Gloria Serrano
La Jornada Maya

20 de octubre, 2015

Una imponente civilización: la maya. Un adjetivo, un atributo, una noción imprecisa y mudable: la belleza. “Mayas, el lenguaje de la belleza”, propone y genera una observación poco convencional de un pueblo, del otro México que hace miles de años habitó una porción de tierra en la región de Mesoamérica. Una exposición que despliega cuatro visiones tópicas, cuatro rutas para adentrarse al mundo de la belleza; estética sí, pero también de la belleza como medio de interpretación, como lenguaje que proyecta, que remite, que aproxima el ser de una cultura viva, cuyo pasado aparece siempre convocado por el presente.

Un lugar, un puente que posibilita el diálogo entre la sociedad y su historia. Una institución responsable de coleccionar, conservar, investigar y difundir el patrimonio cultural de la península de Yucatán: el Museo Regional de Antropología “Palacio Cantón”, en la ciudad de Mérida. Y una entrevista con su directora, la gestora cultural y licenciada en conservación, Giovana E. Jaspersen García. El objetivo: conocer qué hay detrás de la exposición que sorprendió a los actuales herederos de otra cultura milenaria, la china.

[h2]Los preparativos[/h2]

“Esta es una de las dos grandes exposiciones internacionales que ha realizado el INAH en los dos últimos años. En 2014 se expuso en el Museo Nacional de China, en Beijíng; fue todo un acontecimiento por lo que implicó a nivel de comunicación, curaduría y, además, por la elaboración del catálogo de obra. La otra exposición es Mayas, revelación de un tiempo sin fin que se presentó en Brasil, después en París y que ahora está en Inglaterra. Trasladar Mayas, el lenguaje de la belleza a Yucatán, nos dio la posibilidad de enriquecer las colecciones con otras piezas del Palacio Cantón, incluso con algunas inéditas que nunca habían sido expuestas en el museo. Se trata de acercar al público local y regional a una de las muestras más representativas y desechar la creencia de que las mejores exposiciones solo se encuentran en el extranjero”.

Son 278 objetos, fragmentos de memoria e identidad, de los cuales 78 pertenecen a la propia colección del Palacio Cantón. A China viajaron 35 de estas piezas. Giovana comenta que tanto los textiles como las sandalias encontrados en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá, que son parte de este extraordinario muestrario, no fueron llevados al país más poblado del mundo debido a la complejidad que implica la conservación de material orgánico. “Tener un textil prehispánico es poco común, estas piezas se conservaron gracias al propio proceso biológico que tuvieron en contacto con el agua. Para su montaje en el Palacio Cantón se debieron cambiar todos los soportes e instalar otros”, explica.

Para concretar la exposición se conformaron dos equipos de trabajo. El primero, la coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), responsable de la curaduría a cargo de Karina Romero, quien además realizó toda la parte de investigación. Esta Coordinación también solicitó las colecciones a las 40 zonas arqueológicas y museos del área maya, efectuó su traslado y desarrolló el proyecto museográfico. Posteriormente se integraron miembros del Palacio Cantón para realizar las actividades de montaje y soportería en sala, así como personal del Departamento de Comunicación Educativa y Difusión. “Estamos hablando de un proceso que duró poco más de tres meses, previos a la apertura de las salas. El valor incalculable de cada pieza exigió requerimientos técnicos especiales, fue un trabajo impresionante: la llegada de las colecciones, el empleo de grúas para descargarlas. Sin embargo, la planeación comenzó hace dos años, con la curaduría”, detalla la directora y satisfecha comparte la siguiente anécdota:

“Hace unas semanas recibimos un grupo de empresarios chinos y entre ellos estaba el realizador del catálogo de la exposición presentada en Beijíng. Claro que esta es una ventana al turismo internacional, pero predominan los visitantes locales porque existe un sentido de orgullo por el estado y el Palacio Cantón es un emblema icónico de la ciudad, lo que ha sido primordial para la reactivación del museo”.

¿Es esta la exposición más importante del museo en los últimos años?

“Sin lugar a duda; no solo del museo, sino una de las exposiciones más importantes de la civilización maya que se han curado. Es maravilloso poder encontrar tantas piezas en un mismo espacio. Hay objetos que solo habían sido apreciados en libros, como los incensarios de Palenque, o piezas de nuestra propia colección que por su itinerancia alrededor del mundo es complicado tener en casa, como el escriba de Mayapán o el rostro zoomorfo de Oxkintok”.

[h2]El cuerpo como un gran lienzo[/h2]

La curaduría de la exposición se divide en cuatro grupos. Inicia con el cuerpo como lienzo; es decir, la belleza expresada en el cuerpo humano a través de distintas costumbres como la deformación craneal, el limado de las piezas dentales, la escarificación (tatuajes o marcas que se hacían en la piel), e incluso la falta de paralelismo en los ojos o estrabismo, particularmente apreciada entre los mayas. “Ver representado el cuerpo humano, nos da una idea más clara de cómo eran los habitantes de la región. Estéticamente, en este primer bloque hay muchas piezas que nos refieren un manejo del naturalismo en su técnica, con el que reflejaron las sucesivas etapas de la vida: la edad reproductiva de la mujer o la vejez, por ejemplo. Todos estos elementos crean lazos de empatía frente a lo prehispánico”.

[i]El cuerpo revestido, envuelto[/i]

En el segundo bloque se presenta el cuerpo revestido, el imaginario social de una cultura a través de diversas vestimentas y su uso. Sin titubeos, Giovana de nuevo ilustra lo que la gente encontrará al recorrer esta sección:

“Las figurillas provenientes de Jaina nos brindan un notable abanico de representaciones ligadas al poder o el estatus: tocados, sombreros, textiles, orejeras. También se muestra la joyería de piedra verde y personajes plasmados sobre otras bases como la cerámica, los vasos y la piedra. De las piezas más importantes tenemos la Estela de Edzná, de casi tres metros de altura y más de 400 kilos. Esta es una pieza monumental que se llevó a China por primera vez y ahí mismo se restauró para su montaje en el museo.

[h2]La contraparte animal: monos, aves, jaguares y serpientes[/h2]

Si no se ha visto la exposición, resulta difícil de imaginar; empero, Giovana destaca la presencia de piezas que dejan ver una estética atemporal, formas poco concretas que cualquier centro de arte contemporáneo exhibiría: “Este módulo se acerca a la parte animal. Tenemos figuras de monos con líneas totalmente abstractas, lo cual además contribuye a romper con la percepción de que el trazo maya es siempre igual. Son distintos enfoques; no es lo mismo una figura de jaguar de tipo decorativo que otra con una implicación simbólica, más relacionada con la cosmogonía maya”.

[h2]Después de lo humano: el cuerpo de la divinidad[/h2]

El cuarto y último apartado constituye una suerte de paneo para observar la diferenciación de lo humano y lo que está más allá de la vida sobre la tierra: “Las primeras dos salas nos dan una visión muy nítida de los hombres y de la sociedad. En cambio en la planta alta, donde se ubica este módulo temático, lo que vemos son sus dioses”, precisa Giovana.

¿Qué nos puedes decir de la belleza como tal?

“Chinos, griegos, romanos o egipcios, cada civilización ha tenido un patrón estético propio y en la cultura maya también ocurre. Su ideal de estética probablemente difiere con lo que consideramos bello hoy en día; no obstante, la belleza es un lenguaje que nos cuenta muchísimo más. En este sentido, la presente es una exposición muy fresca y abierta a la experiencia personal, a la de cada visitante frente a los objetos”.

[h2]Provocación-participación: los mayores hallazgos[/h2]

Piezas que sin decir palabra, hablan. Unas de uso cotidiano, otras destinadas a ritos ceremoniales, o vinculadas a conceptos como la muerte. Piezas que dejan de ser eso para convertirse en indicios que facilitan la comprensión de un periodo de la historia. Las hay conmemorativas de sucesos específicos, como las estelas, o de carácter simbólico como los dignatarios de Toniná. En todos los casos, la carga de información que cada una posee hace que para Giovana no sea fácil responder cuál es su objeto predilecto dentro de la colección.

Detrás de “Mayas, el lenguaje de la belleza” hay patrimonio, privilegio, deleite y descubrimiento. La permanente narración de un relato mudo con una capacidad comunicativa que asombra al ojo observador. También un silencioso conversar con otros pobladores de tiempos remotos y, en el fondo, una convocatoria elocuente a hacer del museo no un simple reservorio de reliquias, sino el centro de reunión que solo tiene cabida cuando una comunidad, que se sabe protagonista, se apropia sin recelo alguno de lo que siempre ha sido suyo.


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