Tanto en el ámbito laboral como en el escolar y la vida personal, el uso excesivo de tecnologías puede provocar tecnoestrés, una alteración que deriva en trastornos de ansiedad, problemas del sueño, dificultad de concentración, alteraciones de memoria, inseguridad y hasta afectaciones gastrointestinales, entre otras.
La UNAM explicó a través de un comunicado que este padecimiento está relacionado con un manejo abusivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y con la introducción negativa al uso de las nuevas tecnologías.
Por ejemplo, con la pandemia fue necesario implementar home office y las clases en línea, situación que incrementó el porcentaje de población que usa internet; muchas de estas personas lo hicieron por primera vez, lo que generó estrés. Además, disparó el número de horas que un usuario se encuentra conectado a la red.
Especialistas de la UNAM detectaron que existen varias modalidades de tecnoestrés, una de ellas es la tecnofatiga, que se traduce en el cansancio por las cargas de trabajo y por estar expuestos al intercambio digital. Este estado sicológico es más visible entre las personas nacidas entre 1965 y 1980.
También existe la tecnofobia, que es la resistencia o miedo a usar la tecnología, mientras que la tecnoadicción y la tecnodependencia se manifiestan en una obsesión por estar conectado permanentemente para estar siempre enterado de lo que ocurre con las amistades o con las personas que seguimos.
La UNAM investiga dentro del tecnoestrés la adicción al WhatsApp, la infotoxicación, que es la recepción de información superior a la que nuestro cerebro puede asimilar, y el phubbing, que consiste en ignorar a las personas a nuestro alrededor para concentrarnos en el celular.
Otras afecciones que se han detectado es el aislamiento social, el síndrome de vibración fantasma -cuando se cree que vibró o sonó el celular, pero no es verdad-, o el sleep texting, que es cuando las personas hacen uso de sus dispositivos en fase avanzada de sueño.
La UNAM recomendó a la ciudadanía aprender a “desconectarse” y usar de forma adecuada los recursos digitales sin afectar la salud física y mental.
“La tecnología es una herramienta poderosa que debemos prepararnos para emplearla de la mejor manera, a fin de que contribuya a elevar los niveles de éxito y evitar que nos provoque alteraciones en la salud”.
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