Reuters y Afp
Foto: Reuters
La Jornada
Buenos Aires.
10 de diciembre, 2015
Una multitud con banderas y globos de colores celestes y blancos saludó al recién jurado como presidente de Argentina, Mauricio Macri, a la salida del Congreso y a lo largo de la Avenida de Mayo, en el centro de Buenos Aires, por donde llegó a la Casa Rosada para recibir la banda y el bastón presidenciales de manos del presidente del Senado, Federico Pinedo, miembro de su alianza Cambiemos.
Macri salió al balcón de la casa de gobierno -que adquirió un valor histórico a partir de los discursos de Juan Domingo Perón- para hablar ante decenas de miles de argentinos que, en la Plaza de Mayo, cantaban "¡Sí, se puede!". Y luego bailó ante la multitud, como solía hacerlo durante la campaña proselitista.
Eufórico y con la banda presidencial puesta, Mauricio Macri improvisó pasos de baile al ritmo de cumbia en un balcón de la casa de gobierno ante una multitud que acudió a saludar su asunción como flamante mandatario argentino.
"Estamos a punto de empezar una etapa maravillosa de nuestro país", dijo al improvisar un discurso de agradecimiento junto a la vicepresidente, Gabriela Michetti, la primera dama Juliana Awada y su hija Antonia de tres años en brazos.
"Sí se pudo", gritaba la multitud que se congregó para saludar al presidente liberal de derecha en la histórica Plaza de Mayo, adonde la noche anterior cientos de miles despidieron a Cristina Fernández, la ahora ex presidenta que cerró un ciclo de 12 años de gobiernos centroizquierdistas.
"Sí, se pudo que nos podamos expresar en libertad en la República Argentina, que podamos pensar diferente y trabajar juntos", dijo para despertar una ovación.
El flamante presidente reiteró el mensaje de unidad que había pronunciado poco antes al jurar frente a la Asamblea Legislativa por un mandato que se extenderá hasta 2019.
"Tenemos que seguir juntos, esta Argentina la construimos todos juntos", arengó.
Mauricio Macri asumió el jueves la presidencia de Argentina con una convocatoria a un amplio diálogo político, necesario para cumplir con sus promesas de reactivar una economía estancada y transparentar la gestión.
Tras 12 años de gestión del peronismo de centroizquierda, el representante de la centroderecha -que ganó por un estrecho margen el balotaje de noviembre- deberá realizar ajustes en la tercera economía de América Latina, pero con cuidado de no afectar los logros sociales alcanzados en la última década.
Su tarea, además, enfrentará otros escollos: un Congreso dividido y una oposición que, con la saliente Cristina Fernández de Kirchner entre sus líderes, ya le hizo sentir a Macri toda su ferocidad antes del cambio de gobierno, con una controversia pública sobre el protocolo para el traspaso de mando.
Le espera una agitada jornada protocolar con un saludo a las delegaciones extranjeras y un agasajo a los presidentes y representaciones de gobierno que acudieron a la ceremonia de investidura.
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