Janal Pixán en la comunidad de Tres Reyes

Texto y foto: Carlos Águila Arreola
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Lunes 7 de noviembre, 2016

De acuerdo con la tradición maya, anualmente los muertos visitan a los vivos durante tres días, del 31 de octubre al 2 de noviembre, y justo el último día todas las ánimas hacen acto de presencia.

Más de 800 personas asistieron a la séptima edición del [i]Hanal Pixán[/i], la celebración maya del [i]Día de Muertos[/i] que se realiza en la comunidad de Tres Reyes, en el municipio de Lázaro Cárdenas (380 kilómetros al noroeste de Cancún), en donde más de un centenar de habitantes de cuatro poblados aledaños se convirtieron en anfitriones.

Mayoristas y agencias de viajes llevan desde Cancún a turistas nacionales y extranjeros a las comunidades de los municipios de la zona maya de los municipios de Lázaro Cárdenas, Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos.

Nathalie Leño Bez, directora de Relaciones Pública y vocera de [i]Alltournative[/i], la principal operadora de ecoturismo de México y América Latina, explicó que la empresa ofrece recorridos en poblados rurales hace 17 años; el primero fue en Pac Chen, comunidad maya del municipio de Tulum.

Tras un contrato de un mes, fue aumentando el tiempo y el último fue de 10 años; a los tres años de operación, una comunidad vecina que vio el crecimiento quiso comenzar a recibir turismo: es Tres Reyes, donde cada año se realiza [i]la comida de las almas[/i].

Con iniciativa propia, la gente del lugar se organizó y limpió el [i]Cenote de la vida[/i], que se convierte en escenario místico, luego que por décadas había servido como basurero; en las inmediaciones había lagunas pequeñas que fueron unidas por los pobladores con canales donde desde entonces, hace 15 años, se realizan recorridos en kayaks y canoas.

Los pasados días de muertos, centenas de visitantes disfrutaron de una experiencia inigualable en compañía de los habitantes de la localidad, quienes también fungieron como guías para los asistentes a la celebración maya.

La conmemoración consta de tres etapas: decoración de altares en el domo comunitario; la ceremonia maya en el [i]Cenote de la Vida[/i], y degustación de platillos típicos como tamales, relleno negro, escabeche, atole de maíz nuevo, sopa de yuca entre otros.

La celebración cultural, refirió Leño Bez, tiene la intención de preservar la herencia maya para que prevalezca viva entre las nuevas generaciones.

El espectacular cenote fue adecuado con cientos de veladoras y flores para recibir a los visitantes, quienes se sumaron a la misión de decorar una docena de altares dispuestos a lo ancho del recinto natural.

Familias de cuatro poblados aledaños también se unieron al festejo para ofrendar flores, velas, jícaras y platillos típicos expresando de forma creativa su sentir y profundo respeto por la ancestral tradición.

El latente sonido de la selva se mezcló con la percusión y caracoles de la música autóctona, mientras que, bailando, los niños invitaron a los asistentes a congregarse para presenciar la gran ceremonia maya.

A la luz de las veladoras, el consejo de chamanes, liderado por el sacerdote maya Crisanto Cahum, extendió el emotivo ritual alegórico a las ánimas entre humo de incienso de copal, rezos y oraciones que se elevaron en nombre de las almas que han dejado este mundo.

Posteriormente, el aroma de platillos típicos abrieron el apetito entre a los asistentes conforme ascendían del cenote al comedor para deleitarse con la cena, a la que el [i]Hanal Pixán[/i] debe su nombre –[i]comida de las ánimas[/i]–, elaborada por las manos expertas de las señoras de la comunidad, que elaboraron el festín, alarde de la riqueza gastronómica maya.

“Creamos vivencias extraordinarias y con este evento preservamos la herencia maya y estrechamos la vinculación entre los poblados, al reafirmar el orgullo por sus costumbres”, concluyó Nathalie Leño.