La voz poética de Gustavo Orozco es un vino maduro

Héctor Cobá
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Domingo 22 de octubre, 2017

[i]Cartas fantasma[/i] salió del molde de las presentaciones ortodoxas en Cancún, diferente a las costumbres obnubiladas de dar a conocer un poemario. Gustavo Enrique Orozco, el autor del libro, escogió para amanuenses a Karina Chávez y Góngora Balam como escribanos de ocasión.

El mismísimo autor, desenfadado inició la presentación con una transmisión vía Facebook con “enlace a la BBC de Londres”, da la bienvenida a sus invitados, a los de “acá”, sentados en la enorme sala del Foro Comunic Arte Cancún-Centro de enseñanza y creación artística (junto al parque de El Pintor), y a los de “allá”, de todas partes del mundo.

La editorial Clan-Destino, anterior a un tal Gutemberg editó el poemario “Cartas fantasma” con 17 textos, éste no tiene ISBN porque “no se le da la gana”; “un libro muy barato para venderles y comprar Cancún, destacó Orozco.”

La escribana Karina Chávez leyó sus apuntes de su libreta dimensión cuarto de una hoja tamaño carta: uno se desteta muy fácilmente de lo terrestre, la voz poética de Gustavo es un vino maduro, él es inteligente con suspicacia en los versos, sus imágenes automáticamente se ven mejor como un universo fragmentado.

Añadió que el poeta inédito en su forma y fondo, está ávido de contarlo todo, contar los malestares del mundo, sus poemas son dulces u oscuros. La intención poética está muy bien colocada, es un ejemplo de poesía madura.

Por su parte el escriba Góngora Balam, así firma, en lugar de un texto escrito e impreso, leyó el suyo desde su celular. Como todo un copista, escribió una carta para el autor del poemario o a quién corresponda, éste narró que halló una botella, al parecer del refresco guerrerense Lulú (de limón); que por cierto en el tianguis de la supermanzana 101 de Cancún, el año pasado, llegó a costar 35 pesos, más caro que una cerveza.

Concluyó que “la carta tenía más de cinco años navegando, desde Acapulco y llegó a Cancún, halada flotando en lo verdinegro del manglar, era una luz para los que deciden aventurar unas palabras e intentar arropar el mundo.”

En relación al poemario Cartas fantasma de Gustavo Enrique Orozco señaló que las cartas no son sino un largo número de poemas pensados desde la ciudad de México y la sal del mar en medio de cardúmenes de vidrio.

Góngora Balam cerró su intervención con un "¡Dejemos las cartas para que algún necesitado de la vida las encuentre!"

Concluida la participación de dos personas ajenas a la obra poética, que llegaron para decir su apreciación de [i]Cartas fantasma[/i], tocó el turno de la palabra al autor del poemario, en el que resaltan epígrafes de Octavio Paz, San Juan de la Cruz y Adhyatma Upanishad.

Éste leyó sólo dos poemas, pero antes mencionó que: “los poemas del libro los escribí en la ciudad de México, aunque la publicación se edita aquí en Cancún. Compren el libro, no esperen que salga la peli, siempre es mejor el libro que la película.”

Enseguida ojeó la duodécima carta fantasma y destacó el fragmento: “memoria / frágil / ceniza / al viento / que en tu sueño haya paz”; luego pasó a leer la duodécima carta fantasma, donde sobresalen las siguientes líneas llenas de fuego del poema: “llama en una habitación sin brisa alguna / dorada piel del polvo en la luz / agua que prevalece incendiada”.

Siguieron comentarios del libro de los poemas leídos y sin darse cuenta la presentación se convirtió en tertulia. Eso sí la irreverencia en la presentación del libro de poemas incluyó un retraso de 54 minutos, que lo acerca a las presentaciones ortodoxas de libros en foros institucionales.