Tigray: un año del conflicto civil que acabó con la unidad étnica de Etiopía

El conflicto desatado en la región etíope de Tigray cumple este jueves un año, en un momento en el que el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) logró repeler la ofensiva del ejército nacional y obtuvo avances en regiones adyacentes, lo que hace temer una expansión de la guerra.

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, dio orden de lanzar una ofensiva en la región el 4 de noviembre de 2020, en respuesta a un ataque perpetrado por el TPLF contra la principal base del Ejército en la capital regional, Mekelle.

En realidad, el ataque del TPLF y la posterior ofensiva  de Abiy fueron la materialización de las tensiones entre el primero -el partido fuerte dentro de la coalición Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), que gobernó el país desde 1991- y el gobierno central, encabezado desde 2018 por el segundo.

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Tras el ataque original, Abiy afirmó que la operación del ejército nacional estaba “destinada a garantizar la paz y la estabilidad” y recalcó que “las preocupaciones de la comunidad internacional sobre un descenso al caos por parte de Etiopía eran infundadas”.

Sin embargo, el conflicto entra este jueves en su primer aniversario con un TPLF que aún controla la región de Tigray, que ha avanzado en las vecinas Afar y Amhara y que ha establecido lazos con el grupo rebelde Ejército de Liberación Oromo (OLA), agrupación que también ha lanzado ataques en Oromía contra el gobierno.

Un conflicto político

Las tensiones entre el gobierno central etíope y el TPLF iniciaron con la llegada de Abiy al poder en abril de 2018, tras la dimisión de Hailemariam Desalegn debido a los dos años de protestas por parte de miembros de las comunidades oromo y amhara.

Abiy, primer miembro de la etnia oromo en ocupar el cargo, inició reformas y anunció decisiones consideradas por el TPLF como un intento de reducir su poder político y como una venganza contra altos cargos del grupo que estuvieron en el anterior ejecutivo.

Con Abiy inició el desmantelamiento de la coalición gobernante EPRDF, integrada por cuatro partidos de corte étnico, su sustitución por el Partido de la Prosperidad -en el que no está integrado el TPLF-, y un acercamiento nacional con la vecina Eritrea, que derivó en un acuerdo de paz con el presidente, Isaias Afewerki, enemigo acérrimo del grupo tigriña.

Estas medidas, aplaudidas internacionalmente, se vieron seguidas de un repunte de tensiones interétnicas que dejaron cientos de muertos en el país. El aumento de la violencia fue achacado por Adís Abeba a una campaña de desestabilización orquestada por el TPLF a través de grupos asociados, entre ellos el OLA.

También, el aplazamiento de las elecciones parlamentarias en dos ocasiones -por la inseguridad y la pandemia- fue calificado por el TPLF como un intento de Abiy de consolidarse en el poder sin pasar por las urnas, especialmente después de que el Parlamento prorrogara el mandato del premier hasta la celebración de la votación. 

Tras conocerse la medida, el TPLF optó por cortar lazos con Adís Abeba y celebrar comicios por su cuenta en la región.

El inicio de la ofensiva

En ese contexto, el TPLF llevó a cabo el 3 de noviembre de 2020 un ataque contra la principal base del Ejército en Mekelle que se saldó con un gran número de militares muertos y la captura por parte del grupo de un importante arsenal con el que, según Abiy, buscaba avanzar hacia Adís Abeba.

El primer ministro dio entonces orden de lanzar una ofensiva contra Tigray en la que las fuerzas etíopes contaron con el apoyo de milicias de Amhara y de tropas eritreas.

El ejército nacional obtuvo durante los siguientes días importantes avances y terminó por hacerse con el control de Mekelle el 28 de noviembre, tras lo que Adís Abeba anunció la creación de una administración interina, mientras que el TPLF denunció abusos por parte de las fuerzas gubernamentales y eritreas que calificó de “genocidio”.

Tras su derrota el grupo inició un proceso de reorganización y rearme para su contraofensiva, que le permitió recuperar Mekelle a finales de junio de este año. El gobierno de Abiy se negó durante semanas a reconocer que estaba perdiendo terreno en Tigray.

Finalmente, tras conocerse el avance tigriña, el gobierno etíope declaró un alto el fuego en Tigray argumentando razones humanitarias en la región, azotada por un aumento de la pobreza y el hambre. El TPLF rechazó la medida, exigió la retirada de tropas gubernamentales y lanzó ataques en Afar y Amhara.

Desde entonces, el conflicto ha mantenido un perfil bélico relativamente bajo, si bien el primer ministro ordenó el 13 de octubre una nueva ofensiva tras ganar las elecciones de junio, lo que ha recrudecido los combates.

Una vida en guerra

El gobierno etíope ha dado muy poca información sobre la situación del terreno y se ha limitado a confirmar bombardeos contra objetivos del TPLF en Mekelle y sus alrededores, si bien el grupo tigriña ha logrado avances y ha asegurado que los militares “están en desbandada”.

De hecho, el líder del TPLF, Debretsion Gebremichael, subrayó el lunes que “la única opción para la paz es destruir al gobierno fascista y completar la defensa con una enorme victoria”, y rechazó la posibilidad de iniciar negociaciones, mientras que Abiy denunció que “fuerzas extranjeras” combaten del lado del grupo, sin dar más detalles.

Los recientes avances del TPLF en las ciudades de Dessie y Kombolcha, ambas en la región de Amhara, y los ataques del OLA en Oromia también amenazan con provocar que la guerra acabe afectando a todo el país.

El portavoz del TPLF, Getachew Reda, afirmó el martes en declaraciones a la BBC que ambos grupos -declarados como terroristas por Etiopía- han logrado entrar en contacto al norte de Adís Abeba, lo que supone una amenaza real para la capital etíope.

Ante esta situación, el primer ministro ha hecho un llamado a la población para alzarse en armas contra el TPLF y ha declarado el estado de emergencia nacional, mientras que las autoridades de Amhara y Oromía han decretado la misma alerta ante el riesgo de un deterioro en la situación.

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Los servicios de Inteligencia también pidieron esta semana a los residentes de la capital que refuercen las precauciones mientras que llevan a cabo operaciones contra “nostálgicos del TPLF” y que no difundan “información falsa”, según el diario Addis Standard.

Las regiones de Afar, Harari, Gambella y la Región de las Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur (SNNPR) han emitido llamados a la unidad frente al TPLF y han acusado al grupo de perpetrar ataques contra la población civil.

Crisis humanitaria 

La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) resalta en su sitio web que actualmente, 5.2 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Etiopía y denuncia un “desplazamiento a gran escala” en los alrededores de Dessie y Kombolcha a causa de los recientes combates.

“La entrega de ayuda humanitaria urgente ha sido dañada por la inseguridad y por la limitada presencia de socios humanitarios”, afirma, en medio de las denuncias emitidas por diferentes agrupaciones sobre las trabas que han impuesto las autoridades etíopes a la entrega de ayuda y las críticas de Etiopía contra la ONU por un supuesto sesgo a favor del grupo tigriña.

Edición: Estefanía Cardeña