La marcada desigualdad racial de Estados Unidos quedó en evidencia después de que una turba de partidarios predominantemente blancos del presidente Donald Trump irrumpiera el miércoles en el Capitolio de Estados Unidos con facilidad y luego se fuera con pocas consecuencias inmediatas, según residentes, activistas y políticos de Washington, incluido el presidente electo Joe Biden.
Los alborotadores rompieron barricadas, rompieron ventanas, robaron souvenirs y entraron a las oficinas y cámaras del Congreso, algunos tomando fotografías con la policía.
Algunos llevaron trofeos con ellos mientras salían.
La falta de seguridad y la respuesta policial limitada, a pesar de semanas de promoción de la protesta pro-Trump que provocó los disturbios, contrastaron fuertemente con las protestas en gran parte pacíficas de Black Lives Matter en Washington hace seis meses.
“Mi mamá dijo que si hacías esto te dispararían”, escribió Beatrice Mando, quien trabaja para el distrito y asistió a las protestas de BLM el año pasado. "Ella tiene razón. Habría cientos de muertos, si no más, si este grupo hubiera sido negro ".
En un discurso el jueves, Biden estuvo de acuerdo en que había un fuerte contraste.
“Nadie puede decirme que si hubiera sido un grupo de Black Lives Matter protestando ayer, no habrían sido tratados de manera muy, muy diferente a la turba de matones que irrumpió en el Capitolio”, dijo.
Estados Unidos vio un verano de manifestaciones generalizadas contra la injusticia racial que comenzó en mayo tras el asesinato de George Floyd, un hombre negro que murió cuando un oficial de policía de Minneapolis se arrodilló sobre su cuello durante casi nueve minutos.
En Washington, los participantes de esas protestas dijeron que su recepción fue muy diferente.
“Había policías en todas las intersecciones de DC. Había seguridad en todos los monumentos, en el Capitolio, frente a la Casa Blanca ”, dijo Abby Conejo, de 29 años, quien trabaja en una pequeña empresa en Washington.
Los manifestantes de Black Lives Matter en Washington se habían enfrentado a filas de soldados enmascarados de la Guardia Nacional en el Lincoln Memorial en junio, cuando Trump prometió tomar medidas enérgicas contra lo que llamó la anarquía por parte de "matones".
Una noche, la policía con porras disparó botes de humo, granadas de destello y balas de goma para alejar a los manifestantes pacíficos de la Casa Blanca, de modo que Trump pudiera caminar hasta una iglesia cercana y ser fotografiado sosteniendo una Biblia.
“Nos trataron como al enemigo”, dijo Conejo. “¿Dónde estuvo ayer la rabia y el enfado? ¿Por qué estas personas fueron tratadas como amigas?"
Preocupado por una repetición
El Departamento de Policía de DC dijo el jueves que había arrestado a 68 personas en relación con los disturbios en el Capitolio. En comparación, con los 300 que fueron arrestados la noche en que la policía expulsó a los manifestantes de Black Lives Matter cerca de la Casa Blanca.
El jefe de policía del Capitolio, Steven Sund, elogió a sus oficiales, diciendo que “respondieron valientemente” cuando los manifestantes los atacaron con “tubos de metal, descargaron irritantes químicos y tomaron otras armas” y también enfrentaron dos bombas de tubo.
Sund dijo más tarde que dimitiría a partir del 16 de enero, según una carta citada por los medios de comunicación.
Los residentes locales dijeron que les preocupaba que la respuesta de la policía fuera tan silenciosa que pudiera repetirse.
Charles Allen, un miembro del consejo de DC que representa el área, dijo que él y sus vecinos están acostumbrados a las manifestaciones de la Primera Enmienda y las grandes reuniones.
“Eso no era lo que era. Esta fue una insurrección. Se trataba de terroristas domésticos que llegaban a nuestra ciudad y trataban de tomar el Capitolio”, dijo Allen, y agregó que fue traumático para el vecindario.
“Creo que la gente se sentirá envalentonada de poder hacer esto y creo que además, se sienten envalentonados porque se fueron con recuerdos”, dijo.
Entre la mafia que irrumpió en el Capitolio había individuos que ondeaban banderas confederadas y vestían ropa con insignias y lemas que defendían las creencias supremacistas blancas.
“Se sintió como un abuso ver no solo el privilegio blanco, sino la supremacía blanca en acción”, dijo Makia Green, organizadora de Black Lives Matter en Washington. "Ver el sesgo del gobierno, de la policía".
Los grupos supremacistas blancos han planteado "la amenaza más persistente y letal" de extremismo violento en Estados Unidos en los últimos años, dijo el secretario interino de Seguridad Nacional de Trump, Chad Wolf, en una audiencia del Congreso en septiembre.
Las Escuelas Públicas de KIPP DC, un grupo de escuelas autónomas locales, cancelaron clases el jueves, citando los sentimientos de su cuerpo estudiantil en su mayoría negro después del motín.
“Estamos disgustados cuando pensamos en el contraste entre cómo nuestro país está respondiendo a este acto de terrorismo interno versus las protestas pacíficas del verano pasado”, dijo en un comunicado. Charles McKinney, profesor asociado de historia en Rhodes College en Tennessee, dijo que los eventos del miércoles en Washington fueron un recordatorio de las "grandes disparidades" en la forma en que la policía trata a los negros y los blancos.
“La respuesta de la policía fue una demostración flagrante de racismo sistémico. Fue una demostración del privilegio de los blancos, las disparidades en la vigilancia policial en este país”, dijo.
Edición: Ana Ordaz
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