Francisco se dirige a obispos

Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

13 de febrero, 2016

Te presentamos algunas frases pronunciadas por el Papa Francisco I, en su discurso dirigido al obispado mexicano:

Larga historia que han atravesado, convulsiones, derramamiento de sangre en México, dice el Papa a los obispos.

Tres realidades: sensibilidad de pueblos indígenas; cristianismo arraigado en el alma de mexicanos; y racionalidad europea por independencia y libertad.

La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar.

No se dejen corromper por materialismo trivial, ni por acuerdos debajo de la mesa. No pongan confianza en carros y caballos de faraones actuales.

Fronteras permeables, la fuerza de algunos no sobrevive sin vulneranbilidad de los otros. Acerca lo lejano, pero hace distante lo que debería estar cerca.

Sólo Dios es la realidad sobre la cual se puede construir, no sólo pensado e hipotético, sino el Dios del rostro humano.

Me preocupan tantos seducidos por la potencia vacía del mundo exaltan las quimeras y revisten de macabros símbolos para la muerte.

No menos valorar el desafío ético y cívico que el narcotráfico representa para la juventud y sociedad mexicana.

Como metástasis que devora, requieren un serio proyecto pastoral para entretejer red humana, sin la cual seríamos derrotados desde el inició por tal amenaza.

Solo involucrando escuelas, iglesia, política y demás organizaciones podría salvarnos de las aguas.

La mirada de Guadalupe capaz de tejer. Los diseños de Dios no se condicionan por colores e hilos, sino por Su amor. Con los hilos mestizos de nuestra gente, Dios tejió el rostro.

México necesita de sus raíces amerindias para no ser un enigma irresuelto.

Indígenas esperan ser reconocidos por su contribución a una identidad de una nación única.

El laberinto de la soledad se ha hablado muchas veces.

La Iglesia en México estaría condenada a escoger entre sufrir la inferioridad a la cual fue condenada en períodos de su historia, o aventurarse en los fundamentalismo, para tener certezas promisorias.

No se cansen de recordarle a su pueblo cuán potentes son las raíces antiguas que han permitido comunión humana, cultural y espiritual.

Las alas de su pueblo se han desplegado varias veces, por encima de diversas vicisitudes. Mañana será una tierra rica de frutos.

No caer en paralización de dar viejas respuestas a nuevas demandas.

Los invito a cansarse, sin miedo en la tarea de evangelizar.

Guadalupe nos enseña que Dios es familiar. Agacharse y acercarse puede más que cualquier tipo de fuerza.

Sólo una Iglesia que sepa resguardar el rostro de los hombres que van a tocar a sus puertas, es capaz de hablar del rostro de Dios.

El primer rostro que suplicó custodien en su corazón es el de sus sacerdotes.

Pueblos latinoamericanos la entienden bien el lenguaje diminutivo, quizá lo necesitan porque de otra forma se sentirían perdidos. Se adaptaron a sentirse diminutos y vivir en modestia. Delante de Dios sólo se permanece si se es pequeño, si se es huérfano, si se es mendigante.

La misión que la Iglesia le confía a la Morenita requiere hacerse en comunión.

La Guadalupana gesta la humanidad del nuevo mundo naciente. Ciñan la nación mexicana con la fecundidad de Dios.

Episcopado cumple notablemente.

Al pueblo mexicano le ayudará mucho un testimonio unificador de la síntesis cristiana.

Fuera del texto, Francisco improvisó: si tienen que pelearse, peléense, si tienen que decirse cosas, dígansela, pero en la cara., como hombres, como hombres de Dios y mantengan la unidad episcopal.

El desafío de nuestra época se representa en las migraciones, para aventurarse al norte, aún en clandestinidad, dejan sus propias raíces.

Familias se dividen y la integración en la presunta tierra prometida no se alcanza.

El Papa está seguro de que México llegará a tiempo a la cita consigo mismo, con la Iglesia y con Dios.

Habrá piedras y paradas en el camino, pero no se perderá la meta.