En Belgrado, una antigua imprenta da cobijo a músicos en crisis por pandemia

Integrantes del sector cultural lamentan falta de apoyo gubernamental en Serbia
Foto: Afp

En Belgrado, Serbia, en una antigua imprenta que se ha convertido en un gran lugar de rock independiente, el grupo Dingospo Dali ensaya, pero faltan las ganas. Sus proyectos se frenaron por la pandemia de coronavirus, que afectó a la industria musical.

“Perdí mucho trabajo como músico e ingeniero de sonido”, relata a Afp Nikola Vidojevic, de 33 años, baterista del grupo. “La pandemia lo frenó todo”.

Sin embargo, los músicos tocan en el estudio con vistas al río Sava, en la antigua imprenta y casa de edición BIGZ, donde muchos artistas ensayan y graban.

Esta obra arquitectónica de los años 30, que hasta la desintegración de la ex Yugoslavia albergó una de las imprentas más grandes de los Balcanes, fue en los últimos 15 años una catedral del rock independiente y un centro de arte alternativo.

La existencia de BIGZ ayuda a los artistas, para quienes la situación precaria de un país donde el salario medio es de alrededor de 450 euros, se volvió insostenible por la pandemia.

El Instituto de Estadísticas señala que 57 mil personas trabajan en el sector cultural. Esta industria representa entre 3.4 por ciento y 7.1 por ciento del PIB serbio, según la página del sitio serbiacreates.rs.

La mayoría de los músicos serbios no tiene otra fuente de ingresos, dice Nikola Jovanovic, dueño de una casa de edición y organizador de conciertos.

“Fuimos al ministerio de Cultura, al ministerio de Finanzas y a la Cámara de Comercio y no tuvimos respuesta”, asegura.

La Cámara de Comercio aseguró a Afp que examinará “todos los aspectos de la crisis” para buscar soluciones, aunque admite que los ingresos por derecho de autor se contraerán este año cerca de 50 por ciento.

Festival aplazado y al final, cancelado

“Por primera vez en 20 años, no habrá festival”, lamenta Zdravko Vulin, desde la dirección de Exit, actividad que ha tenido como invitados a Manu Chao y The Cure, entre otros, y estaba prevista para julio, luego aplazada para agosto y finalmente cancelada por el rebrote de la pandemia.

Alerta que miles de empleos están amenazados y pide ayuda pública, como ha hecho Gran Bretaña para el sector cultural.

Algunos músicos ya están desempleados. Sreten Kovacevic, de 63 años, jefe de Audio-konstruktor, responsable de la construcción de los escenarios de Exit y de Nisville ha despedido a siete de sus ocho empleados.

“Es una catástrofe para toda la industria”, declara a Afp Ivan Blagojevic, de 60 años, director del festival de Nisville, donde el público pudo escuchar a Candy Dulfer o Tony Allen.

Quisiera poder organizar el festival en septiembre, pero la evolución de la pandemia deja poco lugar a la esperanza. Durante semanas, Serbia tuvo más de 400 contagios diarios y suma más de 600 muertes.

La cantante del grupo Dingospo Dali, Sandra Vidojevic, de 31 años, se manifiesta pesimista.

“Abandoné mi trabajo para dedicarme a la música, tal vez no debería haberlo hecho”, relata a Afp la antigua empleada de la aerolínea Etihad.


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