Apenas tenía seis años de edad y Fernanda Flores ya disfrutaba tratar con los clientes y llevarles la cuenta a sus mesas; así fue como descubrió su vocación gastronómica de manera muy temprana.
Hace 23 años que su familia emigró desde la Ciudad de México a Cancún, lugar de auge turístico, visto por propios y extraños como tierra prometida y de oportunidades.
Su abuela y su madre, María del Carmen Rascón y Bárbara Giardiello, respectivamente, decidieron entonces establecer en el pequeño jardín de su casa un puesto de antojitos al estilo de los que se consumen en la capital de la República. Ante la falta de oferta de ese rubro, poco a poco se fueron haciendo de una clientela que es fiel hasta la fecha.
Fernanda creció y su vocación encontró cauce en la carrera de administración de restaurantes y el sueño sembrado por sus familiares desde muy pequeña se hizo realidad: hoy es directora de ventas de El Rincón de los Antojos, que cuenta con dos sucursales, y una cocina oculta llamada Chilaquilitos Chilakilotes.
Su abuela y su madre han sido pilares fundamentales para la permanencia del negocio: hay que honrarlas porque “mi abuela es quien aporta la sazón a nuestros platillos, de ella son las recetas; y mi mamá, como directora general, es ejemplo de pasión por el trabajo”.
“Hay otros factores insoslayables para que esta empresa familiar sea exitosa: el servicio y el trato personal con los clientes”, afirma.
La fama del lugar ha cobrado dimensión internacional, debido a que el diario The New York Times lo mencionó en una nota y el famoso chef Guy Fieri le dedicó uno de sus programas de televisión. “De pronto, nuestros comensales se diversificaron: nos empezaron a visitar grupos de turistas, pese a que de la zona hotelera nos separan aproximadamente 25 minutos”, nos cuenta Fernanda.
La pandemia, tempestad que no nos quitó la calma
La pandemia, reconoce, “ha sido una tormenta que a pesar de su dureza e intensidad no les ha quitado la calma. Recién declarada la contingencia, lo primero que hubo que resolver fue conservar el trabajo de las 20 personas con que cuenta el negocio familiar; ha sido un proceso muy difícil pero que nos ha permitido reinventarnos y fortalecernos con el trabajo y la perseverancia de todo el equipo”.
Todo esto fue posible en mucho, dijo, a que desde que Uber Eats entró al estado de Quintana Roo se volvió un instrumento indispensable para que El Rincón de los Antojos siga en pie.
“No hubo un sólo momento en el proceso de confinamiento en que bajara la demanda a través de la plataforma digital, incluso hubo momentos de notable incremento”, eso les permitió establecer una programación laboral con reducidos grupos de trabajadores. Laboraban en total cinco días a la quincena; eso hacía posible que estuvieran menos expuestos a los contagios, pues redujeron las salidas de casa, además de que desde el principio se establecieron todas las medidas de higiene recomendadas por el sector Salud, sostiene Fernanda.
Actualmente, con la reapertura paulatina que ha registrado el estado, el negocio funciona a un 60 por ciento de su capacidad y las propietarias reconocen a su clientela como fundamental para la sobrevivencia en medio de la tragedia que vive la humanidad.
Optimista, Fernanda ve un futuro promisorio: en la medida que quede atrás este momento tan excepcional y doloroso que es la enfermedad del COVID-19, El Rincón de los Antojos retomará el proyecto de ofertarse como franquicia.
“Sin Uber Eats, realmente hubiera sido muy difícil soportar este proceso”, añade la directora de ventas y aclara que con las nuevas formas de comercialización digital, el futuro ya está aquí y exhorta a hacer uso de ellas, toda vez que en su experiencia constituyen una clave fundamental para su historia de éxito empresarial.
Edición: Emilio Gómez
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