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Mujeres indígenas logran su autonomía hasta la vejez, guatemalteca mam

Aquí ya podemos opinar respecto a las decisiones de la familia, señala
Foto: Jairo Magaña

Juana Ordoñez, descendiente guatemalteca indígena mam, cuenta que al casarse muy joven dedicó su vida a atender a su esposo y con el paso del tiempo a sus 10 hijos, tres de ellos nacieron antes de la guerra en Guatemala que los obligó a refugiarse en México, no pudo decidir si quedarse con su familia o seguir a su marido. Es hasta ahora, a sus 62 años, cuando tiene voz y voto en su casa, señalando que así ha sido con los indígenas, "solo hasta su vejez tienen autonomía". 

Tras seguir a su esposo, los militares chapines asesinaron a su familia por presuntos espías.

Tras 40 años de convertirse en avecindada mexicana, doña Juana destaca que si aún viviera en Guatemala sería distinto: “Aquí ya podemos opinar respecto a las decisiones de la familia, puedo hablar con mi esposo y recomendar sobre aquello que influya a la familia completa, construir un espacio más en la casa, la comida, si compramos algún bien, si salimos a dar una vuelta, de todo”, dijo.

Aseguró que llegó joven, ya con hijos, y sus hijas que han crecido en México pueden escoger como hacer su vida, no seguir sus pasos, ya que hasta sus primeros 19 años de vida estaba obligada a seguir normas sociales restrictivas y machistas, normas que la obligaban en su momento a mantener la cabeza agachada y sin poder dar su opinión aún así ella no estuviera de acuerdo con hacer o decir algo.

Incluso recuerda que antes era común que cuando llegaban los amigos de su esposo, éste le pedía que los dejara solos porque platicarían cosas que no les interesaban a las mujeres, o cuando él salía de casa algunos días para trabajar, ella no podía recomendarle que no tardara tanto tiempo pues lo que recibía era una reprimenda y la frase “eso no te incumbe, hago lo que debo hacer”.

También recordó que sus actividades hasta hace unos años estaban limitadas al cuidado de sus hijos, hacer la comida, cuidar a los animales de traspatio, y sobre todo, atender las necesidades de su esposo, mismo que con el paso de los años, lo vivido en México y su edad, fueron modificándose hasta ahora ser la segunda al mando y al mismo nivel que “Padre”, porque ellos son quienes llevan las decisiones de la familia en conjunto ahora.

“Hasta en la guerra hay desigualdad, a los hombres en ese entonces los asesinaban si los consideraban traidores a los soldados o a los rebeldes, pero a las mujeres las violaban y luego las mataban, tenían que humillarlas para que los hombres demostraran su poder ante ellas y ellos”, relató.

También dijo que los nuevos roles seguirán cambiando mientras haya mujeres que se revelen y que quieran marcar la diferencia. Hoy que la libertad es conjugada con coraje tras años de estar oprimidas y de escuchar que hay cosas que las mujeres no pueden hacer, la revolución femenina tiene mucho que dar y para todo hay opinión, pues hay quienes están a favor de los destrozos y otras que no, “todo es válido”, sentenció.

Finalmente destacó que a sus hijas las han criado con la nueva forma, como ellos le llaman, les han pedido que sean dedicadas a su familia, pero tengan a bien defenderse de cualquier ataque de un hombre, porque ellos como padres las defenderán, les han dado la oportunidad de estudiar, algo que ella no pudo, y de tener voz y voto en la casa para saber si están de acuerdo o no.

“Mis hijas están en el cielo, nada de lo que pueden hacer hoy respecto a la ropa, maquillaje y opiniones lo podíamos hacer antes, las mujeres deben tener más mujeres a quien seguir para que el espíritu femenino no sea doblegado”, terminó.

 

Edición: Laura Espejo