A la precariedad laboral de repartidores de comida se suma ahora discriminación

''Los restaurantes y las plazas comerciales ya no te permiten ingresar porque damos 'mala imagen'''
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Jared Laureles

Los repartidores de comida que trabajan por medio de aplicaciones digitales fueron fundamentales y nunca dejaron de trabajar durante la pandemia; sin embargo, 20 meses después de ésta, sus condiciones laborales siguen siendo precarias, carecen de derechos e incluso enfrentan discriminación.

“Te voltean a ver como si hubiera algo malo. Los restaurantes y las plazas comerciales ya no te permiten ingresar por los pedidos porque damos ‘una mala imagen’”, cuenta Nathan López, abogado de profesión que se emplea en la plataforma Rappi.

Inestabilidad, extenuantes jornadas, ausencia de seguridad social y exposición a riesgos sanitarios y de trabajo son algunas condiciones que enfrentan y que los llevaron a salir a las calles de la Ciudad de México la semana anterior para exigir que se reconozcan los derechos “al gremio de repartidores (de las plataformas Rappi, Uber Eats, Didi Food y Postmates), en el que hay profesionistas”, quienes encontraron en esta actividad un ingreso tras el desempleo ocasionado por la emergencia sanitaria.

Se sumaron al quinto Paro Internacional de Repartidores. Ésta no es la primera vez que recurren a la movilización para mostrar la precariedad laboral en que se desempeñan y, en el caso de las mujeres, el acoso sexual.

Saúl Gómez, fundador del movimiento Ni Un Repartidor Menos, indicó que una vez que comenzó a reactivarse la economía, “algunos restaurantes y plazas se volvieron muy déspotas”, por no permitirles ingresar a sus establecimientos “por el solo hecho de ser repartidor”, aunque la mayoría “son comprensivos”.

Comentó que en centros comerciales, como el de Viaducto y avenida Cuauhtémoc, “implementaron la entrega de pedidos en las zonas de descarga de materiales y de basura, que son insalubres. No dejan pasar a la zona de restaurantes”.

Otro reclamo recurrente es poner fin al acoso hacia las repartidoras, como el caso de Betania, de 36 años, quien relata que en las ocho horas diarias que trabaja para obtener un promedio de 300 pesos ha sido sufrido esta agresión. El colectivo estima que a ocho de cada 10 trabajadoras las han acosado sexualmente o han pasado violencia de restauranteros, personal de seguridad de las plazas y clientes.

Nathan expresó que el propósito de movilizarse es lograr “un trato digno. Las plataformas digitales sólo buscan aumentar la capacidad de repartidores disponibles, sin importar que podemos tener sólo dos pedidos con una ganancia de 60 pesos en todo el día”.

De acuerdo con un estudio del Colegio de México (que entrevistó a mil repartidores) más de 40 por ciento ingresaron a esta labor en los primeros meses de la pandemia y para ocho de cada 10 es su único empleo.

 

Edición: Emilio Gómez


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