Hezbolá niega almacén de armas en puerto de Beirut

El líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, negó este viernes que el almacén que explotó en el puerto de la capital de Líbano, Beirut, contuviera armas del partido-milicia, antes de recalcar que el grupo "no controla" las instalaciones ni "interfiere" en las labores que se realizan en las mismas.

Nasralá inició su discurso trasladando sus condolencias a las víctimas de las explosiones, que han dejado más de 150 muertos y 5 mil heridos, antes de tildar de "totalmente falsas e injustas" las acusaciones contra el grupo tras la tragedia.

"Hezbolá no tiene misiles almacenados en el puerto de Beirut", manifestó, antes de criticar que "pese a que la administración estadunidense y los medios occidentales han dejado de promover esa acusación falsa, algunos medios libaneses y árabes siguen haciéndola circular".

Así, resaltó que las autoridades han apuntado al nitrato de amonio almacenado en el lugar como causa del suceso e hizo reproches contra los que "intentan decir al pueblo libanés que Hezbolá es culpable, lo que es una acusación falsa", según recoge el portal libanés de noticias Naharnet.

"Nos hemos visto afectados y hay miembros y seguidores de Hezbolá que han abrazado el martirio", señaló al indicar que las investigaciones abiertas en torno a lo sucedido "pueden demostrarlo". "La investigación técnica no requiere mucho tiempo y esperamos que los resultados se conozcan pronto", manifestó.

Nasralá defendió que Hezbolá "puede tener conocimiento de lo que hay en el puerto de (la ciudad israelí de) Haifa, pero no de lo que hay en el puerto de Beirut". "No quiero entrar en debates, es un momento de solidaridad y cooperación", añadió.

Hizo hincapié en que las explosiones "causarán unas enormes consecuencias negativas a nivel médico, social y económico" y enfatizó la necesidad de que las investigaciones permitan juzgar a los responsables de lo sucedido, "independientemente de sus filiaciones políticas o religiosas".

"Es inaceptable entrar en aspectos políticos o sectarios en torno al incidente, que ha afectado a todo el mundo", dijo antes de argüir que, "de no haber sido por el mar, Beirut pudo haber sido totalmente destruido".

Nasralá abogó además por poner al Ejército al frente de las pesquisas y advirtió de que, si no se hace justicia, "no será posible establecer y mantener el Estado de Líbano", tal y como ha señalado la cadena de televisión Al Manar, vinculada al partido-milicia chií libanés.

Por último, sostuvo que "de la tragedia pueden nacer oportunidades" y que "la postura internacional tras el incidente es una oportunidad que debe ser aprovechada por el Estado y el pueblo libanés", en referencia a las muestras de ayuda expresadas por múltiples países tras las explosiones.

En estos momentos, la principal hipótesis es que 2 mil 750 toneladas de nitrato de amonio que llevaban años almacenadas en el puerto de Beirut por las confiscaciones ardieron por las precarias condiciones de seguridad.

Sin embargo, el presidente libanés, Michel Aoun, señaló durante la jornada que aún no descarta la posibilidad de que una "interferencia externa" fuera la causa de las explosiones, que han dejado además a cerca de 300 mil personas sin hogar.

"La causa de las explosiones no se ha determinado todavía, puesto que existe la posibilidad de que se produjera una interferencia externa vía misil, bomba o cualquier otra acción", dijo Aoun en declaraciones a la prensa recogidas por la cadena libanesa MTV.

Las autoridades han declarado el estado de emergencia para Beirut, han liberado una partida presupuestaria de 100.000 millones de libras libanesas (unos 56 millones de euros) y han creado una comisión de investigación que, en cinco días, a contar desde el martes, debe aportar sus conclusiones sobre las causas de lo ocurrido.

Las explosiones ocurrieron en un momento en el que Líbano atraviesa una grave crisis económica -la peor desde la guerra civil (1975-1990) - y se teme que la destrucción ocasionada por las mismas impacte directamente en la importación de alimentos y otros productos básicos.

Edición: Mirna Abreu