próxima temporada para intentar recobrar el ritmo habitual de victorias. Los Guerreros, con sus principales jugadores en la lista de lesionados, no han podido ni meter las manos frente a los equipos de los Lakers y Milwaukee.

En el fútbol americano, Tom Brady, brazo insignia y punto de referencia por 20 años de los Patriotas de Nueva Inglaterra, última gran dinastía de la NFL, anunció su cambio de equipo para competir, a partir de la siguiente campaña, bajo los colores de los Bucaneros. Con seis anillos de campeonato, y una sortija que da testimonio de su matrimonio con Gisele Bündchen, Brady llegará al estado de Florida con más títulos que los obtenidos en conjunto por los equipos de Tampa Bay, Miami y Jacksonville.

La historia tiene cierta lógica que le da orden y coherencia. Asimismo, el deporte tenía ciertos patrones que le daban unidad y congruencia. Sabíamos que el Liverpool no ganaba campeonatos en la Premier League y teníamos claro que una de las costumbres más respetadas por el Cruz Azul era perder, y feo, con el América. Del mismo modo, dábamos por sentado que los Guerreros de Golden State iban a jugar las finales de esta temporada y que Tom Brady seguiría conduciendo los destinos ofensivos del equipo de los Patriotas.

Y sí, es cierto que en los estadios siempre hay espacio para los milagros. Pero cuando los milagros se dan en racimo y no de forma esporádica, entonces se pierde el carácter disruptivo de estos eventos. Entonces, la trama pierde coherencia y es necesario que suceda algo para que no se desate el caos y se mantenga la lógica y estructura interna.

En el teatro clásico, los griegos tenían un recurso muy peculiar para solucionar este tipo de situaciones y paradojas; por medio de un mecanismo, podía ser una cuerda o una especie de grúa, introducían a una deidad en el escenario para que desatara el nudo de los problemas, resolviera conflictos y, sobre todo, se restableciera la coherencia en el relato.

Así, ante tantos sucesos ilógicos e inexplicables que se estaban gestando en las canchas y estadios de todo el mundo, las deidades reflexionaron, debatieron y acordaron introducir un elemento externo a la trama para devolver cierto equilibrio y preservar las costumbres.

Tal vez fue algo drástico el hecho de imponer una pandemia a la humanidad sólo con el objetivo de retrasar el título del Liverpool o hacer que el Cruz Azul recuerde que no debe, por ningún motivo, ganarle al América, pero hay que estar de acuerdo que situaciones fuera de lo común se deben resolver con medidas extraordinarias.

La pelota debe seguir girando, sólo que sin tantos giros en la trama.

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Edición: Elsa Torres