Un estado de migrantes

Margarito Molina
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Chetumal, Quintana Roo
Lunes 10 de octubre, 2016

El Hombre siempre se ha movido por el planeta, por diversas razones; de comportamiento económico: cazadores o recolectores, agricultores o industriales; de violencia: guerras, ocupaciones y persecuciones; de salud y enfermedad: epidemias; por fenómenos de la naturaleza: catástrofes y afectaciones; por conflictos culturales y políticos: persecución de creencias religiosas e ideologías; o por oportunidades laborales: las ofertas a la fuerza de trabajo por el turismo, como sucede en Quintana Roo. Siempre se ha movido, por valentía o por necesidad.

Aunque pareciera más notoria la migración de un país a otro; mayoritariamente, el fenómeno ocurre dentro de los propios países: es la cuota de esa gran procesión de gente que va del campo a la ciudad y de la agricultura a la industria. Los migrantes internacionales –definidos como personas que han vivido fuera de su tierra natal durante un año o más– no alcanzan el 4 por ciento de la población mundial.

Las primeras migraciones conocidas en México ocurrieron desde que llegaron los grupos nahuatlacos al valle de Texcoco. Años atrás, los de Cuicuilco huyen de la erupción de un volcán y llegan a Teotihuacan; los de Tula entran en una guerra intestina y Quetzalcóatl y su gente emigra por la costa, hacia la península yucateca. Son los mejores ejemplos de los tiempos prehispánicos y que tienen su rancio antecedente en los caminantes que cruzaron por Bering.

Seguramente, durante la Colonia varias regiones conocieron la migración cuando se huía de los encomenderos y de la evangelización católica, cuando se expandió la ganadería, cuando se descubrían y explotaban grandes yacimientos de minerales, cuando las milpas no producían y las ciudades eran la esperanza.

La guerra de Independencia movió a mucha gente que huía o combatía. Poblados que eran abandonados o nuevos asentamientos que se fundaban; hambrunas que empujaban a las masas hacia las ciudades.

Durante la Revolución Mexicana, la devastación económica fue notoria en la minería, en la agricultura, en la ganadería y en las manufacturas. Además de las balas, el hambre arrojó una corriente migratoria hacia la frontera norte: algunos buscaban cierta protección del país vecino y otros se quedaron en los estados fronterizos, lo que contribuyó a su poblamiento.

Desde finales del siglo XIX, arribaron a México grupos de migrantes extranjeros: alemanes, libaneses y franceses, ya sea por negocios, por una política de colonización o por la necesidad de huir de la precariedad o el sometimiento.

A pesar de la estabilidad económica, durante el periodo de Lázaro Cárdenas, se presenta la migración legal a Estados Unidos de Norteamérica de miles de braceros mexicanos, que sustituyó a la fuerza de trabajo local que partió a combatir a Europa y Asia; fue el fenómeno migratorio más importante de mediados del siglo XX.

Entre 1940 y 1950, la migración modificó al sector rural: pasó de constituir el 65 por ciento de la población nacional, a ser el 57 por ciento. La política industrial de Miguel Alemán prendía candilejas en las ciudades: los campesinos se proletarizaban.

A principios de la siguiente década la economía se estancó. Se decidió impulsar la inversión extranjera y la industria nacional fue desplazada. Se conoció la inflación y la política de salarios mínimos, y en el rejuego de apoyos al campo y a la industria, se presentó el desempleo y el subempleo.

La intervención del Estado estabiliza la economía mexicana desde mediados de los sesentas hasta 1980: fueron los años del [i]Milagro mexicano[/i] con un crecimiento moderado del 5 por ciento anual. Pero llegó la crisis de 1982 y los porcentajes de pobreza nacional se incrementaron. La migración de desempleados y pobres se dirige hacia los polos turísticos de desarrollo y a las ciudades medianas como Puebla y Querétaro. Poco antes, en 1972, Luis Echeverría impulsa la política de colonización dirigida a Baja California y Quintana Roo. Llegan al sur del estado caribeño miles de familias campesinas provenientes de Coahuila, Veracruz, Zacatecas, Jalisco, Michoacán y Tabasco.