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La Jornada Maya

Bangkok
Jueves 5 de diciembre, 2019

El río Mekong ha adquirido un color azul verdoso que puede encantar a los turistas, pero hace sonar campanas de alarma.

Las aguas del río son generalmente amarillentas, con un tenue tono marrón debido a los sedimentos que arrastran. Últimamente, sin embargo, se han aclarado, tomando un color azul verdoso que refleja el cielo. El nivel de las aguas, por otro lado, es inusualmente bajo y deja al descubierto bancos de arena que permiten a los turistas pararse en el medio del río.

El nivel bajo de las aguas plantea problemas obvios a pescadores y agricultores, pero los expertos dicen que una merma en los sedimentos conlleva también la posibilidad de que aumente la erosión de las riberas y el lecho del río. El río se admira desde el mirador del Triángulo de Oro, donde Tailandia, Birmania y Laos, hacen frontera.

Los entendidos y la gente de la zona responsabilizan de todo esto a una gran represa hidroeléctrica de Laos que empezó a operar en octubre, aunque las pocas lluvias también pueden haber incidido.

Unos 70 millones de personas dependen del Mekong para el agua, la comida, el comercio, la irrigación y el transporte. Y hay quienes dicen que proyectos de desarrollo de gran escala como la represa de Xayaburi alteran peligrosamente la ecología de la zona.

La represa evita que buena parte del sedimento avance río abajo, lo que ha hecho que el color de las aguas se aclare, según Pravit Kanthaduang, jefe de la oficina de pesca de Bueng Khong Long, un distrito de la provincia de Bueng Kan. Cuanto menos sendimentos, menos nutrientes para las plantes y los peces del río, lo que compromete el equilibrio ecológico, de acuerdo con el funcionario.

Una merma en los sedimentos, por otro lado, hace que el agua se mueve con más fuerza, un fenómeno conocido como “aguas hambrientas”, indicó Chainarong Setthachau, de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Mahasarakham del nordeste de Tailandia, que estudió los cambios en la ecología del Mekong en las dos últimas décadas.

“La corriente lleva menos sedimentos, lo que libera energía en las riberas del río. Las ‘aguas hambrientas’ pueden causar más erosión en las riberas, arrancar árboles de raíz y dañar estructuras en el río”, dijo Chainarong.

Los constructores de la represa niegan que el dique sea el responsable de que hayan bajado las aguas, algo que algunos atribuyen a los generadores que empezaron a funcionar en marzo. En octubre, la empresa Xayaburi Power dijo que proyectaba invertir 640 millones de dólares para mitigar el impacto negativo de la represa sobre el medio ambiente, incluida la construcción de canales para que pasen los sedimentos y el agua e instalaciones para permitir el paso de los peces. El costo total de la planta será de 135 millones de dólares.


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