Oro en tierras del Mayab

Texto y foto: Raúl Balam
La Jornada Maya

Kantunilkín, Quintana Roo
Lunes 30 de julio, 2018

Los dignatarios mayas son las personas más longevas de Lázaro Cárdenas y son considerados custodios de la iglesia de la inmaculada concepción, patrona de Kantunilkín. Hoy nos revelan como los antiguos habitantes del lugar eran muy celosos de sus bienes al grado de que escondían el oro o el dinero que poseían.

En ese sentido, Donaciano Poot Chan, presidente del Consejo Supremo Maya explicó, en compañía de otros miembros en frente de la iglesia, que los abuelitos tenían la costumbre de esconder el oro y plata, pero no para distribuirlo como herencia a sus hijos.

Señaló como ejemplo que uno de los acontecimientos muy sonados en la década de 1960 fue que una persona identificada como Heliodoro Grañiel se encontraba resguardando una buena cantidad de monedas de oro y plata en una zona conocida como Kon Pich, perteneciente al ejido de Kantunilkín y lo vió Florencio Aban, quien se dice se hizo de las preseas.

Con el paso del tiempo y de la noche a la mañana, Florencio Aban puso una reconocida tienda y era una de las personas con más recursos económicos de esta ciudad. A pesar de esa situación, por azares del destino el negocio fue a la ruina; se dice que como su fortuna no fue fruto de su trabajo no la aprovechó.

Poot Chan calificó a las personas antiguas como egoístas, porque hay muchos testimonios de que escondían todas las cosas de valor para que nadie de su familia se enterara.

Otra anécdota que platicó Roberto Canul, otro dignatario maya, fue que anduvo en una zona conocida como el Cinco frontera con el ejido de Popolnah, Yucatán; ahí halló una cueva profunda y al explorarla encontró una vasija llena de jade, pero jamás tuvo la ambición de conservarla, porque desconocía que era y únicamente se quedó con 12 piezas.

Sin embargo, tiempo después se encontró con un gringo que andaba comprando oro; cuando le sacó las piezas este se asombró, y le preguntó que de dónde lo obtuvo. Canul se negó a ir a mostrarle la cueva por temor y al día siguiente intentó acudir al lugar, pero jamás lo encontró, por lo que dedujo que fue suerte la de ese día cuando apareció el recurso.

Otro de los dignatarios dijo que tiene conocimiento de que el dinero que esconden los antiguos se presenta de diferente manera y citó como ejemplo que en ocasiones aparece un animal peligroso, pero si se tiene el valor de enfrentarsele, desaparece y aparece el oro o plata, dependiendo de que se trate.

Por ejemplo dijo que sus abuelos comentan que en una ocasión en una zona conocida como Kankab Chen, del ejido de Kantunilkín, un campesino al llegar en el potrero se presentó un animal conocido por esta zona como toro de lidia y al enfrentarse al animal de inmediato se convirtió en una vasija grande de oro.