Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

28 de septiembre, 2015

“Es una protesta por Ayotzinapa, que mataron a los 43 estudiantes”. Esa frase la dijo un padre de familia a su hijo de ocho años, el sábado 26 pasado en la Plaza Grande del centro de Mérida, mientras 300 personas exigían la presentación de los jóvenes de la escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”.

Desde el 26 de septiembre de 2014, los padres de familia y compañeros normalistas de los 43 estudiantes han reclamado la solución al caso y exigido que el gobierno de Enrique Peña Nieto deje de mentir y crear verdades históricas falsas.

Desde el mediodía, el centro cultural Tapanco, un grupo de jóvenes en el parque de Santiago y estudiantes de la Universidad Autónoma de Yucatán, realizaron diversas actividades culturales y de concientización. A las 18 horas, los asistentes a la Plaza Grande pasaron lista a los 43 normalistas desaparecidos, alrededor de una manta hecha con retazos de telas que ha circulado por todo el país con el objeto de ofrecer el mensaje de “no están solos” a los padres de familia.

Policías municipales cerraron la calle 61 para permitir a los manifestantes el libre ejercicio de la protesta, mientras cuatro elementos de la policía estatal observaban atentamente desde las puertas de Palacio de Gobierno.

Un hombre arrastró entre la multitud a una estudiante, quien le reclamaba con gritos “utopía”; a lo que el hombre respondía con “ilusos utopistas”. Se trataba de una representación de un texto de Ricardo Flores Magón, político, periodista y anarquista que vivió la Revolución Mexicana.

El grupo musical Emiliano Buenfil y la Chancil Tropical tocó cuatro canciones con temáticas sociales, excepto la última. “Da tu tanda, tú. Da tu tanda” era la letra de dicha melodía, aunque en tiempos de chikungunya es complicado que alguien dé su tanda.

La marcha desde la Plaza Grande comenzó alrededor de las 19:30 horas. El contingente partió hacia la calle 60 para pasar por el edificio central de la Uady, acompañado por dos motopatrullas que cerraban las calles aledañas para impedir que los automovilistas avanzaran al tiempo que lo hacían los marchistas.

Minutos más tarde, las 300 personas llegaron al parque de Santiago, en donde cantaron al unísono la canción popular “La llorona”, pero la letra se adaptó para solidarizarse con las familias de los estudiantes desaparecidos, las exigencias de justicia, y un México pacífico.


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