En el Caribe se minimiza el desastre del sargazo, acusa Andréa Dautelle

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Foto: Andréa Dautelle
La Jornada Maya

Cancún, Quintana Roo
Lunes 27 de agosto, 2018

Durante un viaje a Guadalupe en mayo de 2018, Andréa Dautelle, una joven reportera y fotógrafa, capturó las playas en la región invadidas por por algas Sargassum (sargazo) conocidas por su toxicidad, en su reportaje El temible mayo. Esto no es un desastre natural, un testimonio visual de este fenómeno impresionante e inquietante.
Desde la primavera pasada, las playas de las Antillas enfrentan la llegada masiva de sargazo.

En los países afectados, la intoxicación se ha incrementado debido al amoníaco y al sulfuro de hidrógeno que emiten estas macroalgas durante su descomposición, por lo que algunos puertos fueron puestos en cuarentena, afectando a los habitantes pues la economía de la región y su turismo se encuentran bajo amenaza.

Los lugareños y los jóvenes voluntarios limpian las playas con recursos limitados, un trabajo sin fin ya que el océano continúa volcando nueva vegetación sobre las costas. La presencia de estas algas en concentraciones muy altas plantea problemas de salud, económicos y de gestión. El fenómeno parece estar aumentando año tras año, colocando a la actividad humana como la causa principal del desastre.

[b]El daño ambiental[/b]

Desde 2011, los varamientos masivos de sargazo han aumentado de manera alarmante en el mar Caribe. De acuerdo con la NASA y la Universidad del Sur de Florida, “los meses de enero y febrero de 2018 mostraron la mayor proliferación en el Atlántico central occidental en comparación con los mismos meses de la historia. El número total de talofita que vimos en febrero, por lo general un mes de baja, ahora se ha excedido el máximo en julio/agosto de 2015, al igual que las temperaturas medias terrestres y la concentración de CO2 en la atmósfera.

Sin embargo, las causas de esta proliferación aún no se han determinado con certeza, incluso si todos los índices convergen hacia la actividad del hombre. Por lo tanto, la investigación actual se está volcando hacia el cambio climático y la contaminación oceánica. De acuerdo con una nota de la DEAL Guadalupe (Dirección de Medio Ambiente, Planificación y Vivienda), la proliferación sin fin del sargazo puede ser el resultado de la contaminación con base en tierra, la contaminación de los océanos, así como el cambio climático, que influye en las corrientes marinas.

Alguna evidencia sugiere que el Sargassum algas, que vienen del norte de la desembocadura del Amazonas, costa afuera de Brasil, se benefician de la destrucción de los manglares en América Latina y, por tanto, más aguas ricas en nutrientes ( previamente los manglares conservaban estos nutrientes) para multiplicarse. En última instancia, es muy probable que sea un efecto de cóctel perverso de diferentes causas humanas.

[b]Difícil de perder[/b]

En mayo de 2018, Andrea Dautelle descubrió la magnitud de la catástrofe en Guadalupe. “Al principio fue un olor insoportable a huevo podrido lo que me llamó la atención. Sin siquiera ver el mar, desde la carretera nacional 1 en el camino a Capesterre-Belle-Eau, se anunciaron los sargasses.

“Vi playas que ya no reconocí, como cubiertas con una nueva piel (...). Encontré ojos ruborizados con gases abiertos y personas usando máscaras para protegerse. Fotografié paisajes deformados por nuevas curvas rubias aquí y rojizo allí. Descubrí Terre de Bas, en Les Saintes, aislado del mundo después de que Sargassum hizo inaccesible su puerto. “Conocí a pescadores que acumulan en sus redes más algas marinas que peces. El Estado se niega a reconocer el desastre natural.