Epitacio Gutiérrez López y esposa, arriban al ejido Aquiles Serdán, mejor conocido como Chuiná, en el municipio de Champotón, para rendir veneración a la Virgen Dolorosa.
Son aproximadamente las 3 horas del Domingo de Ramos, pero ellos decidieron acudir a dar gracias a la Virgen de Chuiná, en su santuario, que hoy se constituye el centro religioso más importante del sureste del país.
Arriban
Al igual que “Pita”, como cariñosamente lo conocen, que partió de Isla del Carmen, aproximadamente a las 13 horas, a bordo de su motocicleta, miles de personas de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, en bicicletas, en autos, en autobuses.
Al llegar a Chuiná se deben cubrir 30 pesos por vehículo, cuota que cobra el Ejido para permitir su ingreso al sitio.
En el lugar se cuenta con elementos de la policía y de cuerpos de socorro, atentos a cualquier contingencia que pueda presentarse.
Los visitantes buscan áreas comunitarias para estacionar sus unidades, "colgar" sus hamacas de los árboles cercanos o instalar sus casas de campaña, para posteriormente acudir al Santuario de la Virgen de Chuiná, encender sus veladoras, aceites o entregar sus promesas.
Hay que hacer una fila que llega a prolongarse hasta por 5 o 6 horas, dependiendo de la afluencia de personas, que avanzan entre puestos que ofrecen diversos productos religiosos, esotéricos, ropa, alimentos, juguetes, entre otros.
Veneración
Desde el viernes 27 de marzo inició el peregrinar de devotos que se prolongará hasta el jueves Santo, ya que de acuerdo con la tradición nadie deberá permanecer en el sitio el viernes.
El ir y venir de personas es constante, por lo que el Santuario de la Virgen de Chuiná permanece abierto durante toda la noche, para permitir que sus fieles acudan a ella para dar gracias o para pedir su intervención.
Edición: Fernando Sierra
Durante el hecho falleció otro joven y una mujer resultó lesionada por arma de fuego
La Jornada
Una reserva amenazada por la captura ilegal, la política y el daño ambiental
Rafael Robles de Benito
El sujeto es señalado por el delito de secuestro agravado
La Jornada
