David Collado
Foto Castells Sports
La Jornada Maya
13 de noviembre, 2015
El tiempo pasa rápido. Siento que los meses posteriores al final del Mundial Brasil 2014 han transcurrido de manera muy veloz. Tan lejano que se veía Rusia 2018 en ese entonces, y ya se cumplió una cuarta parte de la espera hacia la cita mundialista.
No me gustan los discursos triunfalistas. No empezaré a tirar choros del tipo “El camino al éxito empieza hoy”. No, no con esa intención pseudo-motivacional, pero lo cierto es que sí es importante, en primer lugar, que como aficionados y medios de comunicación tengamos un sentido crítico del estado de nuestra selección de cara al inicio de una nueva y desgastante eliminatoria.
Que si Juan Carlos es o no es el técnico ideal para la selección, sólo el tiempo lo dirá. No me atrevo a juzgar cuando no ha siquiera participado de manera oficial en un partido importante. Por lo pronto vienen El Salvador y Honduras, en lo que parece ser el grupo más pesado en esta segunda ronda eliminatoria de la Concacaf (recordando que la primera instancia básicamente enfrenta equipos caribeños y sudamericanos a eliminación directa).
No me lo tomen a mal, no veo amistosos de la Selección Mexicana. Se usan para experimentar y para probar. Prefiero ver y analizar el desempeño en competencias oficiales, con la presión que implica manejar dichos partidos. Y lo último que se vio de México en este sentido fue un sufrido pero hambriento triunfo ante Estados Unidos que nos dio el pase a Rusia… pero a la Confederaciones de 2017.
Se critica a Juan Carlos Osorio por haber fracasado en el futbol mexicano previamente. La situación es diferente, el momento es diferente y los protagonistas son diferentes. Cualquier futbolero sabe y domina que no es lo mismo dirigir club que selección. Esto podría resultar el talón de Aquiles del técnico colombiano, quien jamás ha dirigido a nivel selección. Creo que hay que observar antes de emitir una opinión. Lo mismo podría fracasar rotundamente, que desarrollar una Selección que ofrezca un juego vistoso, pero sobre todo efectivo.
Por lo pronto, enfrentarse a dos rivales históricos del área en menos de cinco días representa la primera prueba para Osorio y su grupo de jugadores convocados. Tendrá que adaptarse muy rápido a la presión de los equipos centroamericanos, al estilo, a la volatilidad de los aficionados mexicanos, al ego de los jugadores, a la presión de las televisoras y los obstáculos de promotores y directivos.
Será que he estado menos conectado a la televisión estos últimos días, pero tengo la impresión de que existe un sentido de humildad y de ecuanimidad entre el periodismo deportivo nacional; menos porrista, más analista. Televisa, porrista oficial de la Selección Nacional, trae ahorita sus propios asuntos internos que atender; que si Javier Alarcón esto, que si Javier Alarcón lo otro. Este enfoque de los medios creo que ayuda a generar un ambiente de tranquilidad y confianza para el trabajo del equipo.
Sin duda Osorio muestra mayor seriedad como persona que Miguel Herrera. Quizá la próxima semana, ya con dos juegos oficiales en su haber, podremos contar con una primera radiografía de lo que el flamante nuevo técnico nos ofrece.
Juego por juego, día por día. El Salvador y Honduras son ganables. Siempre lo han sido. Esperemos que un técnico de fuera también permita ayudar a remediar los miedos comunes del futbolista mexicano; el de achicarse ante rivales pequeños, el de pecar soberbia, el de responsabilizar a otros por los fracasos propios.
No, no pretendo dar un discurso motivacional, pero por primera vez en mucho tiempo creo que la Selección Mexicana tiene lo suficiente para dejar de ser un circo mediático y ser de nuevo un representativo nacional en el futbol. Trabajo hay. Lugar para resultados positivos, también. Es necesario empezar con el pie derecho.
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