''A las familias les hace falta confiar y creer que su hijo o hija podrá lograrlo'': Pro Down

“Falta que la información que llega a las personas sea más clara y quitarnos de nuestra mente que se trata de una enfermedad o de un castigo que Dios manda y que mucha gente aún cree; eso no va por ahí. Realmente hemos visto momentos difíciles, pero nos motiva ver el desarrollo de los niños y que se trabaja por un fin, que es integrarlos a la sociedad, porque es un sector olvidado”, sostiene la pedagoga Susana Ramírez Reyes, directora de la asociación Pro Down. 

Pro Down tiene más de 32 años en Cancún como un Centro de Terapia Educativa para personas con síndrome de Down en donde se apoya el desarrollo de habilidades para integrarlos a la sociedad y hacerlos independientes. Dirigida desde hace cinco años por Susana Ramírez, la organización atiende actualmente a 22 niños y niñas desde cuatro años, adolescentes e incluso a una joven de 23 años -quien nunca antes había recibido apoyo pedagógico-.

Hasta hace unos cinco años la matrícula alcanzó hasta 40 niñas y niños con este síndrome, pero luego de dos años de pandemia, se ha reducido a 22, quienes reciben atención de lunes a viernes, de 8:30 a 15 horas.

Por la vulnerabilidad de este sector ante la pandemia, se intentó trabajar a distancia, pero no se obtuvieron buenos resultados, por lo que se abrieron las instalaciones a las personas que quisieran acudir de manera presencial, por lo que prácticamente las actividades fueron normales, sólo con un aforo menor.  

La organización se ubica en la región 94, en Cancún y cuenta con cinco aulas y talleres que divide a los alumnos por habilidades motrices, sociales, de lenguaje y de aprendizaje. La organización funciona con las aportaciones económicas que dan los padres y madres de familia, aunque son mínimas, y el resto de su funcionamiento es con donaciones de empresas privadas, de la sociedad o la realización de eventos.

Tiene una plantilla de docentes en educación especial para tratar personas con alguna condición, pues también incluye niñas y niños regulares con alguna necesidad educativa o autismo, siempre que una familia requiera apoyo educativo.

“Ha sido una tarea muy compleja, aunque no imposible, porque si bien los niños con Down requieren apoyo y atención para desarrollar habilidades sicológicas, físicas, de aprendizaje, entonces sí es un trabajo arduo”, explica Susana Ramírez Reyes.

A partir de este ciclo escolar cinco niños de seis años se integrarán a escuelas regulares, por lo que Pro Down ya solo funcionará como apoyo con ellos y sus familias. “Estamos en el proceso de preparar a los niños que cuando lleguen a la edad escolar se puedan incorporar a sus escuelas, y se logre la integración. En la actualidad veo a todos los niños con la capacidad de ser integrados a las escuelas regulares”, destaca la directora.

Quitar estigmas y añadir confianza

En sus años de trabajo con niños con este síndrome, la directora ha notado que se trata de niños y jóvenes que son sobreprotegidos y pese a contar con la madurez y posibilidad de ser integrados, hay papás que no permiten que los menores trabajen, o que se incorporen a la sociedad, por lo que ello depende de la apertura de la familia, a quienes “les cuesta confiar y creer que su hijo lo podrá lograr”.

“Se trata de tener fe, creer que tu hijo lo va a lograr, que va a ser una persona normal y que su única distinción es que son más amorosos, que dan amor al cien por ciento, que a nosotros nos cuesta darlo, por naturaleza ellos lo traen en la sangre”, dice.

Para la directora una parte fundamental de su desarrollo es que la sociedad les dé oportunidad a los niños y jóvenes a que se integren, pues ellos pueden trabajar y ser independientes, e incluso vivir solos, pero hay que tener confianza y fe en que lo van a lograr. 

No obstante, advierte que la sociedad debe tener más información de cómo tratarlos, de qué hacer para integrarlos y como parte de la ciudadanía cómo podemos apoyarlos para que se integren, “pues muchas veces son rechazados por como son, por como hablan, o hasta por como caminan”.

Edición: Emilio Gómez