Cuando Nada comenzó a hacer pole dance, o baile de barra, años atrás, sus allegados en Arabia Saudita lo tomaron mal, pero ella dice que perseveró para cambiar las actitudes en esta conservadora monarquía del Golfo.
En la capital, Riad, esta profesora de yoga de 28 años recuerda que su familia y amigos le decían que este deporte no era nada bueno, al punto que en el extranjero se asocia con los clubes de strippers y cabarets.
Pero Nada no se desanimó y tomó clases en un gimnasio, en parte para desmontar los prejuicios, con algo de éxito, según ella, al menos en su círculo de amigos.
"Al comienzo ellos decían que era inapropiado y un error. Ahora dicen: 'queremos probarlo'", explica riendo Nada, quien no quiso revelar su apellido.
Durante muchos años, las restricciones sobre lo que las mujeres sauditas podían vestir o hacer limitaron drásticamente sus opciones de actividad física.
Sin embargo, los últimos años las autoridades han intentado abrir más la sociedad para suavizar su imagen ante el mundo y ante su propia juventud, a pesar de la feroz represión política dirigida en especial contra las militantes feministas.
En septiembre, el equipo nacional saudita de fútbol femenino disputó su primer partido en casa contra Bután, y pronto se pondrá en marcha una primera liga femenina.
Las autoridades pretenden también una mayor participación femenina en el golf, un deporte tradicionalmente dominado por los hombres que está ganando popularidad en este país petrolero.
En ese contexto de cambios, al menos tres gimnasios de Arabia Saudita ofrecen cursos de pole dance.
Sentirse bien
"Siento que hay más interés por el pole dance porque es algo nuevo que a las chicas les gusta probar", comenta May al Yussef, propietaria de un gimnasio en Riad.
Para las adeptas al pole dance, la mala fama de este deporte no debería existir en Arabia Saudita, donde el alcohol está prohibido y no hay clubes nudistas.
Una participante de una clase en Riad asegura que no se avergüenza en absoluto de hacerlo.
"Es mi personalidad, diría yo. No me avergüenza asumir mi sensualidad, mi feminidad. No me avergüenzo de nada, siempre que no le haga daño a nadie", explica la joven, que pidió permanecer en el anonimato.
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