Alejandro Schirp Magaña tiene 62 años y forma parte de la tercera generación de una familia alemana en Mérida que se dedica a la venta de embutidos.
Este año, Schirp Delicatessen cumple 90 años de una tradición yucateco-alemana.
“La verdadera historia de Schirp está entre tres mujeres: mi abuela Milke, mi madre Magaña y mi mujer García, ninguna de las tres es Schirp y el negocio existe gracias a ellas”.
La cocina, siendo las entrañas del comercio, está compuesta por grandes ollas de metal, sacos de insumos y, claro, sal.
A veces, don Alejandro Schirp tiene la ocurrencia de una nueva receta y llega a compartirla a la cocina. Acto seguido, la llevan a cabo.
Su hijo, Guillermo Schrip García, es quien encabeza ahora el negocio familiar que surgió y su otro hijo, el más pequeño, se encarga de las fórmulas, “es un trabajo tequioso”, reconoce.
Ahora, en diciembre, el local es centro de degustación de jamones y gravys dulces para la cena navideña, pero años atrás fue el inicio de un motivo más de unión familiar.
“Mi abuelo y mi abuela comenzaron a vender comida para vivir, ellos vivían muy bien, pero las cosas cambiaron”.
En 1905, su abuelo -Wilhelm Schirp Laabs- viaja desde Alemania a Mérida junto con su hermanastro, con el propósito de ser el administrador y gerente, respectivamente, de la planta eléctrica de la compañía Siemens & Halske S.A.
“Lo primero que hace es agarrar su cámara y tomar fotografías, era aficionado de la fotografía, por eso ahora contamos como con 250 fotos”.
Las fotografías fueron donadas a la Universidad de Augsburgo, las cuales están disponibles en formato digital.
Gracias a esta labor, existen fotos del armado y construcción de la planta eléctrica.
Don Alejandro Schirp está en su oficina dentro del local comercial de Schirp Delicatessen en la colonia García Ginerés y recuerda ver a su abuela cocinar en ese mismo domicilio.
“Yo veía a mi abuela andar con sus chanclas aquí, esta era su casa, la que compraron realmente porque ellos cambiaron 16 veces de casa”.
Cuando don Alejandro Schirp tenía año y medio sufrió un accidente en la mano, su papá estaba haciendo longaniza con ayuda del molino y metió su mano en un descuido, por lo que perdió cuatro dedos de la mano izquierda “yo ni me acuerdo de eso”, dijo.
Su abuela cocinaba desde cero toda la comida familiar, incluso, en el local comercial de ahora había sembrados de hortaliza y su mamá, una yucateca, espiaba las recetas que aprendió con el tiempo.
“Se sembraban cosas que la gente ahora ya no come, como el quimbombó, melocotón, papa, colinabo, etcétera”.
Por su parte, su papá elaboraba las salchichas, salchichón de lengua, paté de hígado, jamón y pierna.
Don Alejandro Schirp recuerda cuando sus padres tenían que sacar para comer y vivían en una casa de paja, “yo me acuerdo de los días fríos como ahorita, me iba en bicicleta a las 6 de la mañana y mi mamá me tejió mis guantes. Desayunábamos pan francés con mantequilla y chocolate con un huevo adentro”.
Recetas Schirp
Ahora el comercio cuenta con un amplio menú de carnes frías y embutidos, resultado de las recetas originales de familia con algunas modificaciones.
Pimienta gorda, canela, clavo, son algunos ingredientes que se usan hasta ahora en el molino de la abuela.
La empresa ha crecido en las manos de toda la familia, desde una misma cocina de antaño.
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Edición: Estefanía Cardeña
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