Chico Che creó un estilo; fue su aporte a la cultura popular: hijo del músico

Sus temas eran divertidos y tenían presente la temática social, destaca
Foto: Cortesía de Chico Che Chico

Juan José Olivares 

Chico Che editó unos 40 discos y compuso alrededor de 400 canciones, muchas de éstas “piezas divertidas en las que estaban presentes la temática social, la causa campesina, las desgracias… tenían una ideología y, por ello, para mí fue un compromiso continuar con ese legado”, dice a La Jornada Roberto Carlos Hernández, hijo del popular y ecléctico artista recientemente recordado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina.

Chico Che era también un ilustre tabasqueño, como el jefe del Ejecutivo, y está en la memoria de la gente, considera su hijo, porque fue “un artista que creó un estilo propio, y eso es su aportación a la cultura popular”.

Roberto Carlos Hernández Rodríguez se hace llamar artísticamente Chico Che Chico y desde niño se ha dedicado a la música. Primero, con el amor orgánico que surgió al ver en su casa un sinfín de instrumentos y, después, con un camino en el estudio de ese arte.

Nació en 1982 en Villahermosa, Tabasco, y estudió en la entonces Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la Academia G. Martell y en la Escuela de la Sociedad de Autores y Compositores de México. Durante una etapa fue parte de La Crisis, grupo que acompañó a su papá en un periplo de 20 años.

 

Discografía

Descubrió su vocación al escuchar a su padre en los ensayos; hizo de la música parte de su vida y desde que cursaba la primaria ya tocaba en varios grupos. Hoy día tiene dos discos: Quén pompó reloaded –bajo el sello de Universal Music–, integrado por 16 temas, como Qué culpa tiene la estaca, Macorina, además de algunas colaboraciones con exponentes de otros géneros, como Chido Chido, a dueto con Juan Solo, por mencionar algunas. Luego editó Ton’s, qué Mami, con temas que no pudieron aparecer en el primer álbum, de tal forma que el homenaje a la carrera de su padre continúa. También ha colaborado con Los Socios del Ritmo, Los Yonics y Merenglass, entre otros.

 

 

 

“Desde el fallecimiento de mi padre, en 1989, esperé el momento para seguir sus pasos. Durante este tiempo toqué con La Crisis, estudié y, principalmente, trabajé enseñando música a niños y haciendo jingles publicitarios en Tabasco”, cuenta Roberto Carlos, quien se abre paso en la industria con la reinterpretación de canciones emblemáticas de su papá, pero con un ritmo más actual, más electrónico.

 

María Cristina, con La Sonora Santanera

Chico Che Chico viste a semejanza de su padre: de overol no como disfraz sino como un signo de identidad, asegura. También usa anteojos, aunque él los prefiere oscuros. Gustoso de las colaboraciones, presenta ahora un clásico son cubano de la vieja trova: María Cristina, pieza que su padre también grabó y ahora él hace lo propio acompañándose por La Sonora Santanera, del también tabasqueño Carlos Colorado.

Comparte que el proyecto de reinterpretar las canciones de su papá vino después con el encuentro que tuvo con Chucho Rincón, primer productor de Chico Che y quien lo descubrió en tierras del sureste cuando éste tenía 19 años. “Me encontré con él y con su hijo Fabián, también dedicado a la música con un sello editor. Y de ahí surgió la idea de retomar los temas con un equipo de profesionales. El gusto por presentar este legado es algo muy importante para mí. Reinterpretar sus canciones es como la sensación de hacer piezas nuevas porque tienen chispa, alegría y mensaje”.

 

 

Chico Che padre, en una portada de sus discos. Foto cortesía del artista

Chico Che Chico fue invitado a una gira llamada Tropitour, con agrupaciones como La Sonora Santanera, Los Askis y El Grupo Ilusión, entre otros. Tras convivir con Andrés Terrones, uno de los cantantes fundadores de la santanera (también originario de Tabasco), se quedó con la idea de hacer algo y “María Cristina, un tema cubano, quedó afín, porque se reflejó esa afinidad entre la sonora y Chico Che”.

En 1989, cuando Chico Che murió, Roberto Carlos era muy niño, “y él no estuvo para acompañarme en la carrera, pero los primeros instrumentos que tomé fueron los que él usaba. En la adolescencia, el gusto fue propio por seguir, aprender y estudiar. Terminé dando clases y haciendo música para campañas… Aún recuerdo las guitarras con las que mi papá hacía su rock y eso es algo que desde niño me llamó la atención. Ver esos sintetizadores y esas guitarras roqueras fue muy llamativo para mí”.

–Hijos de grandes personajes que se dedican a lo mismo tienen el compromiso de llenar zapatos, pero también pueden tener puertas abiertas, por el nombre. –Se le comenta.

–Ambos se viven así, pero luego de 30 años de la repentina muerte de mi papá no lo siento tanto. Cuando escuché sus canciones no tenía conciencia de que eran muy conocidas, y que él era un ídolo, un hombre que había llegado a un lugar emocional para la gente, tanto como lo hizo Rigo Tovar. Ahora que soy adulto y me dedico a la música, estoy seguro de que siempre fue lo que me gustó y no sentí ese compromiso de llenar zapatos. Al contrario, para mí, como para muchos, las canciones de Chico Che son nuevas, y las estamos redescubriendo. Es un legado y editarlas es recordarlo. Mi enfoque es por ahí, nunca por el lado de si podré ser mejor”.

Roquero

–En las rolas de Chico Che hay sencillez, pero también trasfondo social y hasta político.

–Así es, pero lo importante es cómo pueden sumar esas canciones a la sonoridad de hoy día, con todos esos nuevos recursos de producción. La gente es la que decide si le gusta o no. También basamos nuestro proyecto en lo social, pero te recuerdo que mi papá era roquero. Fusionaba la cumbia con el rock y eso me llamaba la atención. Grabó dos discos de ese género y a partir de una alineación de grupo de rock: batería, guitarra, bajo y teclados, añadió las percusiones, sólo un metal que era el saxofón y eso le dio un sonido único a su música y a las pautas establecidas en ese tiempo. Crear esa mezcla proporcionó un sonido ecléctico, algo totalmente original y eso es algo que se destaca mucho: la creación de un estilo que es su aportación a la cultura popular. Recuerdo que en su última etapa entraron al mercado sintetizadores como el Yamaha Dx 7, o los Korg y Roland, que le dieron sonido a muchos grupos de rock de la época; él los incorporó para hacer cumbia.

Chicho Che Chico califica a su padre como “un personaje con una gran gama de colores. La gente que lo siguió sabía de su compromiso para dar voz al pueblo”.

Roberto Carlos rememora que su papá siempre estaba de gira. “Cuando tuve conciencia, él estaba en una etapa muy popular. Era una persona muy ocurrente y andaba de overol desde que se levantaba. Era un personaje que fue construyendo su propia ideología. En 20 años de carrera, que daba para más, pudo hacer mucho con ese repertorio. Agradezco que esté en el corazón de la gente”, concluyó.

 

Lee: ¡Chico Che entra a escena!


 

Edición: Laura Espejo


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