Foto y texto: Paul Antoine Matos
La Jornada Maya
25 de noviembre, 2015
No hay boda en que no estén presentes el color, el aroma silvestre y dulce de las flores; lo mismo pasa en los nacimientos y los festejos de XV años, sobre todo en la sociedad yucateca; pero también acompañan los momentos más tristes como los funerales y los pésames. Se envían ramos y arreglos de blancos claveles como símbolos solidarios.
Durante 43 años, la florería [i]Maa-Tu’bzcen[/i] (No me olvides) ha sido parte de la vida de los meridanos y demás yucatecos. Su historia comenzó en la primera mitad de la década de los setentas, cuando Enna Peniche Campos de García decidió emprender un negocio nunca antes visto en la entidad, al menos de manera formal.
Años atrás, las familias yucatecas ya tenían la costumbre de adornar sus ocasiones especiales por su cuenta, por lo que los diseños y arreglos eran de manufactura propia. Ante esa área de oportunidad, Enna Peniche y su esposo, Alberto García Bolio, tomaron la decisión de comenzar con una florería en forma; incluso, invitaron a un florista de Matsumoto, florería ubicada en la ciudad de México, para enseñarles cómo mejorar su calidad.
Con el tiempo, la florería se estableció en el gusto de los yucatecos y en el de personalidades con fama internacional, como el futbolista Rafael Márquez, quien ha adquirido arreglos ahí. Pero, sin duda, el momento más especial fue el viaje de Juan Pablo II a Mérida en 1993, cuando [i]Maa-Tu’bzcen ([/i]No me olvides) tuvo la oportunidad de adornar con sus arreglos los eventos realizados por la Iglesia Católica.
Doña Enna le cedió la florería a su hija Claudina, quien desde hace 16 años se encarga de los diseños.
Para Claudina, las flores significan espiritualidad, algo que descubrió durante un viaje que realizó a la India, donde hacía guirnaldas. Ella considera que “las flores son un alimento para el alma. Una creación divina en la Tierra”.
[h2]Responsables de las emociones[/h2]
Claudina indica que, al hacer los arreglos florales, tiene una responsabilidad enorme: atender las emociones de los clientes. Reconoce que cuando alguien se acerca para solicitar un diseño, le están encargando los momentos más significativos de su vida, por lo que deben ofrecer su mejor esfuerzo y calidad.
“Una persona puede buscar reflejar su alegría por el nacimiento de un bebé, el encanto y la belleza del amor entre una pareja que se casa, o bien la solidaridad en los momentos de más dolor y tristeza en la vida de alguien, que es la pérdida de un ser querido”, expresa.
Por ello, apunta, la florería ha tratado con amor a los yucatecos que se han acercado para depositarles su confianza. Reconoce la importancia de reinventarse constantemente en los diseños para ofrecer a cada cliente un momento único y especial.
“El diseño de flores es un reto a la imaginación y al buen gusto”. Afirma que deben combinarse los colores, las formas y la profundidad, siempre partiendo de la ocasión para la que será usado. “Es como una pintura con matices que expresan emociones”, enfatiza, rodeada de las flores que serán utilizadas para un próximo casamiento.
Señala que trabajar y dar el 100 por ciento siempre será correspondido, sin importar la faceta del ser humano ni la empresa que se proponga. “Espera y verás el resultado”, aconseja.
Reconoce el valor de la familia en la empresa, tras heredarla de su madre, quien a sus 84 años continúa apoyándola y siendo su maestra, así como de su nieta, Claudina Torre de González, quien desde hace cuatro años colabora en la florería. “Con amor y buenos deseos, una empresa familiar puede ser exitosa”.
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