La Jornada Maya
Sandra Gayou Soto

A punto de cumplir treinta años, Maná regresa a Mérida con la gira Cama Incendiada, al Coliseo Yucatán, recinto inaugurado por ellos mismos en febrero de 2013, con la promesa de una asombrosa producción, diferente a la presentada hace dos años. Según Francisco Mata, promotor del evento de la empresa GMG, cuentan con nueva tecnología lumínica y más de ocho pantallas. Además, el montaje es tan complejo que el staff de 90 personas requerirá de por lo menos tres días para realizarlo, según información difundida en redes.

Probablemente sea lo único nuevo que se podría esperar de un concierto de Maná. Sin duda sus seguidores más fieles brincarán con semejante afirmación y es que, después de ocho discos de estudio, giras por el mundo, los Grammy y los Grammy Latinos, los MTV Video Music Awards, los Billboard y los premios Lo Nuestro, Maná sigue sonando a una larga canción del famoso disco ¿Dónde jugarán los niños?, en el mejor de los casos.

La música es, sin dudarlo, un reflejo fiel de la sociedad que la consume. Es por eso que en este punto, la falta de riesgo en creatividad y la permanencia en las formulas los mantiene en la exitosa mediocridad. Ni bueno, ni malo. Es decir, la falta de creatividad no esta en su interpretación o en el uso de tecnología para la producción de un espectáculo, sino en la carencia de recursos líricos en sus letras y la ausencia del riesgo a experimentar en los arreglos; que finalmente es la base de la vanguardia, cosa que bien caería a esta banda de cincuentones, que antes eran referencia generacional y ahora se mantienen en decadencia, como si estuviéramos en la misma cantina o en la mesa del mismo bar, escuchando la misma canción una y otra vez.

Maná puede, por defecto, tener un sinfín de seguidores, sin menospreciar al escucha. Que un grupo se mantenga en el gusto del público es sin duda valioso. Sin embargo ni las giras, ni los premios, ni los millones de discos vendidos garantizan la evolución musical que debería tener una banda con semejante trayectoria.

Ni rock, ni pop, la eterna discusión en la historia de esta agrupación que surgió durante el boom del rock en español. Lo cierto es que siguen convocando a miles de personas en los lugares donde se presentan; cierto es también que esos miles de fans esperan ansiosamente que su banda favorita interprete las canciones que le dieron fama. Así, Maná puede ser considerada una banda de culto o el culto a una banda que no ha logrado superar su propia fórmula de éxito.

Ya la escucharemos en Mérida y en Cancún, donde el muelle de San Blas sigue siendo su mejor recuerdo, tanto como esa larga canción que te gusta y estás dispuesto a gastarte tus monedas, para que se repita en la rocola, del mismo bar de siempre, con la misma cerveza.

Maná. Domingo 20 horas. en El Coliseo. Boletos disponibles.


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