Isla Mujeres tiene la virtud de estar enclavada en un sitio estratégico en la Península de Yucatán, protegida de fenómenos como el sargazo, sumando a sus bellezas naturales la calidez de los isleños y una historia que inició con los pescadores hace más de 170 años.
Como asentamiento humano se instauró desde 1850 y fue a partir de 1957 cuando inició la vida turística de la ínsula, con la llegada de la carretera de Yucatán a Puerto Juárez, año en el que comenzaron a llegar visitantes de la Península y que motivó a la creación de los primeros centros de hospedaje, incluso antes que en Cancún.
“Para 1964 ya teníamos el primer gran hotel, mucho antes que Cancún, antes Cozumel e Isla Mujeres ya tenían actividad turística. En 1964 el presidente López Mateos inauguró el primer gran hotel del Caribe, ahora conocido como MIA y un parteaguas en la historia hotelera de la región”, relató Fidel Villanueva Madrid, cronista de la isla.
En 1970 comenzó el despunte de Cancún, con un turismo que vino a transformar toda la región, desde Mahahual hasta Holbox, y en ese punto Isla Mujeres siempre ha sido uno de los atractivos favoritos, por tener una de las seis playas más bellas del mundo, entre otros servicios como el del nado con tiburón ballena, entre otros.
Isla Mujeres, resaltó el historiador, tiene cultura maya, arqueología, historia y por eso desde 2015 fue reconocido como Pueblo Mágico, un plus que llegó a sumar al destino turístico.
La isla evolucionó 106 años como un “romántico pueblo de pescadores”, para transformarse en un destino turístico reconocido, desde que se construyó la carretera.
De 1956 a 1960 la ínsula pasó de 650 habitantes a 2 mil 225, un salto cuántico, que demuestra lo que son capaces de lograr las vías de comunicación en la transformación de destinos y que si bien contribuyeron a la creación de miles de empleos, también se ha generado una afectación en el ecosistema y un deterioro ambiental.
“Si bien Isla Mujeres aún cuenta con bellezas naturales y conserva como parte de sus valores agregados al turismo, una cultura muy particular, le llamamos la cultura del isleño, que tiene manifestaciones muy particulares en lo que se refiere a la danza, a la gastronomía, a la arquitectura, es decir, tiene sus particularidades, aún las conserva y lo que se busca es conservar ese sabor a Caribe maya, que es lo que ha destacado a la isla”, resaltó.
Por su espacio geográfico, agregó, es una isla muy pequeña, una isla muy frágil, por lo que hizo un llamado a todos sus habitantes, y sobre todo a sus visitantes, a que ayuden a conservarlo como un destino atractivo, un lugar donde es posible admirar la naturaleza, admirar la historia y entre todos lograr conservar la esencia de la isla.
Edición: Laura Espejo
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