En una aldea del Himalaya en la parte de Cachemira controlada por la India, la joven trabajadora de salud Masrat Farid empacó su bolso con vacunas en una gélida mañana de enero mientras los fuertes vientos azotaban la nieve.
Ella es parte de un equipo de trabajadores de la salud que lleva a cabo una campaña puerta a puerta en la región para administrar vacunas a adolescentes y refuerzos a personas mayores en aldeas montañosas remotas.
“Tenemos que combatir la infección. Tenemos que seguir adelante”, dijo Farid mientras se abría paso a través de la nieve hasta la rodilla en Gagangeer, una aldea que se encuentra entre bosques.
Farid y sus colegas han vacunado a miles en el último año, principalmente en aldeas a las que llegan recorriendo largas distancias a través de paisajes escarpados.
Pero el frío escalofriante y el terreno nevado e inhóspito no son sus únicos obstáculos.
Algunos residentes aún dudan en vacunarse y ganar su confianza es más difícil que desafiar el invierno del Himalaya.
“La mayoría de las jóvenes dudan, alimentadas por la desinformación y la desconfianza”, dijo Farid durante una reciente campaña de vacunación en un pueblo montañoso cubierto de nieve. Se refería a la falsa creencia de que la vacuna impacta o incluso previene el embarazo.
“No solo los estamos inoculando contra el coronavirus, también debemos educarlos sobre las vacunas para ganarnos su confianza”, dijo.
En una nueva fase que comenzó este mes, los trabajadores de la salud están vacunando a adolescentes en el grupo de edad de 15 a 18 años y dando vacunas de refuerzo a personas mayores de 60 años con problemas de salud.
Los refuerzos, que los funcionarios de salud indios llaman una inyección "precautoria", se administran a grupos de alto riesgo que estuvieron entre los primeros en recibir vacunas el año pasado y cuya inmunidad puede estar disminuyendo.
Jaffar Ali, un funcionario de salud, dijo que el principal desafío en lo que va del año ha sido el clima severo, a diferencia del año pasado cuando algunos de sus colegas fueron hostigados por los lugareños durante la campaña de vacunación, ya que muchos residentes pensaban que las inyecciones causaban impotencia, efectos secundarios graves o podría incluso matar.
Hasta ahora, los trabajadores de la salud han vacunado completamente a más del 72 por ciento de las personas elegibles de los 14 millones de habitantes de la región, según datos oficiales.
Los funcionarios de salud caminaron recientemente a algunas aldeas que estaban aisladas de las ciudades más cercanas debido a las fuertes nevadas y vacunaron a los residentes allí, incluida Khag, una aldea boscosa donde los residentes son en su mayoría tribales y viven en casas hechas de barro, piedra o madera.
Arsha Begum, una anciana ciega, expresó su gratitud cuando un equipo médico visitó su hogar y le administró una vacuna de refuerzo dentro de su casa.
“No me hubiera sido posible ir a un hospital con este clima tan duro. Les estoy inmensamente agradecida”, dijo.
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